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Antonio Robles

España, la primera globalización

Este viernes se estrena el documental 'España, la primera globalización'. Un acontecimiento audiovisual de la máxima importancia.

Cada vez que asistimos a un partido entre selecciones, no puede uno dejar de sentir cierta orfandad nacional al comparar el orgullo de cualquier equipo cuando canta emocionado su himno nacional con la extrañeza ausente del propio. Callados, casi incómodos, sin saber dónde mirar y qué posición sostener, esperan impacientes a que acabe la música. Como si no fuera con ellos. Un reflejo de esta desgana nacional que nos lleva a despreciarnos a nosotros mismos como colectivo y a enzarzarnos en continuas riñas de campanario. Quién sabe si la ausencia de España en las dos guerras mundiales nos salvó de sus horrores y, por contra, nos hurtó la oportunidad de unirnos frente a la tragedia.

La historia de España se empezó a desmadejar con la pérdida de las últimas colonias en 1898 y no ha vuelto a levantar cabeza como nación. La leyenda negra difundida por sus enemigos y asumida como resaca por nosotros mismos ha hecho y aún hace mucho daño a la propia autoestima. Es hora de enfrentarnos a esa anomalía con hechos y razones para superar nuestra perplejidad.

No hablo o no pretendo hablar de emociones patrioteras o nacionalistas, sino de sentimientos, razones y hechos que construyen la personalidad de las personas y de los pueblos. Porque de la confianza de una persona en sí misma, o de un colectivo en su empresa común, depende su éxito y felicidad.

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Este viernes, 15 de octubre, se estrena en cines la película documental España, la primera globalización. Un acontecimiento audiovisual de máxima importancia para comprender el legado de España al mundo con mayor ecuanimidad de la que la leyenda negra interesada muestra, y nosotros consentimos.

La película documental de 110 minutos está dirigida por el galardonado con tres Goyas José Luis López-Linares, y en ella aportan sus conocimientos treinta y nueve historiadores de todo el mundo, entre los que destacan Carmen Iglesias, Ricardo García Cárcel, Martín Ríos Saloma, Elvira Roca, Stanley G. Payne, Carlos Martínez Shaw, Pedro Insua, Fernando García de Cortázar, Luis Ribot, Nigel Townson o Marcelo Gullo.

En un mundo audiovisual donde la letra impresa se ha reducido a sectores ilustrados, influyen más en la configuración del mundo plataformas como Netflix, HBO o las RRSS que la documentación enterrada en las bibliotecas. De hecho, influyen más y seguramente en la peor dirección. Pero no hay otro mundo, y en él hemos de competir. Ese será el primer logro de España, la primera globalización. Podrá llegar a toda la población, dar razones y hechos, transmitir cultura, abrir mentes y difundir nuestra propia visión del mundo contrarrestando visiones interesadas, cuando no mentiras a secas.

España, su larga historia, su imperio, está llena de hazañas y logros legendarios, un manantial inagotable de historias para guionistas que se habrían de poner en valor. EEUU, Inglaterra, Francia… lo han hecho. Los frutos están a la vista. ¿Por qué no nosotros, si fuimos el primer reino que unió por primera vez en la historia a todos los hombres y culturas de los cinco continentes? No sólo en la guerra y conquista, sino también en economía, en cultura, en tecnología, en mestizaje, en Derecho Internacional y derechos humanos. Incluso la lengua que acompañó a las tres carabelas se convirtió en el instrumento de comunicación de medio mundo y es hoy la segunda lengua comercial después del inglés.

Con ocasión del quinto centenario de la primera circunnavegación al mundo de Juan Sebastián Elcano, muchos nos quejamos de que nuestras autoridades la hubiesen ignorado. Cuando una persona carece de autoestima, o un pueblo ignora su pasado, o, aún peor, lo desprecia, está muy cerca de su ruina.

Recuerden, este viernes se estrena en cines España, la primera globalización. Son batallas culturales que hay que librar.

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