Vida y leyenda de Doña Manolita, la lotera, negocio hoy en manos de un conde
"Doña Manolita", la administración más icónica, vende ilusión y millones de décimos cada Navidad. Pero, ¿por qué se ha convertido en tradición?
Estamos en vísperas del sorteo de lotería de Navidad. La administración que más décimos vende, alrededor de setenta millones de ellos, es la de "Doña Manolita". Un negocio que no es de ahora, sino de muchos años atrás.
Situado a poca distancia de la madrileña Puerta del Sol reúne diariamente miles de personas que hacen cola hasta de tres horas para adquirir el boleto soñado que pueda hacerlos millonarios.
Superstición sin duda, aunque se acompañe de un supuesto aval. El de que "Doña Manolita" suele proporcionar más premios que ninguna otra administración. Lo cual no siempre es así, por supuesto. Hasta la fecha, ha dado a ganar el "Gordo" en setenta y seis ocasiones. Y de paso, vaya este dato: ese primer premio ha ido a parar ochenta y una veces en Madrid.
¿Por qué se mantiene la leyenda?
Pero ¿por qué se mantiene tal leyenda? En función de esas ventas millonarias de décimos, en "Doña Manolita" hay más posibilidades de alcanzar el "Gordo" y otros premios importantes. Lo que no impide que la administración más modesta de España, venda precisamente el número de la suerte. El azar es caprichoso.
Matemáticamente se ha comprobado que hay en España otras opciones que reúnen más posibilidades de ser millonarios: las quinielas. Pero la lotería navideña, supersticiones al margen, es un juego compartido por una gran mayoría; tradición que siguen familiares, amigos, compañeros de trabajo.
Y cada jugador, en gran medida, a la hora de elegir un número, si le es dado, opta por las más pueriles decisiones: un sueño, la combinación de fechas del nacimiento, o las de una desgracia, como este año ha ocurrido con la Dana.
Historia de Doña Manolita
Volvamos a la historia de "Doña Manolita", que nacida en 1879 en el seno de una familia radicada en el madrileño barrio de Chamberí, con la identidad de Manuela de Pablo, trabajó en un estanco para ayudar a los suyos hasta conseguir que el Estado le permitiera obtener una licencia y regentar una administración de loterías. Solían lograrlas viudas de militares de rango. No era el caso de la mentada. Sobre ella planeó el misterio de cómo fue destinataria de ese negocio.
El caso es que esta hija de un humilde maestro de obras, con tres hermanas, se instaló en la calle Ancha de San Bernardo y después, a partir de 1931, en la Gran Vía y la Puerta del Sol (dos administraciones bajo la misma denominación) hasta que en 1951 falleció la titular. Y entonces se hicieron cargo las hermanas de ella; en el caso del local de la Puerta del Sol, esquina a Arenal, pasó a conocerse como "Hermana de Doña Manolita", en el de la Gran Vía continuó llamándose como si aquella aún viviera.
La definitiva sede de la administración de loterías pasó en 2011 a su actual ubicación, en la calle del Carmen número 22, más extensa y con más ventanillas para atender a los compradores, que es donde desde entonces se suceden esas larguísimas colas.
"Doña Manolita" era una mujer atractiva, de oronda figura, cabellos ya cenicientos en el último tramo de su existencia, que se había casado con un picador de toros. Éste se retiró de los ruedos sabiéndose cónyuge de una mujer que ganaba más dinero que él pudiera conseguir como varilarguero. Cierto que, al principio, le costaría ir generando dinero.
Penoso periodo el de la guerra civil pues en 1937 un bombardeo destruyó su administración y hubo de empezar de cero. Pero lentamente porque por entonces, apenas vendía unos pocos centenares de décimos. Fue a partir de 1940 cuando comenzó para ella su gran fortuna. Sólo rivalizaba con ella la administración de "La pajarita". Pero a gran distancia en cuanto a resultados.
La popularidad de "Doña Manolita" quedó reflejada en una copla, de Quintero, León y Quiroga, estrenada por Concha Piquer: "Mañana sale", en la primera mitad de los años 50. Medio siglo después, más o menos, Joaquín Sabina evocó a la popular lotera en una de sus composiciones, "A la sombra de un león", que grabó Ana Belén.
Muerte sin descendencia
"Doña Manolita" murió en 1951 sin dejar descendencia, razón por la que, como decíamos, sus hermanas heredaron el próspero negocio. Cuando una de ellas, Carmen, también se fue de este mundo, el heredero en ese caso fue su hijo Alfredo Salgado, quien en 1987 salió "por piernas" de Madrid, huyendo de la justicia, tras dejar un elevado "pufo" a Hacienda, y asimismo importantes deudas en el Hipódromo madrileño y en una casa de apuestas.
Como quiera que ya ningún familiar de "Doña Manolita" pudiera afrontar esa situación, en ese mentado año de 1987 el negocio pasó a manos de un aristócrata, Juan Luis de Castillejo y Bermúdez de Castro, conde de Cabrillas, título que otorgara a sus antepasados el rey Alfonso XIII.
Casado con Isabel Muñoz y Ozores y Urcuola, padres de su hija Dolores, han llevado siempre una vida discreta, al punto de que pocos sabrán que son propietarios de la administración lotera. Habrá muchos que sigan creyendo que son los descendientes de "Doña Manolita" quienes regentan la famosa lotería.
Aquella compra fue con derecho a seguir utilizando esa marca, por así decirlo. Y en el anverso de cada billete se reproduce la firma de la ya legendaria "Doña Manolita". Acariciándolo, con la vista puesta en el número del billete, el comprador lo introduce en su cartera, mira en derredor, como diciendo a la clientela que ha dejado atrás: "Yo llevo el número de la suerte". Llegado el mediodía del día 22 de diciembre, lo más probable es que lo haga pedacitos y se diga: "Volveré el año que viene a hacer la cola". Ya lo dijo no sé quién: "De ilusión, también se vive".
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