Menú

Adiós a Quique San Francisco, francamente, un cómico libre

Conoció a Rosario a través de Antonio Flores, cuando rodaban la película Colegas de Eloy de la Iglesias.

Conoció a Rosario a través de Antonio Flores, cuando rodaban la película Colegas de Eloy de la Iglesias.
Los mejores momentos de Quique San Francisco en cine y televisión

Víctima de una neumonía bilateral ha fallecido este lunes en Madrid el conocido actor Quique San Francisco, que hubiera cumplido sesenta y seis años el próximo 10 de marzo. Llevaba unas semanas hospitalizado en el Clínico San Carlos, del que había declarado hacía muy pocos días que esperaba y deseaba salir cuanto antes. Las últimas fotografías lo mostraban con un lamentable aspecto. Tenía dificultades respiratorias y se encontraba intubado. No se le conocía ninguna relación estable aunque había mantenido muchos amores, el más relevante con Rosario Flores. Consumidor habitual de drogas en la década de los 80, como él mismo reconocía, ello le distanció sentimentalmente de la menor de las hijas de la Faraona, con quien convivió cierto tiempo.

Rogelio Enrique San Francisco Cobo no conoció a su padre biológico hasta que cumplió diecisiete años. Quedó citado con él en una cafetería de la Gran Vía madrileña y, nada más entrar éste, rubio, con ojos azules, se dijo para sí: "Éste es". Y así, sin que nadie los presentara, pudieron conocerse. Su progenitor resultó ser Vicente Haro, actor secundario, que entre los años 60 y 80 trabajó mucho en programas dramáticos y seriales de Televisión Española; luego fue agente artístico hasta que falleció. De las relaciones que Haro mantuvo en Barcelona con quien primero fue patinadora, la actriz Queta Ariel, nació Quique. Pasado un tiempo Vicente no quiso saber nada de ambos y regresó a Madrid, donde se casó con la también actriz Ana María Vidal. En la Ciudad Condal, Quique San Francisco creció con unos abuelos y tomó como apellidos el de un padrastro, amante de su madre cuando cortó con Vicente Haro, y el verdadero de Queta Ariel, Cobo, quien lo adiestró para que interviniera en varios anuncios publicitarios cuando sólo contaba seis años; después lo introdujo en el cine, figurando juntos en el rodaje de una curiosa película, Diferente, protagonizada por el coreógrafo argentino Alfredo Alaria, que la censura, incomprensiblemente para la época, primeros años 60, autorizó aun tratándose de una historia de homosexuales.

Quique fue creciendo, enrolado en un ambiente artístico que no había elegido. Desarrolló un físico llamativo, con ojos saltones, prominente nariz y boca que, con el tiempo, podía compararse con el norteamericano Marty Feldman. Ni su madre, ni su padrastro ni su propio progenitor le dieron una educación convencional, así es que, ya en su juventud, hizo lo que le vino en gana. Por ejemplo, alistarse en la Legión donde pasó una temporada. Reclamado por su madre aceptó pedir la baja en el cuerpo creado por Millán Astray y ya desde entonces se ganó la vida como actor de teatro, cine y televisión. Llevó siempre una existencia independiente. Su madre fallecería en 1995.

Enrique ha dejado una amplia filmografía y una larga también lista de series, como El pícaro, donde lo dirigió Fernando Fernán-Gómez. Trabajó en la pantalla junto a grandes actores, como José María Rodero, en La noche de los bastones largos, como lazarillo de un ciego. Frente al gran payaso Charlie Rivel en El aprendiz de clown. En Maravillas, realización de Gutiérrez Aragón. Siendo uno de los actores fetiche del discutido y malogrado Eloy de la Iglesias, en Navajeros, Colegas y El pico. Películas tipificadas como "cine quinqui", aunque hubo otras más divertidas y no menos apasionantes que lo llevó a ser músico en Orquesta Club Virginia, junto a Antonio Resines y otros actores destacados. También la muy celebrada por los cinéfilos Amanece que no es poco, fechada en 1988.

En la mencionada Colegas, Enrique San Francisco se hizo muy amigo de Antonio Flores. Se fueron a vivir juntos como buenos camaradas. De allí surgió su noviazgo con Rosario. Contaba Lolita que su madre le tenía mucho cariño, se reía mucho con él y comentaba lo feo que era. Y la abuela Rosario, madre de Lola, cuando lo veía en Marbella, decía: "¿Este muchacho es así de feo o es que yo lo veo así?". Pero aun con ese físico, Enrique conquistó a muchas mujeres, algunas de ellas casadas y con hijos. No se sabe si llegó también a tenerlos porque de eso no hablaba. Con la guasa que le caracterizó siempre, comentaba: "No, si todas con las que he estado me recuerdan y algunas me llaman… para insultarme, claro". Lo de Rosario y él fue serio, pero el constante consumo de heroína y cocaína ella no pudo soportarlo y dejó con gran pena a Enrique. Era consciente éste de que ese peligroso vicio había acabado con buena parte de sus mejores amigos, entre ellos Antonio Flores.

Otro de los episodios novelescos de Enrique San Francisco lo vivió en Nepal, país al que viajó puede suponerse a qué. Le atraía lo prohibido. Y conocer uno de los centros de cultivo y consumo de drogas era un reto del que no pudo evadirse, lo que le costó estar encarcelado un tiempo. Cuando con el nuevo siglo parecía sentar la cabeza fue contratado por la productora de Cuéntame cómo pasó. Incorporaba allí el personaje de Tinín, dueño del pequeño bar adonde iban los del barrio de San Genaro, que daban vida los actores Imanol Arias, Tony Leblanc… Fue paralelamente uno de los pioneros en popularizar el programa El Club de la Comedia, con sus celebrados monólogos. Esa época en la que ganó suficiente dinero para olvidarse de sus andanzas bohemias. Un accidente cuando iba en su moto por el centro de Madrid y lo embistió un automóvil pudo acabar con su vida, aquella aciaga noche de 2002. Lo operaron en once ocasiones y terminó en silla de ruedas. Desde entonces, su día a día estuvo presidido por el dolor y la imposibilidad de trabajar, aunque al recuperarse año y medio después pudo reaparecer con los mentados monólogos. Y la obra La vida según San Francisco.

Aseguró que un agente artístico lo había engañado y por eso perdió la casa que tenía en el barrio de Chamberí. La recuperación física y el tiempo que estuvo sin contratos le pasaron factura. Hubo de irse a vivir a un hotel barato. Poco a poco rehízo su escaso pecunio, con alguna película, algunas actuaciones teatrales como único actor y un anuncio en las pasadas Navidades, incorporando la figura de la Parca, guadaña en mano, para anunciar la marca de un embutido segoviano. Y como otra pirueta del destino, un mes más tarde, en enero, hubo de suspender su función La penúltima. Tenía una cita inaplazable con la muerte de verdad.

Temas

En Cultura

    0
    comentarios