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30 años de la restauración de la Capilla Sixtina: cómo una tele japonesa cambió las normas

La espectacular sala decorada por Miguel Ángel en la Ciudad del Vaticano recibe alrededor de 20.000 visitantes al día.

La espectacular sala decorada por Miguel Ángel en la Ciudad del Vaticano recibe alrededor de 20.000 visitantes al día.
Techo de la Capilla Sixtina. | Cordon Press

La Capilla Sixtina alberga el cónclave en el que los cardenales electores del Colegio Cardenalicio eligen a un nuevo papa. Sin embargo, su grandeza no reside en el qué se hace allí, sino en su decoración. Alzar la vista al techo supone a los veinte mil visitantes diarios un encuentro con una de las obras cumbre de la historia del arte de una fascinante complejidad iconográfica. Es un gesto que sobrecoge por su belleza y esplendor. Miguel Ángel pintó la bóveda entre 1508 y 1512 por encargo del papa Julio II. Después creó El Juicio Final en la pared del altar para Clemente VII y Paulo III.

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En los años 80 del siglo XX comenzó su restauración, un imponente encargo difícil de sufragar. La aparición de un mecenas inesperado sacó el proyecto adelante. La Nippon Television Network Corporation, la cadena privada más importante de Japón, financiaría estos trabajos con el pago de más de cuatro millones de dólares, un acuerdo que se rubricó en Tokio durante una visita de Juan Pablo II a Japón. A cambio, tendría la exclusividad de todas las imágenes de las diversas fases de la restauración y de los siguientes tres años desde su apertura al público. Es decir, ningún turista ni profesional podría hacer una sola fotografía a la capilla. Este pacto ya venció en el tiempo, sin embargo, el Vaticano mantiene esa prohibición -ahora, por seguridad de los frescos-.

Miguel Ángel dedicó nueve años a estas instancias, mientras que el equipo restaurador necesitó al menos 13. Consistieron en la eliminación de la suciedad, polvo y humo, así como de los barnices y colas añadidos en el siglo XVII. Se usaron unos andamios muy similares a los utilizados en el siglo XVI, apoyados en los mismos lugares en los que lo hizo su autor. Regresaron los colores originales, creando cierta polémica por su brillo. Además, durante estos trabajos, se descubrieron distintos aspectos sobre la forma de pintar del artista renacentista, como que usaba directamente el pincel para hacer el contorno de las figuras en negro y después las coloreaba.

En 1994, Juan Pablo II fue el encargado de descubrir el resultado al mundo. Las imágenes fueron captadas, en exclusiva, por la televisión japonesa.

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