El Rolls-Royce Phantom IV en el que paseó este jueves el Rey Felipe VI por las calles madrileñas, como parte de la fiesta institucional por su proclamación, por poco le roba el protagonismo a los nuevos monarcas.
"El Rey Felipe VI de España desfila por las calles de Madrid en el coche que Hitler le regaló a Franco", rezaba uno de tantos tuits lanzados a la red social. Más de 2.800 tuits vertidos durante la tarde del jueves contenían las palabras "coche" y "Franco", expandiéndose el bulo como si de un mensaje viral se tratase.
El Phantom IV es el modelo más lujoso e imponente creado por la marca inglesa y destinado únicamente a jefes de Estado y a la realeza; no está al alcance de coleccionistas. Ni con un cheque en blanco consiguió el Museo de Mercedes-Benz comprar uno de los tres Phantom IV al Rey Juan Carlos I.
El encargo a la marca inglesa fue realizado por el General Franco en 1948 y, a día de hoy, los vehículos forman parte del Patrimonio Nacional. En concreto, tal y como reporta Auto Bild, la Corona española dispone de tres modelos Phantom IV, de los 18 que fueron fabricados por Rolls-Royce entre 1950 y 1956.
El diseño y producción comenzó por encargo personal del duque de Edimburgo en 1949. En 1952 llegaron los tres Phantom IV encargados por Franco. El primero era un Phantom IV, versión cinco plazas, con el chasis 4AF14. El segundo, fue el más caro de los tres. El Phantom IV versión descapotable, cuenta con un blindaje especial que aumentó su precio hasta las 8.500 libras de la época -1.700.000 pesetas-. El tercero, un Phantom IV versión descapotable, también de color negro y tapizado en cuero verde, fue usado por primera vez en el Desfile de la Victoria de 1952.
Este último es el más conocido por la ciudadanía española, ya que suele ser el más usado, como ha sido en la presente coronación del nuevo monarca, como en su boda con la Reina Letizia. Como anécdota, el Phantom IV descapotable fue modificado, acoplándosele una coraza blindada en la parte superior, parecido al "papa-móvil", para mejorar la seguridad. Esta modificación, que costó cerca de 360.000 euros, levantó enfados entre los coleccionistas al ser una pieza única.