Dimorfismo sexual extremo y competencia entre machos: así vivían los primeros homínidos del Pleistoceno

Una nueva investigación publicada en la revista American Journal of Biological Anthropology revela que los primeros homínidos del género Australopithecus presentaban un dimorfismo sexual de tamaño más acusado que el de los humanos modernos e incluso superior al observado en gorilas. El estudio, dirigido por el antropólogo Adam D. Gordon (Universidad de Albany), identifica en las especies A. afarensis y A. africanus una fuerte disparidad de tamaño entre machos y hembras, vinculada a una intensa competencia sexual y al estrés ambiental.

Un patrón más extremo que en los grandes simios

El estudio compara fósiles fragmentarios de dos especies de Australopithecus —el A. afarensis, hallado en África Oriental, y el A. africanus, en el África Austral—. Ambas muestran un mayor dimorfismo sexual de tamaño (SSD, por sus siglas en inglés) que el presente en cualquier especie de simio actual, incluidos los gorilas.

"Estas diferencias no eran modestas", señaló Gordon. En el caso de A. afarensis, los machos podían superar notablemente en tamaño a las hembras, lo que sugiere un sistema social basado en la competencia masculina. Este patrón contrasta con el bajo SSD humano, donde las diferencias de tamaño son más reducidas y existe mayor solapamiento entre sexos.

Un método para superar los registros fósiles incompletos

El análisis se basa en un método de remuestreo iterativo que permite incluir múltiples fósiles fragmentarios sin necesidad de contar con esqueletos completos. Para ello, el equipo simuló la estructura de datos ausentes utilizando material esquelético de especies actuales, logrando así una comparación más precisa entre especies fósiles.

Este enfoque supera las limitaciones de trabajos previos, en los que la falta de muestras completas y la baja potencia estadística habían dificultado detectar el dimorfismo sexual real. Además, se trata de la primera comparación directa entre especies fósiles del mismo género bajo una metodología común.

Implicaciones sociales y evolutivas

El estudio sugiere que el alto SSD refleja presiones evolutivas diferenciadas por sexo. En los machos, el tamaño podría haber sido clave para el éxito reproductivo en contextos de fuerte competencia. En las hembras, en cambio, un tamaño más pequeño habría resultado ventajoso en términos metabólicos, especialmente durante el embarazo y la lactancia en entornos con escasez de recursos.

Estos patrones son coherentes con los observados en primates actuales con sistemas poligínicos, donde uno o pocos machos dominan el acceso reproductivo. El SSD elevado también se ha vinculado a periodos prolongados de escasez alimentaria, donde las hembras más pequeñas tienden a tener más descendencia viable.

Diversidad adaptativa entre especies de Australopithecus

Además de mostrar un SSD más elevado que el humano, las dos especies estudiadas también difieren notablemente entre sí. Esa variabilidad sugiere que el género Australopithecus estuvo sometido a diversas presiones evolutivas, posiblemente por diferencias ecológicas como la disponibilidad de fruta, la duración de las estaciones secas o la distribución del hábitat.

Esta conclusión contradice la idea de una homogeneidad adaptativa entre las especies tempranas de homínidos y refuerza la hipótesis de que los primeros representantes del linaje humano experimentaron una mayor diversidad de estrategias sociales y reproductivas que la que muestran los humanos actuales o los grandes simios modernos.