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De tirar muebles por la ventana a romper la vajilla: las tradiciones más raras de Año Nuevo

Desde arrojar mobiliario en Sudáfrica hasta brincar siete olas en Brasil, diversos países confían en curiosas costumbres para recibir el Año Nuevo.

Pixabay/CC/Hans

El Año Nuevo se celebra en casi todos los rincones del planeta, pero no en todos los lugares se recibe de la misma manera. Por ejemplo, más allá de los brindis, los fuegos artificiales o las campanadas, existen rituales que pueden resultar extraños para quienes los observan desde fuera, pero que encierran profundas creencias sobre la suerte, la purificación y los nuevos comienzos.

Uno de los ejemplos más claros sucede cada 31 de diciembre en Dinamarca, cuando una de las tradiciones del país consiste en romper platos contra la puerta de amigos y familiares. Lejos de interpretarse como un gesto de enfado, cuantos más restos de vajilla aparecen al día siguiente, mayor es la buena suerte y el aprecio recibido. A medianoche, además, muchos daneses saltan desde una silla para "saltar" simbólicamente al nuevo año y dejar atrás el pasado.

La idea de desprenderse de lo viejo también está presente en Johannesburgo, en Sudáfrica, donde algunas personas lanzan muebles antiguos por las ventanas para alejar lo negativo. Aunque esta práctica ha generado problemas de seguridad en los últimos años, su origen está ligado al deseo de empezar de cero.

Rituales ligados a la abundancia

En Irlanda, golpear las paredes de la casa con un pan en Nochevieja es una forma de asegurar comida abundante durante el año que comienza. Hay que destacar que este ritual tiene un fuerte vínculo histórico con las hambrunas sufridas en el país y simboliza la esperanza de prosperidad y estabilidad.

Por otro lado, en Japón, la tradición es mucho más silenciosa. Durante la noche de Año Nuevo, los templos budistas hacen sonar sus campanas exactamente 108 veces en el ritual conocido como Joya no Kane. Cada campanada representa la eliminación de uno de los deseos o pasiones humanas que causan sufrimiento, marcando una purificación espiritual antes de iniciar el nuevo ciclo. Además, se comen los toshikoshi soba, unos fideos largos que simbolizan una vida larga y próspera.

Adivinar el futuro de formas insólitas

Algunos rituales buscan predecir lo que está por venir. Por ejemplo, en Rumania, especialmente en zonas rurales, las personas se acercan a las granjas para intentar interpretar los mugidos de las vacas en la víspera de Año Nuevo, convencidas de que esos sonidos pueden augurar la suerte del año entrante.

En Alemania, persiste la tradición de fundir plomo —o estaño en versiones más modernas— y verterlo en agua fría. La forma resultante se interpreta como un presagio del futuro, en un ritual de adivinación heredado de siglos atrás.

Fuego, agua y purificación

En Ecuador y otros países latinoamericanos, la "quema del año viejo" es uno de los rituales más espectaculares. Se fabrican muñecos que representan el año que termina, a veces con personajes públicos o simbólicos, y se queman a medianoche para dejar atrás lo negativo. En torno a este rito surgen figuras como "las viudas", hombres disfrazados que piden donaciones para la celebración.

Por su parte, Puerto Rico opta por el agua como elemento purificador. Allí, lanzar cubos de agua por las ventanas y realizar una limpieza a fondo de la casa simboliza la eliminación de malas energías y la bienvenida a lo nuevo.

Deseos, viajes y buena suerte

En Colombia, además de comer doce uvas con las campanadas, es habitual correr alrededor de la casa con maletas vacías para atraer un año lleno de viajes. También se colocan tres papas bajo la cama —pelada, a medio pelar y sin pelar— como ritual para atraer la fortuna.

Por su parte, Brasil mira al mar. En las playas, miles de personas saltan siete olas a medianoche mientras piden deseos a Lemanjá, la diosa del mar, en un ritual que mezcla espiritualidad y celebración colectiva.

Aunque estas prácticas puedan parecer excéntricas, todas cumplen una función común: marcar el final de un ciclo y el inicio de otro con esperanza. Ya sea mediante fuego, agua, comida o gestos simbólicos, los rituales de Año Nuevo reflejan el deseo universal de renovación, unión y un futuro mejor, demostrando que, pese a las diferencias culturales, el significado del nuevo comienzo es compartido en todo el mundo.

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