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'Filosofía para no filósofos': la última lección de Antonio Escohotado

Espasa acaba de publicar el que puede ser considerado el testamento intelectual del pensador madrileño.

Antonio Escohotado, filósofo y escritor. | David Alonso Rincón | David Alonso Rincón

Hace más de cuatro años, en noviembre de 2021, Antonio Escohotado nos dejaba tras un largo retiro en Ibiza, donde había ido ex profeso a morir. Desde entonces, el legado del pensador madrileño se ha mantenido vivo gracias a las miles de páginas escritas a lo largo de su vida y las numerosas horas de metraje disponible de intervenciones suyas en programas de televisión, entrevistas realizadas y conferencias, pero también como resultado de la labor editorial encabezada por su hijo Jorge, que ha dado un nuevo impulso a sus obras clásicas y a otras que habían quedado descatalogadas.

Espasa

Ahora la editorial Espasa acaba de publicar Filosofía para no filósofos, una suerte de texto introductorio a la filosofía que, además de ser un escrito de gran nivel académico –es, en realidad, una edición revisada del manual elaborado por Escohotado cuando era profesor en la UNED–, se nos presenta como un auténtico testamento filosófico en el que su autor viaja a través de la historia del pensamiento occidental, de forma sistemática y detallada, explicitando cómo los postulados de las mentes más preclaras de nuestra civilización fueron nutriendo sus propias ideas. Porque, como expresara su tan admirado Newton, "si he visto más lejos, es porque me he subido a hombros de gigantes".

Escohotado, un pensador en las afueras

Filosofía y superstición

Tradicionalmente se habla del paso del mito al logos para referirse al inicio de la filosofía en la Antigua Grecia, momento en el que se comienza a poner énfasis en la razón, la lógica y la observación para explicar el mundo y el lugar del hombre en él, alejándose de la tradición mitológica previa. Es lo que Escohotado considera el germen del pensamiento filosófico-científico –un hito netamente occidental, como se pone de relieve desde las primeras páginas–, que contrapone frente al pensamiento primitivo precientífico, caracterizado por la incorporación de rituales, mitos y leyendas. Al respecto, explica: "El hombre anterior a los griegos cree que su deber es una defensa a ultranza de las tradiciones heredadas. El griego piensa que la verdad se defiende por sí misma; que solo el error precisa apoyo, y que debe sucumbir pronto o tarde –mejor pronto que tarde– todo cuanto no resista el juicio ecuánime del entendimiento. Con dicha actitud nacen las ciencias".

De esta forma, con los pensadores presocráticos, el hombre toma cierta distancia del mundo exterior por primera vez y acepta cómo éste es. Aquí encontramos lo esencial de la problemática analizada por Escohotado, en los primeros compases de la historia de la filosofía, pues se expresa de forma prístina lo esencial de la dialéctica que se establece entre la superstición y el pensamiento científico. Por ello, tras realizar un repaso de las ideas de los primeros pensadores griegos, explica que, con ellos, "el resultado al que se llega, en términos generales, es una materia determinada por la razón, una simbiosis del pensamiento y lo real que transforma la actitud del hombre hacia el mundo". En este sentido, Escohotado subraya que, ahora, en lugar de dioses, demonios y magia, "ante el ser humano hay solo una physis, que es por sí, cuya investigación imparcial será la nueva meta".

En términos hegelianos, podríamos decir que este proceso supone el despertar del espíritu frente a la naturaleza, de la que se emancipa para poder comprenderla y en cuya síntesis, espíritu-naturaleza, se produce el acto de conocimiento. Precisamente, este desplegarse del espíritu hegeliano es lo que moverá la historia del pensamiento occidental para Escohotado, avanzando exponencialmente en determinadas épocas y retrocediendo en otras. Así, tras el camino iniciado por los presocráticos, Occidente experimentará un primer desarrollo del pensamiento filosófico-científico desde Sócrates hasta Aristóteles, pasando por Platón, que continuará evolucionando a través de las escuelas helenísticas y el mundo romano –centrado en la producción técnica pero deudor de la herencia griega–, siendo interrumpido, según Escohotado, por el advenimiento del cristianismo y retomado posteriormente en la Edad Moderna, a la que seguirán pensadores de la talla de Descartes, Leibniz, Spinoza, Hume, Kant, Fichte, Schelling o Hegel, además de Marx, Nietzsche, Husserl, Bergson, Heidegger y Wittgenstein.

Lo más importante, no obstante, es que para Escohotado la filosofía y la ciencia requieren de valentía, no ya intelectual, sino existencial. Considera que la aproximación filosófico-científica se diferencia de la precientífica, principalmente, en que acepta la realidad del mundo tal como es, y no se afana por dar una explicación que reconforte al hombre ante el abismo del ser. Y es que, si había una idea que sistemáticamente guiaba a Escohotado en su labor intelectual era la de anteponer el juicio al prejuicio.

Simplemente Escota

El dogma del pensador antidogmático

Si consideramos que esta Filosofía para no filósofos no deja de ser un testamento filosófico, no resultará extraño que en sus páginas quede patente la subjetividad de su autor, tiñendo más de tres mil años de historia con sus filias y sus fobias. Entre las primeras, es evidente la influencia que sobre Escohotado ejerció Hegel, a quien siempre consideró su gran maestro. De él pone en valor que, mientras los demás pensadores se empeñan en definir los objetos de conocimiento como algo fijo, "Hegel posee la facultad de dejar ser a la cosa considerada, de hacer que ella misma despliegue sus determinaciones, con lo cual no se trata de hacer razonamientos sobre lo que es, sino de estar atento a observar los razonamientos que ya están allí, determinando la dinámica espontánea de cualquier objeto". En consecuencia, no resulta extraño que Escohotado se aproxime a la historia de la filosofía desde el prisma hegeliano, impregnando sus análisis de las enseñanzas legadas por el pensador alemán en sus Lecciones sobre la filosofía de la historia universal.

En este sentido, en una entrevista con Nuria Richart para Libertad Digital –que pueden encontrar aquí y aquí–, Escohotado afirmaba que Hegel "era la mente más profunda y centelleante". Así, explicaba que el pensador alemán "intentó hacer visible las fuentes del movimiento" e incidía en que "la filosofía hegeliana es un intento de reflexionar sobre el resorte dinámico de las cosas". De este modo, subrayaba que Hegel "es el único pensador que, en lugar de ver cosas fijas, ve flujos, ve devenir, en vez de ser o nada, que es lo que ven los otros". "Eso es lo que hace tan difícil a Hegel, pero también lo que lo hace tan esencial", concluía al respecto en la entrevista.

Sin embargo, lo que también se evidencia en esta obra, una vez más, es la aversión al pensamiento religioso de su autor, especialmente a la tradición católica, que parece detestar incluso más que la protestante. Lo cierto es que faltaría una sección intermedia en la que se profundice y se desarrolle un análisis crítico de las grandes figuras del pensamiento católico, como San Agustín y Santo Tomás, sin limitarse a afirmar que, en el fondo, en dicha tradición nunca hubo realmente filosofía, sino simplemente religión, al considerar que su corpus intelectual está formado por un conjunto de prejuicios, dogmas e irracionalidad.

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