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Crítica: 'Otra vuelta de tuerca', adaptación de Henry James con Mackenzie Davis

Otra vuelta de tuerca es un correcto filme de terror que, sin embargo, no acaba de dar en la diana del relato de Henry James.

Otra vuelta de tuerca es un correcto filme de terror que, sin embargo, no acaba de dar en la diana del relato de Henry James.
Otra vuelta de tuerca. | eOne

Malos tiempos para la lírica, pero no sabemos si para Henry James, que hubiera visto cómo su mítica Otra vuelta de tuerca es adaptada —si bien libremente— dos veces en los últimos meses de este triste 2020. La primera en la serie televisiva La maldición de Bly Manor, la segunda entrega antológica que Netflix ha encargado a Mike Flanagan (Doctor Sueño). Y la segunda en la adaptación aquí presente, una producción auspiciada en sus estratos iniciales por el mismísimo Spielberg (antes de ser cancelada por él mismo estuvo en manos del español Juan Carlos Fresnadillo) y que finalmente se ha estrenado con guión de los responsables de Expediente Warren y con dirección de la responsable de videoclips Floria Sigismondi.

En estas últimas palabras encontramos todas las claves de esta nueva Otra vuelta de tuerca, que trata de adaptar el ambiguo relato de James a las inquietudes y gustos terroríficos de la generación de The Conjuring (aunque transcurra a mediados de los noventa y en época "grunge") y que Sigismondi dirige con viveza y gusto estético irreprochable. El problema es precisamente el de la ambigüedad del punto de vista, que la película liquida desde el principio en su búsqueda de un punto de vista más moderno, específicamente femenino, sobre la presunta locura de una sufrida institutriz protagonista (encarnada por una solvente Mackenzie Davis) que comienza su aventura viendo la muerte de Kurt Cobain por televisión.

Otra vuelta de tuerca muestra de nuevo la fascinación casi masoquista de la joven profesora con el púber Miles, nunca explicito, pero no resulta una película especialmente afortunada en el resto de sugerencias y dualidades entre deseo y horror que pueblan los pasillos de esta nueva mansión. Su estética decadente, gótica, así como la fantasmagórica banda sonora de Nathan Barr resultan elocuentes y atractivas (esa imagen de Mackenzie Davis bajo los cuadros en su primer paseo nocturno...) y junto al adecuado ritmo que imprime el guión impiden el aburrimiento.

El único espíritu al que se convoca pero no acaba de presentarse es el de la obra maestra de Jack Clayton, titulada aquí Suspense, que ponía a Deborah Kerr en subterráneos apuros sexuales en virtud de una subtrama nunca explícita y un punto de vista nada confiable. El guión de los Hayes y la dirección de Sigismondi garantizan la ausencia de tiempos muertos y una buena estética, pero Otra vuelta de tuerca da la impresión de querer llevar a James a otro (legítimo) universo terrorífico mucho más definido... y menos inquietante.

Otra vuelta de tuerca se estrena en cines españoles el 11 de diciembre.

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