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Crítica de 'Little Monsters', la comedia zombi con Lupita Nyong'o

Little Monsters es una comedia ligera (pero sangrienta) con zombis sueltos en un zoo infantil.

Little Monsters es una comedia ligera (pero sangrienta) con zombis sueltos en un zoo infantil.
Lupita Nyong'o en Little Monsters | A Contracorriente

La comedia de zombies Little Monsters nos llega en 2020, cuando obra capital concebida por George A. Romero en Amanecer de los muertos, con un grupo de sobrevivientes cercados por muertos vivientes en un centro comercial, hace tiempo que es más bien una certeza que una metáfora.

Si en aquella Romero disfrazó de película de terror un relato crítico con el capital y más bien antisistema (Zack Snyder tiraría la pelota al tejado de Oriente Próximo en su igualmente ansioso y radical remake post-11-S) la aquí presente, una comedia con zombis de nuevo "afortunadamente lentos" (ya que son niños sus potenciales víctimas) realiza una modesta pero apropiada digresión una vez la profecía se ha materializado. Little Monsters va de la necesidad desesperada de preservar ciertos espacios de inocencia y compasión por mucho de que éstos sean ya una mentira, un espejismo para la infancia.

Película a mayor gloria de Lupita Nyong’o y su vestido amarillo, Little Monsters comienza como una comedia pseudo romántica, con un gañán (Alexander England, igualmente bien) enamorándose de la atractiva profesora Lupita y la desafortunada invasión zombi que se produce durante la excursión de la clase a un zoo infantil.

La película se basa en esta única ocurrencia y sufre por ello, pero lo cierto es que gracias a tres buenos actores (destaquemos a Josh Gad interpretando a una mezcla alucinada de Pee Wee Herman y Jack Black) se mantiene bien. No es larga, carece de soluciones geniales pero mantiene el ritmo sin moderneces y una razonable energía cómica y narrativa.

Esa escena en la que la señorita Caroline corre a por la inyección para el niño, su amenaza velada al animador Teddy MacGiggle, o ciertos guiños finales a esa sociedad agresiva pero infantilizada de los muertos vivientes (la misma que Dave consigue dejar atrás en una situación de tensión) resultan altamente afortunadas. Los tiroteos sellados a ritmo de Neil Diamond o Taylor Swift son convencionales, pero rematan un pasatiempo con sentido.

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