Si el espíritu del cine musical es el de narrar con imágenes a ritmo de música, entonces Baby Driver es un musical. Claro que la película de Edgar Wright, que sale ahora en DVD, Blu-Ray y Ultra HD Blu-ray en hasta cinco ediciones distintas (contando el steelbook y la edición exclusiva con la banda sonora) también es una comedia adolescente y un thriller de acción con algún episodio particularmente violento. Y uno muy bueno, por cierto.
"No perteneces a este mundo", le dicen a Baby en la película. Él es un joven y experto conductor de misterioso pasado metido en asuntos turbios. Si les suena un poco a Ryan Gosling en Drive, quizá la referencia más inmediata del filme, están en lo cierto, pero el personaje de Ansel Elgort, aun con todas sus aristas, es mucho más naíf y desenfadado. E igual que su protagonista es la película de Wright, que tras salir escaldado de Ant-Man, la superproducción que nunca llegó a dirigir, acometió un proyecto personal que ha acabado por convertirse en uno de los pocos sleepers o éxitos sorpresa del año 2017. Al británico, sin duda, le ha compensado poner toda su carne en el asador con Baby Driver, una película que -como su protagonista- tampoco parece muy normal.
A medio camino entre la comedia adolescente y doméstica de John Hughes y el thriller de acción de los ochenta, ése en el cual el espectáculo todavía residía en la labor de especialistas y la acción con los pies (o as ruedas) posadas en el suelo, Baby Driver es un nuevo cóctel de referencias de Wright, pero también un filme nuevo y original ajeno a la corriente nostálgica que mueve el Hollywood contemporáneo. Una producción media (algo ya extraño en tiempos de blockbusters) que ofrece espectáculo en dosis adecuadas y que, pese a lo previsible de su argumento, fundamenta su atractivo en lo mejor que dieron aquellos títulos que hoy mismo son objeto de culto: giros inesperados de los personajes, una trama sinuosa y con curvas y, también, ese maravilloso desprecio a la propiedad privada que habitaba en el ADN de aquel cine de acción que era y ya no es.
"Normalmente la mayor preocupación mientras haces esas escenas de persecución es: ¿nos vamos a quedar sin tiempo? ¿Nos van a echar de la carretera?", dice Wright en una entrevista ofrecida para presentar el lanzamiento en doméstico. "Cuando estás rodando en una autopista y la policía de Georgia te dice: "tienes desde las 6 am hasta las 2pm, eso significa que tienes hasta las dos, no las 2:15 o 2.07". Es el precio a pagar por marcarse un "all real" aun ciñéndose a un presupuesto ajustado: pese a estar teñida de un espíritu contemporáneo, todo en Baby Driver se ha rodado de una manera más artesanal de lo habitual. "Lo que es divertido en esa persecución inicial es que la ruta que Baby sigue es geográficamente correcta, así que si vas a Atlanta podrías caminar por la misma ruta que él conduce. Muchas otras películas engañan en términos de localizaciones –parece que se teletransportan a través de lugares emblemáticos de la ciudad- pero esta no".
Pero la gran jugada del filme, que por supuesto se ve y se oye maravillosamente bien en HD, es el ejercicio de puro estilo visual y sonoro de Wright, un director que ya en la trilogía Cornetto demostró estar extraordinariamente dotado para el puro gag visual y sonoro. La práctica totalidad de secuencias que componen Baby Driver están narradas de manera musical, pero sin que sus personajes interrumpan la acción para cantar o bailar. Toda la película es, en este sentido, una suerte de coreografía, una en la que Wright, en su calidad de director y por tanto demiurgo, imprime el ritmo y otorga el tono, acompasando música, efectos de sonido e imágenes (es decir, utilizando toda la materia prima con la que se hace el cine) para lograr un todo cohesionado. Una lección musical para incluso para el grueso del cine musical, y desde luego un estimulante empujón para que otros directores se animen a utilizar la banda sonora de una manera más creativa. Toda Baby Driver adopta, pues, la manera de ver el mundo (o de escucharlo) de Baby, con sus perpetuos auriculares escondidos en el oído. Y si esa manera incluye música, entonces adelante.
No importa, sin embargo, el despliegue visual habitual en el director británico; todo comienza, siempre, con el guión. Y en el de Baby Driver todo estaba previsto desde el principio: Wright ordenó crear una app para que sus actores acompañaran la lectura del libreto adecuadamente, "para percibir lo que la película sería y lo que realmente significa, de una manera en la que el guión y la música se unen" (...) "Una app -explica- que hizo un diseñador de software en Londres, y el guión tenía un botón con el símbolo de Baby Driver para iniciarla (...) Así, la mayoría de los actores, incluyendo Jamie Foxx, Kevn Spacey, Jon Hamm y Ansel Elgort leerían el guión con la música sonando".
Los extras del disco incluyen hasta más de 20 minutos de escenas eliminadas y extendidas, un minidocumental dedicado al entrenamiento de conducción al que se sometió Ansel Elgort, las detalladísimas animáticas de Edgar Wright y cómo el director británico logró coreografiar todo el asunto. Adiciones que permiten en todo caso adivinar el procedimiento de trabajo de Wright, que ha logrado revalorizar los insertos y elevarlos a la categoría de arte. "Normalmente en mis películas los últimos días acabamos haciendo insertos y el equipo se hace cada vez más pequeño, y el reparto no está todo en el set. Creo que los últimos tres días solo rodamos primeros planos de cosas –volantes, palancas de cambios, pedales, tacómetros…- sin fin".
Quizá la mejor prueba del entusiasmo que puede generar Baby Driver, aparte de sus excelentes 226 millones de dólares de recaudación mundial (sobre un presupuesto de apenas 34) está en su casi inmediato estatus de película de culto y la cantidad de homenajes que ya ha recibido de sus fans. "El "fan art" comenzó después del tráiler y sigue todavía hoy", explica Wright, que sin embargo atribuye a su detalle humano el éxito de la cinta. "Creo que es la definición de los personajes e incluso su vestuario, y que la gente responde a que puedes realmente indentificarlos. A veces en en las películas de acción tienes buenos y malos que visten trajes negros o conducen coches negros. Aparte de la cara del actor no se distingue a nadie. Empleamos mucho tiempo delineando los personajes –lo que visten, su maquillaje, su corte de pelo- y creo que la gente ha respondido a eso".
Aunque quizá sea el amor a la música pop e indie lo que eleva Baby Driver por encima del mero experimento. Una banda sonora particularmente inusual que se plasma también en imágenes, tal es la cantidad de cameos musicales del filme. "Algunos son muy obvios, como Fela y también Sky Ferreira interpretando a la madre de Baby, y también Paul Williams, que interpreta al carnicero. Supongo que los cameos más breves son los de Killer Mke y Big Boi, que salen hablando con Kevin Spacey en el restaurante". Como si se tratase de un homenaje a los Blues Brothers y la mítica Granujas a todo ritmo, otra comedia musical con mucha acción, Baby Driver es un filme que respira verdadero amor a la música, y que desde luego no la utiliza como una mera excusa. "Grupos como Abba y ELO no son ya placeres culpables. Me gusta la música disco, que algunos consideran un placer culpable, pero simplemente es buen material", dice Wright. Y, por eso, su película, que combina de maravilla lo ingenuo y lo oscuro, no es solo un mero placer culpable.