
La rodilla es la articulación más grande y compleja de nuestro organismo. Es la encargada de sostener nuestro peso tanto en reposo como en movimiento, por lo que requiere una gran estabilidad. Por numerosas causas, esta articulación puede rechinar al realizar determinados movimientos; estos crujidos no deberían ser motivo de alarma, pero en algunos casos pueden estar relacionados con la degeneración de la articulación.
Principales causas sin importancia
El líquido sinovial, también conocido como líquido articular, se encuentra dentro de las articulaciones y sirve para lubricarlas, protegiendo los extremos de los huesos y reduciendo la fricción. Dentro de este elemento tan espeso, es común que se generen burbujas de aire, que explotan al realizar movimientos como ponerse en cuclillas o al hacer levantamientos bruscos. Esta explosión es la que causa el crujido, es un suceso completamente normal y no tiene ninguna relación con ningún daño o proceso de lesión en la rodilla.
Debido a la importante función de estabilización que tiene la rodilla, esta requiere el apoyo de varios ligamentos, cuatro de ellos son los que se encuentran a su alrededor, asegurando su sujeción. Es muy común que estos ligamentos modifiquen ligeramente su posición en un momento determinado y, a la hora de volver a ella, se produzca también este ligero crujido. Nuevamente, se trata de una situación normal que no debe ser motivo de alarma.
Situaciones de peligro articular
Sobre todo en personas de avanzada edad y en las que han realizado un uso excesivo de la rodilla, es común sufrir artrosis en esta articulación. El deterioro en los cartílagos que genera esta enfermedad crea una fricción entre los huesos que provoca estos crujidos, además de otros síntomas como rigidez, dolor articular o limitación del movimiento.
Otra causa de estos crujidos que sí podría ser preocupante es una irritación de la rótula. Esta causa una fricción entre el tendón rotuliano y uno de los extremos del fémur, generando dolor, sobre todo al realizar movimientos repetitivos de estiramiento de esta articulación como cuando subimos escaleras.
Estos problemas han de ser tratados por un especialista si incluyen síntomas de dolor, hinchazón o rigidez articular. También, si sentimos inestabilidad en la articulación, es aconsejable tratar el problema cuanto antes, para evitar posibles lesiones tales como una rotura de ligamento cruzado. Por último, personas que ya hayan sufrido lesiones de rodilla como esta, deben consultar con un médico a la mínima que sientan alguna incomodidad.
Consejos para evitar problemas de rodilla
Las rodillas nos deben durar toda la vida y no podemos frenar su envejecimiento y deterioro. Sin embargo, sí que existen varias fórmulas para reforzar esta articulación y prevenir problemas. La primera de ellas es el fortalecimiento de los músculos cercanos a la rodilla, destacando la zona inferior del cuádriceps. A su vez, el ejercicio físico debe ser controlado y tratar de evitar movimientos de alto impacto en la rodilla.
Por supuesto, es importante mantener un peso corporal adecuado, restando trabajo a las rodillas y acudir regularmente a profesionales como fisioterapeutas también puede resultar muy beneficioso. Por último, cabe destacar también el uso de suplementos o medicamentos antiinflamatorios que, siempre bajo prescripción médica, nos pueden ayudar a la correcta regeneración de nuestros cartílagos.

