Menú

Pequeña historia de dos toreros que fueron gobernadores civiles

Las vidas de Luís Mazzantini y de Joaquín Miranda González son apropiadas para ser objeto de una película o un culebrón.

Las vidas de Luís Mazzantini y de Joaquín Miranda González son apropiadas para ser objeto de una película o un culebrón.
Luís Mazzantini, torero | Wikipedia

Ahora que en estos tiempos difíciles se programan algunas ferias taurinas, como la de Vista Alegre en Madrid en los días en honor de su Patrón, San Isidro, queda patente que la política nunca ha estado ajena a estas celebraciones y en general al orden de la fiesta. Los comisarios de policía continúan presidiendo las corridas. El espectáculo taurino pasó al Ministerio de Cultura. Aun así, quedan vestigios para que el Poder siga controlando el espectáculo, fijando ahora el número de espectadores, la distancia entre ellos lo que obliga a que empresarios modestos desistan de organizar los carteles. Manda por supuesto cuanto dice el Ministerio de Sanidad. Y hasta en la Monumental de las Ventas persiste, por decisión de un funcionario tomada el 24 de mayo de 1939 durante la Corrida de la Victoria, que durante las faenas la banda de música no interprete ningún pasodoble. Quiso impedir un escándalo público entre los seguidores de Marcial Lalanda, que había combatido con las tropas franquistas, y los de Domingo Ortega, republicano. ¿Cómo es que, a día de hoy, no se ha derogado aquella disposición, tan anacrónica? A nadie, por lo visto, le interesa derogar aquella insólita decisión.

Los toreros no suelen significarse públicamente con sus ideas políticas; que las tienen, como cualquier ciudadano. En la actualidad, Morante de la Puebla ha sido de los muy escasos coletudos en defender la candidatura de Vox. Miguel Abellán figuró en las listas de las últimas elecciones generales en el PP, no obtuvo asiento en el Congreso de Diputados y ahora es el director-gerente del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid. Ha anunciado que en este verano volverán los toros a Las Ventas y que habrá una gran feria de otoño. ¡Ojalá sus gestiones no se trunquen!

Luís Mazzantini, un formidable estoqueador

luismazzantini2.jpg

En el pasado, hubo dos toreros que llegaron a ser Gobernadores Civiles. Por antigüedad, citamos el caso de Luís Mazzantini, que ha pasado a la historia como el único al que se le trató con el don por delante. Nacido en Elgóibar, Guipúzcoa, el 10 de octubre de 1856, era hijo de un ingeniero italiano y una dama vasca, que vivió su adolescencia y primera juventud en Italia. Enrolado en el séquito de Amadeo de Saboya, en calidad de secretario de quien fue por breve tiempo Rey de España, llegó a Madrid y cuando el monarca dejó el trono porque nunca entendió su alta responsabilidad con los españoles tuvo que ganarse la vida y entre los efímeros oficios que ejerció figura el de ferroviario en la estación toledana del pueblo de Santa Olaya. En donde nacería, en el siguiente siglo, el gran Gregorio Sánchez, maestros de tantos aspirantes a figuras, como lo ha sido El Juli.

Tenía Mazzantini una excelente educación, estudios, y, arrojado, se dedicó a aprender los rudimentos del toreo, entendiendo que en España, para hacerse rico, sólo había entonces dos maneras de serlo en el menor tiempo posible: o bien triunfando como cantante en el Real o siendo matador de toros. A esto último se aferró con prontitud y acierto. Los revisteros taurinos lo apodaron El señorito loco. Mas es el caso que alternó con Lagartijo, quien le dio la alternativa en Madrid en la temporada de 1884. Disputó el cetro de la tauromaquia con el mismísimo y legendario espada Rafael Guerra, Guerrita, que era el que elegía los toros en cada festejo. "Esto se acabó", bramaría Mazzantini, quien harto de aquel favoritismo impuso que en la mañana de cada corrida se sortearan las reses a lidiar por la tarde, costumbre que se mantiene hasta nuestros días. Mató tres mil reses. Llegó a cobrar seis mil pesetas por corrida, una barbaridad. Y cuando murió su esposa determinó cortarse la coleta. Era el año 1905. Entonces, ya adinerado, dio en dedicarse a la política. Le disputó a quien tanto influyó en el desencadenamiento de la guerra civil, Francisco Largo Caballero, una concejalía en el Ayuntamiento de Madrid, ganándole las elecciones. Fue comisario de Policía, diputado provincial y Gobernador Civil de Guadalajara y Ávila entre los años 1919 y 1920.

Don Luís Mazzantini no sólo fue un formidable estoqueador y una leyenda del toreo. Tenía apostura, vestía con elegancia y desfilaba en los salones madrileños entre la alta aristocracia con la admiración de las damas, contándose que llegó a mantener un idilio con la reputada actriz francesa Sarah Bernhardt. Moriría en Madrid hace noventa y cinco años, el 23 de abril de 1926.

Joaquín Miranda González

Otra pequeña historia tuvo como protagonista al sevillano Joaquín Miranda González, nacido en el barrio de Triana en 1894. A él se refería Juan Belmonte cuando asistiendo a un festival en Huelva acertó a columbrar en la presidencia al tal Joaquín, investido en aquel año 1938 como Gobernador Civil. Un vecino de asiento, recordando que éste había sido banderillero de la cuadrillas del Pasmo de Triana, le dijo: "Don Juan, ¿y cómo se consigue eso?" Y ceceando un poco, con el tartamudeo habitual, Belmonte sentenció: "Degerenando, hijo, degerenando..." (sic) Se trata de una vieja, conocidísima anécdota, que ha trascendido en muchos ambientes, no sólo los taurinos. Pero ignorándose en general quién fue aquel Joaquín Miranda González, de vida azarosa, entre la pobreza, el éxito empresarial, el efímero triunfo político… y la ruina económica. Veamos…

Era de familia humilde. No vio de jovencito otro medio que imitar a cuantos maletillas soñaban con ganar gloria y dinero. Consiguió entrar en la cuadrilla de José García El Algabeño, conocido suyo de Triana. Más tarde pasó a ser peón de Marcial Lalanda y posteriormente de Juan Balmonte. Dejó el toreo y se hizo rico como dueño de una empresa. Y de allí dio el salto a la política, afiliándose de los primeros a Falange Española. En aquellos años de la II República lo metieron en la cárcel, de la que liberado por las tropas de Queipo de Llano llegado julio de 1936. Su posición como veterano falangista lo llevaría a ser Gobernador Civil de Huelva. Posteriormente, ya a partir de los años 50, fue miembro del Consejo Nacional del Movimiento y Procurador en las Cortes franquistas. Presidió la Patronal sevillana de la construcción. Ignoramos sus pasos posteriores, y lo único que hemos podido averiguar es que, al morir hace sesenta años, en abril de 1961, estaba completamente arruinado.

Dos vidas, las de don Luís Mazzantini y de Joaquín Miranda González, apropiadas para con sus pasajes novelescos ser objeto de una película o un culebrón. Al menos lo han sido como protagonistas de este modesto artículo.

En Cultura

    0
    comentarios