Las caídas de las personas mayores de 65 años son un problema de salud pública. Un estudio de Revista Española de Geriatría y Gerontología señala que la cuarta parte de las caídas que se producen corresponden a este grupo de edad, con consecuencias directas en la salud y en la calidad de vida de las personas que las sufren.
Entre las lesiones más frecuentes causadas por las caídas hay que señalar las derivadas por golpes en la cabeza y las fracturas que pueden producirse en húmero, muñeca, pelvis o cadera.
Es significativo el dato de que la tasa de mortalidad global dentro de los 12 meses desde la fractura de cadera oscila entre el 18 y 33 por ciento, es decir, casi una de cada tres personas mayores que sufren esta lesión fallecen menos de un año después.
No son inevitables
Las estadísticas también indican que las caídas afectan a una de cada cuatro personas mayores de 65 años y uno de cada tres mayores de 85 años se cae al menos una vez al año. "Las caídas repetitivas aumentan las hospitalizaciones y muertes, sobre todo de ancianos ya debilitados por enfermedades como la osteoporosis, pero también pueden provocar complicaciones tales como la disminución de las capacidades físicas o el incremento del miedo a desarrollar la actividad diaria", explica el doctor Oriol Franch, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Ruber Internacional.
El envejecimiento en sí mismo debilita, disminuye la estabilidad y el modo de caminar, lo cual obliga a extremar la prudencia. Además, las caídas pueden derivarse también de otras causas coyunturales o estructurales, como pueden ser una pérdida de conciencia, una isquemia cerebral, una enfermedad de Párkinson u otras enfermedades del sistema nervioso.
Por eso, señala el Dr. Franch, "cuando una persona mayor se cae, lo que resulta imprescindible es identificar los factores de riesgo personales y del entorno habitual de esa persona con el fin de determinar la causa de la caída y marcar pautas que eviten su repetición".
Programas de prevención
A este respecto, algunos centros impulsan ya programas de prevención de caídas que están demostrando su eficacia en la disminución de los riesgos. En estos programas, como el que desarrolla el doctor Franch en el Hospital Ruber Internacional, se trabajan diferentes aspectos para tratar de disminuir el riesgo de caídas mediante ejercicios para mejorar la estabilidad y la marcha, y se informa a la persona mayor y a sus allegados sobre los puntos problemáticos que deben tener en cuenta en sus casas, como las mesas bajas, las alfombras, la insuficiente iluminación o el cuarto de baño, entre otros.
En estos programas se implementa la figura del terapeuta ocupacional, que, entre otras funciones, puede inspeccionar el domicilio para ayudar a encontrar los posibles factores que afectan al riesgo de caída y para adoptar las medidas que ayuden a disminuirlo.
En el caso del programa que el Hospital Ruber Internacional pone a disposición de estas personas, la duración es de seis semanas en las que se realizan dos sesiones de 45 minutos a la semana. El programa incluye una evaluación neurológica inicial y una visita domiciliaria opcional para valorar posibles causas domésticas que puedan aumentar el riesgo de caída.
Cada sesión tiene una parte teórica, con información sobre aquellos factores que aumentan el riesgo, y una parte práctica con fisioterapia para ejercicios de equilibrio, marcha y fortalecimiento muscular. "Con la edad hay menor estabilidad y cambios en la manera de caminar, elevando menos los pies del suelo, con lo que las posibilidades de tropezar aumentan. La rehabilitación del caminar conlleva aumentar esa estabilidad y que en cada paso se eleve el pie adecuadamente", afirma el Dr. Franch, que insiste: "No hay que asumir que las caídas son parte inevitable del envejecimiento".