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Análisis 'Assassin’s Creed Origins': la franquicia vuelve a divertir por fin

Ubisoft mejora una fórmula que marca la pauta para los siguientes episodios de la serie, con un mejor sistema de combate y elementos de rol.

La hermandad de los Asesinos lleva diez años entre nosotros. Desde el lanzamiento de Assassin’s Creed en PlayStation 3 y Xbox 360, Ubisoft ha ido afinando y mejorando una fórmula lo suficientemente adictiva, hasta perfilarse como una de las franquicias más cotizadas y necesarias de esta joven industria del videojuego. Diez años de guerra entre Templarios y Asesinos dan para mucho, incluso para que la fórmula se desgaste. Y, en cierta manera, este desgaste es lo que le viene deteriorando la serie desde el lanzamiento de Unity; por supuesto, Syndicate incluido.

Para paliar este tipo de situaciones, donde más que disfrutar un videojuego se termina sufriendo por la monotonía de repetir esquemas una y otra vez, Ubisoft ha decidido dar al estudio encargado de la serie un año extra, con el único objetivo de aportar a la franquicia esa frescura que tuvo en sus inicios. Así, y con una serie de cambios bastante profundos, aunque no revolucionarios, el último episodio de la saga se convierte en uno de los más completos y divertidos de la firma. ¿Sus ingredientes? Una nueva ambientación, un sistema de combate y niveles completamente rediseñados y una trama argumental que nos lleva, directamente, a los orígenes de la hermandad de los asesinos. ¿Será esto suficiente para satisfacer tanto a los nuevos jugadores, como a aquellos que abandonaron la hermandad hace algunas entregas? Veamos qué nos deparan las interminables arenas de Egipto.

Egipto, escenario de contrastes

Un Assassin’s Creed ambientado en Egipto se ha perfilado como uno de los escenarios más deseados por parte de la comunidad desde que brincábamos alegremente con Ezio Auditore en la segunda parte de la serie, y Ubisoft era consciente de ello. Así, las plegarias de muchos jugadores se han cumplido y debemos reconocer que con creces, ya que estamos ante una de las mejores recreaciones tridimensionales del territorio africano que se han visto nunca en pantalla. Arena por doquier, belleza en cada oasis, oscuridad y peligros en tumbas y catacumbas inexploradas, el enigmático secretismo de las pirámides, la osadía de las esfinges… todo esto, y mucho más, se entrelaza dentro del concepto de la serie, encajándola perfectamente entre las dinámicas del asesino para que el jugador las explore a su gusto, aprendiendo con cada paso.

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Como es habitual en la franquicia, Egipto es un escenario espectacular. | Ubisoft

Pero una ambientación potente no lo es todo. La trama argumental propone al jugador ponerse en la piel de un medjay, una suerte de explorador y guerrero egipcio cuya servidumbre está al servicio de los faraones. Bayek, nuestro protagonista y asesino alfa, se verá envuelto en una trama que expone la tiranía de Ptolomeo XIII y la rivalidad con su hermana, Cleopatra, quienes tienen lógicas distintas para mantener –o llevar— la paz a Egipto. La trama esconde sus secretos, y el encuentro con Ptolomeo XIII, desde la introducción, es inevitable, y, de hecho, así comienza un guion que, a pesar de mantenerse por encima de la media, se agrieta con una suerte de altibajos en cuanto a ritmo se refiere.

A pesar de seguir las mismas líneas que sus predecesores, ahora las misiones secundarias, muchas de las cuales parecían en anteriores títulos encargos inútiles cuyo principal propósito era sumar horas –de tedio— a la aventura, ahora sí tienen una carga narrativa enmarcada dentro de la trama, que termina ofreciéndonos ricos detalles de la escenografía y los personajes que componen este bello y enigmático periodo histórico. Sí, también existen misiones de recadero que nada aportan a la aventura –salvo experiencia—, pero en esta ocasión se palpa el cuidado de Ubisoft a la hora de estirar el chicle sin perder todo el sabor por el camino.

De la misma manera, cada misión está estructurada en función de un nivel recomendado, que es aconsejable superar antes de aceptar el reto, y así evitarse sudar sangre por ello. El sistema de niveles, de hecho, es una de las novedades más destacadas de la entrega, y se implementa tanto en las misiones como en el propio personaje, así como en cada pieza de equipamiento que se recoja o que compre en el mercado.

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Misiones, armas, enemigos... tienen un nivel, y más nos vale no intentar enfrentarnos a lo que no estamos preparados. | Ubisoft

Acercándonos al rol occidental

Advertíamos al inicio de este repaso, que Ubisoft se había tomado un tiempo extra para desarrollar este Assassin’s Creed Origins con la intención de ofrecer una experiencia mucho más impactante. En cierta manera, esto se ha logrado, sobre todo gracias a un apartado técnico que brilla con luz propia y del cual hablaremos más adelante. Sin embargo, Origins también incluye una serie de cambios estructurales que aportan otro giro de tuerca a la fórmula tradicional que maneja la franquicia, distanciándose, por un momento, del amplio género de las aventuras convencionales para intentar acercarse a los RPG de acción occidental.

Así, tanto las misiones como los enemigos, el protagonista y cada pieza de inventario, disponen de un nivel determinado. A medida que el jugador va explorando y descubriendo nuevas localizaciones –entornos, subiendo atalayas, etcétera—, Bayek es recompensado con puntos de experiencia, que podemos invertir para ir sumando habilidades especiales a su repertorio gracias al correspondiente árbol de habilidades. Comenzamos con pocos recursos, poco más que un arma blanca y la posibilidad de atacar, defenderse y esquivar, pero, con el paso de las horas se abre un abanico de posibilidades y permite activar nuevos movimientos que enriquecen el sistema de combate.

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El sistema de combate se ha renovado y es ahora más completo y complejo. | Ubisoft

La sensación que ofrece Origins está más ligada a los RPG de exploración, lo que se traduce en que la recolección de secretos y la propia exploración cobra un mayor sentido. No tenemos un abrumante mapa lleno de objetivos clasificados que condicionen, sino que el mismo jugador es quien decide en todo momento qué puntos de interés desconocidos prefiere abordar. Eso sí, tratar de completar misiones por debajo del nivel recomendado supone, casi siempre, una muerte asegurada. Origins es, en este sentido, el Assassin’s Creed más difícil y letal al que nos hemos enfrentado. Gran parte de culpa, entiéndase en el buen sentido, lo tiene un renovado sistema de combate que se aleja por completo de los estándares de la franquicia. Anteriormente no era descabellado derribar a cinco enemigos a la vez, siempre y cuando pulsábamos el botón adecuado en el momento preciso, algo que fue duramente criticado por parte de la comunidad. Ahora las tornas han cambiado, los enemigos atacan con cierta estrategia y el sistema de combate es más pausado, que tiene en cuenta tanto los esquives, como la defensa, y que pone a prueba constantemente la habilidad del jugador.

El sistema, que se apoya en los gatillos del mando, es radicalmente diferente a los anteriores, lo cual supone un pequeño proceso de aprendizaje si venimos directamente de Syndicate. Sin embargo, una vez aprendidas las pautas, los momentos en los que apuntar directamente al objetivo, el uso de cada arma –podemos equipar varias, entre dagas, espadas, arcos, y otros elementos de ataque— en el momento adecuado y, sobre todo, el empleo del sigilo para tomar ventaja antes de entrar en acción directa. Los combates se transforman en una coreografía mucho más profunda, gratificante y divertida que en cualquier otro Assassin’s Creed.

La belleza de Egipto llega en 4K

Desde su anuncio, Assassin’s Creed ha sido uno de los referentes en materia gráfica en cuanto a mundos abiertos se refiere. La Italia renacentista y la hostilidad del mar Caribe han sido algunos de los escenarios que ha puesto la serie sobre la mesa con un alto nivel de detalle, y en Egipto este fotorrealismo no iba a ser menos. En la versión para Xbox One que analizamos contamos con un apartado técnico sobresaliente que se aprovecha de una enorme distancia de dibujado y unos personajes que cuentan con un gran nivel de detalle, sea en las secuencias cinemáticas o paseando por las ciudades que componen el videojuego. La obra funciona a resolución completa con una tasa de 30 imágenes por segundo, que a veces se ve mermada en los momentos más tensos para la arquitectura de la plataforma, pero que en términos generales no afectan a la jugabilidad del título.

No obstante, si tenemos pensado hacernos con una Xbox One X o si tenemos una PlayStation 4 Pro en nuestra casa, la obra gana en materia audiovisual sobre algunos puntos, aumentando aún más el rendimiento y la distancia de dibujado, alcanzando hasta resoluciones 4K. Esto se hace claramente palpable en el modo foto –ideal para hacer capturas y deleitarse con la belleza imperante de Egipto— y sobre todo cuando surquemos los cielos encarnando a Sinu, el águila imperial que nos permitirá tener una vista panorámica de la escena y que también ayuda a identificar a los enemigos antes de pasar a la acción.

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Los gráficos y efectos sonoros son espectaculares, pero la música y el doblaje son más irregulares. | Ubisoft

La música, por su parte, continúa la típica tónica de la serie, con melodías muy bien trabajadas sobre el papel pero que tampoco terminan de enganchar como en otras series. Eso sí, mención especial merecen los efectos sonoros, muy bien seleccionados y cuidados, capaces de transportar al jugador por completo al mundo que propone el juego. En contraposición, sin embargo, nos encontramos con un doblaje al castellano muy irregular: el protagonista tiene una voz potente, que encaja perfectamente con la personalidad dividida de Bayek; sin embargo, Cleopatra, encarnada por Clara Lago, destaca por su exagerado dramatismo y salidas de tono. Se agradece –y mucho- que las voces lleguen a nuestro idioma, pero consideramos que optar por actores de televisión –Clara Lago no es la primera invitada para encarnar uno de los personajes de Assassin’s Creed, algo similar ocurrió con Christian Gálvez al dar vida a Napoleón en Unity— para doblar a personajes relevantes a sabiendas que existen decenas de actores de doblaje que lo harían infinitamente mejor resulta contraproducente.

Conclusiones

Assassin’s Creed Origins no es una revolución en el sentido estricto. Se mantienen multitud de detalles compartidos entre los diferentes títulos de la serie, pero se incorporan nuevos elementos, con gran acierto, y multitud de novedades en cuanto a directrices principales se refiere. El sistema de progresión, más cercano a los RPG de acción; el sistema de combate, más pausado, táctico y divertido; la complejidad de las misiones, algunas realmente inspiradas; y la puesta a punto en materia técnica, hacen de este videojuego una ligera brisa de aire fresco en referencia a lo que vimos en Syndicate.

No, no es la revolución prometida por Ubisoft. Y tampoco sorprende como hizo el primer Assassin’s Creed. Pero, aún con todo, Assassin’s Creed Origins devuelve parte de la gloria a la franquicia con un título que, sin duda, es uno de los más divertidos de la serie. Completarlo nos llevará alrededor de 30 horas, siempre que no se pierda tiempo en explorar o en misiones secundarias; multiplicando varias veces las horas si somos de ese perfil de jugador que disfruta descubriendo hasta el último detalle. Se agradece, y mucho, el respiro anual que se ha tomado la franquicia, al menos para sentar las bases de lo que prometen ser las nuevas líneas maestras de la serie, que recibimos con gusto. Esperemos que se ofrezcan en el futuro con un mayor grado de diversión. Hasta entonces, uno de los asesinos más diestros de la serie tiene mucho trabajo que hacer en esta época dorada de Egipto.

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