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Distribuir la vacuna a -80º es posible: el precedente del ébola y la experiencia de DHL

La empresa asegura a Libertad Digital que se han enfrentado ya a estos requisitos, aunque reconocen que el gran reto es el volumen a distribuir.

Un sanitario trabajando en un laboratorio. | EFE

Las esperanzas de acabar con el coronavirus se han multiplicado en los últimos días después de que Pfizer constatase que su vacuna podría alcanzar hasta un 90% de efectividad. Sin embargo, tras ese anuncio, son muchos los científicos que han rebajado las expectativas al alertar de las incógnitas y dificultades que aun rodean a este esperado hallazgo. Entre los principales inconvenientes a los que se enfrenta esta vacuna, se encuentra la necesidad de conservar sus dosis a -80 grados centígrados, una temperatura que se equipara a algunas de las más bajas registradas en la Antártida.

El reto, por tanto, será su distribución desde los laboratorios hasta los hospitales y centros de salud de todo el mundo. Aunque hasta ahora son pocos los detalles que han trascendido al respecto, Pfizer asegura que ya está trabajando para encontrar la mejor manera de hacerlo. Según la compañía, se utilizarán grandes contenedores que ya se emplearon en la vacuna contra el ébola y que incluyen una serie de mecanismos que garantizan que la caja mantiene en todo momento la cadena de frío.

Para ello, los laboratorios deberán contar con la ayuda de las grandes cadenas de distribución y, entre ellas, DHL se perfila como una de las más importantes. La compañía alemana es en estos momentos la mayor empresa de logística del mundo, al contar con más de 380 000 empleados, oficinas repartidas por más de 220 países y lo más importante: experiencia en la distribución a temperaturas extremas. "Tenemos relación con prácticamente todos los laboratorios que están en esta carrera por la vacuna y, por tanto, tenemos mucha experiencia en gestionar la logística asociada a los productos farmacéuticos. Incluso gestionamos ya productos a -80º", asegura a Libertad Digital Pablo Bengoa, director de la Unidad de Negocio de Salud de DHL en España. Se trata de vacunas e incluso tejidos humanos, que se pueden conservar hasta 6 meses en congeladores a temperatura ultra baja y para cuya distribución se utiliza hielo seco. Pasado ese periodo, la vacuna se podría refrigerar de cinco a seis días a temperaturas de entre 2 y 8 grados, mucho más comunes, que facilitarían su traslado a los centros de salud. "Es una solución que ya existe —explica Bengoa—, pero el gran reto es el volumen de vacunas que se van a tener que distribuir en muy poco tiempo". En este sentido, el responsable del área de Salud de DHL insiste en que "es difícil, pero no imposible".

La clave radica en el trabajo conjunto que han de desarrollar las distintas administraciones, los laboratorios y las numerosas empresas de logística que ya están trabajando para aportar su granito de arena. No en vano, ya el pasado mes de septiembre la compañía alemana hizo público un estudio, en colaboración con McKinsey & Company, en el que advertía de que para proporcionar una cobertura global se requerirán unas 200.000 entregas de palés completos, que deberán viajar en unos 15.000 vuelos de carga y para lo que serán necesarios unos 15 millones de neveras portátiles.

En EEUU, FedEx es probablemente la compañía mejor preparada para afrontar el reto que se avecina. Tras la llamada gripe porcina, amplió considerablemente su red de suministro de congeladores y, en estos momentos, está añadiendo nuevos contenedores capaces de mantener temperaturas a -80 grados centígrados en ciudades como Memphis, Indianápolis y París. Además, durante la pandemia de 2009, FedEx trabajó con la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos para que sus aviones obtuvieran permiso para transportar más hielo seco. Ésta última es precisamente una de las grandes dificultades que se encontrarían para la rápida distribución de la vacuna, ya que cuando el hielo seco se derrite, emite dióxido de carbono, que hace que el aire en los aviones sea potencialmente inseguro para los pilotos y la tripulación.

¿Es posible llegar a todo el mundo?

La otra gran dificultad radica en la distribución de las vacunas a los países más pobres. Según el estudio de DHL, en muchos lugares de África, Asia y Sudamérica, otras vacunas que requerían condiciones similares a la de Pfizer "no han podido ser suministradas a escala debido a la falta de capacidades logísticas de cadena de frío". No obstante, desde Covax, la alianza formada por más de 170 países para facilitar el acceso equitativo global a las vacunas, son más optimistas al respecto: "El reto de almacenar estas vacunas no es insuperable y así lo ha demostrado la República Democrática del Congo. La actual vacuna contra el ébola requiere un almacenamiento similar de entre -70° C y -80° C, y aun así pudo vacunar a 300.000 personas durante la epidemia reciente en el este del país".

Sea como fuere, desde DHL llaman a la calma e insisten en que la de Pfizer no es la única vacuna con visos de prosperar en esta carrera contrarreloj y "hay otras menos exigentes en lo que a la cadena de frío se refiere". La de Moderna, por ejemplo, puede mantener sus propiedades a -20 grados y la de AstraZeneca y la Universidad de Oxford solo precisa frío, pero no congelación.

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