El megacohete de Jeff Bezos alcanza la órbita y redefine la carrera espacial

El esperado despegue del megacohete New Glenn, el ambicioso proyecto de Blue Origin, marcó un hito esta mañana cuando el gigantesco lanzador encendió sus siete motores BE-4 en la plataforma LC-36 de Cabo Cañaveral, Florida, y se elevó tras horas de preparativos. Aunque el aterrizaje del propulsor reutilizable no resultó exitoso, el cohete logró alcanzar la órbita, silenciando parcialmente las críticas hacia la falta de misiones orbitales de la compañía liderada por Jeff Bezos.

Desde el centro de control, un tenso Bezos siguió cada momento del lento despegue del cohete, cuya altura de 98 metros lo sitúa entre los más grandes y potentes jamás construidos. El proceso de llenado de combustible, que tardó cerca de cuatro horas, finalizó justo a tiempo para que los motores BE-4, conocidos por la tonalidad azulada de su combustión de metano, impulsaran el cohete con un empuje total de 2.400 kN a nivel del mar. A los tres minutos del despegue, la primera etapa se separó de la segunda, que con sus motores BE-3U optimizados para el vacío alcanzó la velocidad necesaria para orbitar la Tierra.

El primer aterrizaje

Aunque la misión principal fue un éxito, el primer intento de aterrizaje del propulsor de 57 metros no tuvo el desenlace esperado. El plan era que la etapa reutilizable encendiera sus motores, desplegara patas de aterrizaje y se posara suavemente sobre la barcaza autónoma Jacklyn, pero la telemetría se perdió poco después de la separación. Sin imágenes en directo, se desconoce exactamente qué salió mal.

Dave Limp, CEO de Blue Origin, se mostró optimista: "Sabíamos que aterrizar nuestro cohete en el primer intento era un objetivo ambicioso. Aprenderemos mucho de hoy y lo intentaremos nuevamente en nuestro próximo lanzamiento esta primavera". Estas dificultades recuerdan los primeros tropiezos de SpaceX, que también enfrentó numerosos fallos antes de dominar la tecnología de aterrizaje.

Futuros planes

La carga del New Glenn en este vuelo inaugural consistía en un prototipo del remolcador espacial Blue Ring, diseñado para mover satélites en órbita. Este prototipo no se separó de la segunda etapa, que alcanzará un apogeo de 19.300 kilómetros. Más allá del éxito técnico, esta misión acerca a Blue Origin a obtener la certificación para lanzar cargas de seguridad nacional, un sector lucrativo en el que competiría con el Falcon Heavy de SpaceX y el Vulcan de United Launch Alliance.

Además, la versatilidad del New Glenn, con su capacidad para colocar hasta 45 toneladas en órbita baja y su amplio carenado que permite transportar cargas de gran tamaño, lo convierte en una alternativa atractiva para empresas y gobiernos. Este cohete no solo compite por contratos comerciales y militares, sino que también podría desempeñar un papel fundamental en proyectos a largo plazo, como el despliegue de la constelación de satélites Kuiper de Amazon y la construcción de la estación espacial privada Orbital Reef.

El éxito del lanzamiento inaugural de New Glenn marca un avance importante para Blue Origin, consolidando su posición en una industria donde SpaceX ha sido hasta ahora el líder indiscutible. La compañía de Jeff Bezos cuenta con los recursos financieros necesarios para superar los desafíos iniciales y, con proyectos como el módulo lunar Blue Moon y la estación Orbital Reef, aspira a diversificar su presencia en el sector aeroespacial.

Aunque todavía no ha alcanzado la reutilización rutinaria de sus cohetes, como lo ha logrado SpaceX, Blue Origin ha demostrado que está preparada para competir en igualdad de condiciones en el futuro cercano. Como dijo Dave Limp, "cualquier cosa más allá de llegar a órbita es una ventaja", y hoy Blue Origin ha demostrado que está a la altura del desafío.