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¿Cómo nació IBM?

Fundar una empresa de informática hace más de un siglo tiene mérito. Y si encima esa empresa, tras fusiones y cambios de nombre, es IBM, mucho más.

Fundar una empresa de informática hace más de un siglo tiene mérito. Y si encima esa empresa, tras fusiones y cambios de nombre, es IBM, mucho más.
IBM fue durante décadas sinónimo de ordenadores. | Flickr/CC/ChrisDag

A finales del siglo XIX, la población de Estados Unidos crecía a un ritmo de un 25% cada década. Lo cual era un problema, porque legalmente existía la obligación de hacer el censo cada diez años para ajustar los distritos electorales y el de 1880 llevó siete años procesarlo a mano. Un ingeniero de minas llamado Herman Hollerith conocía bien el problema, porque trabajaba en ese censo. Así que se puso manos a la obra para construir una máquina que acelerara el proceso, porque no tenía dudas de que habría un concurso para gestionar el de 1890 de forma más rápida.

En 1886 tenía lista su máquina tabuladora y dos años después se presentó al concurso del censo. Arrasó a sus competidores y se hizo con el jugoso contrato del Gobierno norteamericano. La máquina empleaba un sistema de tarjetas perforadas inspirado en los telares inventados por el francés Joseph Marie Jackard en 1805, esos que quemaban los tejedores que temían quedarse sin trabajo. Herman las diseñó de modo que tuvieran el mismo tamaño que los billetes de dólar de la época y así pudieran almacenarse en las cajas que se comercializaban para éstos, abaratando costes.

Cada dato (edad, raza, sexo, etc.) se codificaba como un agujero. Para facilitar la tarea existían máquinas perforadoras. La parte del sistema que se dedicaba a contar consistía en unos circuitos que sólo se cerraban si no encontraban un material aislante que no dejara paso a la electricidad; es decir, que dejaban pasar la corriente sólo si la tarjeta estaba perforada en el punto en cuestión. Si eso sucedía, el dato leído quedaba registrado en unos contadores en forma de disco, con su aguja señalando la cifra correcta. Había 40, uno por cada cosa que se contaba en el censo.

El censo de 1890 se hizo con las tarjetas perforadas y las máquinas tabuladoras de Hollerith y se hizo en un año en lugar de los ocho que llevó el anterior. El inventor fundó la Tabulation Machine Company y empezó a vender su máquina al Imperio Austro-Húngaro, Italia, Canadá y Rusia para sus censos. Con ciertas variaciones, pudo colocársela también a clientes privados, desde compañías de ferrocarril hasta mutuas de seguros.

Hollerith, con problemas de salud y algunos pleitos con el Gobierno norteamericano, que modificó sus aparatos sin permiso, acabó vendiendo la empresa. Su fusión con otras tres del ramo –que incluía la que inventó el reloj de fichar– dio lugar a Computing-Tabulating-Recordings Company, o CTR, fundada el 16 de junio de 1911. CTR fichó a un genio comercial que había salido de NCR, la empresa que inventó las cajas registradoras, para que la dirigiera. En 1924 Thomas J. Watson le cambió el nombre a la compañía y le puso International Bussiness Machines. Es decir, IBM. De su mano primero, y después de la de su hijo, el gigante azul se convertiría en la empresa que dominaría el negocio de la informática durante tres décadas. Hasta que llegó Microsoft a tocarle las narices.

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