A mis queridos amigos:
El ruido de la artillería, los tanques y los aviones me recuerdan a nuestras aventuras, vuestra amistad y... vuestro dolor.
Émille, mi más querido amigo. En el ocaso de tus días viniste a luchar no por la gloria, sino para aliviar las lágrimas de tu hija.
Freddy, el afortunado, siempre has sido valiente y decidido. Espero que halles la paz junto a tus cartas, que nunca fueron enviadas.
Anna, la guerrera más valiente del frente occidental, que salvaste a incontables heridos sin disparar una sola bala.
Y Carl. Ojalá pudiera guiarte por las noches en los campos de batalla y por las noches traicioneras para que volvieras a estar con tu familia una vez más.
Aunque no puedo escribir estas palabras y ha llegado la hora de partir, vuestras historias vivirán para siempre igual que vuestros corazones valientes.