No ha hecho falta azúcar para que Mary Poppins, probablemente el clásico más clásico de todos los realizados por Walt Disney en imagen real, pase mejor. La película protagonizada por Julie Andrews y Dick Van Dyke cumple este miércoles 50 años en plena forma, con su peculiar mensaje vital -precisamente el contrario del que le acusan sus detractores, suponemos que estancados en su retrato de las sufragistas femeninas- plenamente vigente.
Y lo decimos plenamente convencidos: vigente. Porque pese a que algunos estereotipos o soluciones técnicas pertenezcan ya al pasado, de cierta blandura en su estilo o que no se trate de un filme perfecto (¿quién necesita eso?), Mary Poppins es algo más importante: un logro cinematográfico que sigue funcionando. Y lo hace por muchas razones y de muchas maneras.
En ella el primor y minuciosidad de sus creadores brilla a cada momento. Su excelencia técnica, ya sea a la hora de plasmar de manera verosímil lo que -al fin y al cabo- es un moderno cuento de hadas, o de mezclar imagen real y dibujos animados, siguen cautivando la imaginación de los más pequeños... pero también apelando a los sentimientos de los adultos. Mary Poppins es una de esas películas que utilizan su larga duración para pasar por todos los estados de ánimo imaginables, desde la curiosidad hasta la histeria, pasando por lo misterioso y sí, la pura y dura tristeza. Las pegadizas melodías que preñan su argumento permanecen para siempre en el oído del espectador, y demandan todas ellas nuestra atención.
La película, de alguna manera, parece reflejar el duro proceso creativo que atravesaron sus creadores, y que no tuvo nada de cuento de hadas. Aplicando el barniz del tiempo, lo cierto es que Mary Poppins, la película, es una mezcla de la sensibilidad de Disney y la escritora P.L. Travers que no fue nada fácil de conseguir, y en la que la británica discutió todas y cada una de las decisiones artísticas al estudio hasta que casi el proyecto estuvo terminado, y también después. Una leyenda plasmada en la reciente Al encuentro de Mr. Banks con los principales papeles encarnados por Emma Thompson y Tom Hanks.
Y precisamente evocando esa especie de "así se hizo" ficcionalizado, nos llega su mensaje más vivo que nunca: Mary Poppins enseña algo de disciplina a los más pequeños, pero su mensaje apela sobre todo a los adultos, a ese Mr. Banks pisoteando su bombín para unirse definitivamente a la fiesta. "Para crear lo fantástico, primero debemos entender lo real", decía Walt Disney. Con eso se resume todo.