Andrés Arconada entrevistó a Juan Diego por la película que él consideraba que más había influido en su carrera, Los santos inocentes, de Mario Camus. "Ningún guion de ninguna película hasta entonces había sido tan determinante en mi carrera como éste de Los santos inocentes. Y para mí fue una auténtica sorpresa que quisieran contar conmigo".
Juan Diego había leído la novela de Delibes y le había dejado absolutamente impactado, pero en aquél momento "yo estaba enfermo y escuchimizado, llevaba barba y patillas, muy ochentero, así que, de pronto, verme en esa posibilidad me sorprendió". Para Juan Diego aceptar aquel papel fue todo un reto, "me dije, pero ¿cómo voy a hacer yo esto? A mí se me venía a la cabeza un Carlos Larrañaga que tenía ese aspecto, más llamativo, mucho más galán".
La muestra de que Los santos inocentes fue tan determinante en la carrera de Juan Diego que "a partir de ahí mi carrera cambió por completo y empezaron a encomendarme personajes de mayor peso e importancia". Pero Los santos inocentes, decía Juan Diego en aquella entrevista, "no sólo me cambió a mí la vida, yo creo que esta película se la cambió a todos, al propio Paco, a Landa, a Terele, a Agustín, a todos los que participamos en ella. Fue como si fuéramos nuevos para la profesión, es de esos milagros que se producen".
El encuentro con Mario Camus "fue en una cafetería en la plaza de Pedro Muguruza, era verano y hacía mucho calor. Por entonces yo vivía por la Castellana arriba y al presentarme con esa facha que tenía pensé que Mario me iba a decir ‘bueno, pues tómate un café y vete a casa. Eres un actor que me gustas mucho, pero no lo vas a hacer’". Sin embargo, Mario tenía muy claro que quería a Juan Diego para el papel. La respuesta del actor no puede definir mejor su carácter, "si os empeñáis, allá vosotros".
Juan Diego hablaba así de su personaje, "yo hice un señorito que parecía odioso, pero la gente se reía, era simpático y tenía ‘cariño’ a alguien que le admiraba mucho, no solo como señorito sino como cazador, que era Paco, al que tenía como una especie de coleguita para sus ratos libres". De los compañeros de reparto en aquella película solo tenía buenas palabras, "maravillosos, mira que Terele (Pávez) es rara, bueno pues en el rodaje estaba encantada, nos hicimos más amigos de lo que ya éramos. Y con Paco (Rabal), Aldredo (Landa), con Agustín (González)… reunir a todos ellos fue algo así como si los cómicos nos hubiéramos olido que allí se cocía algo".
Durante el rodaje de Los santos inocentes "nos reuníamos por la noche y nos íbamos a cenar a un bar de la carretera cercano a Badajoz, porque vivíamos allí. Y de pronto ya un día me salió decir: ‘bueno chicos, habrá que alquilar el esmoquin ¿no?’. Decía Landa que eso lo había dicho él, pero no, lo dije yo. Aunque cuando se ponía bruto reivindicando la frase, no me quedaba más remedio que decirle: ‘vale Alfredo, para ti la perra gorda’." La película pasó por el Festival de Cannes donde Alfredo Landa y Paco Rabal fueron premiados.
Pese a tanta armonía el rodaje no fue fácil, "fue bastante jodido", ya que "la película era el Badajoz seco de polvo, sudor y lágrimas" pero al llegar "empezó a llover, estábamos rodando en un prado donde Paco tiene la choza y a los dos días allí seguía lloviendo, se desbordó hasta el Guadiana, aquello fue durísimo". Ante eso Mario Camus cambió de planes, "tomó la determinación de rodar con lluvia y fue una película donde el verde estaba por todos los lados, los pájaros andaban por allí, fue todo como tocado por la gracia divina".
Entre las cosas que más cariño guardaba Juan Diego fue el día del estreno, "no se me puede olvidar, fue la primera vez que oí aplaudir durante la proyección de una película, me quedé acojonado", le contaba a Andrés Arconada. La secuencia aplaudida era "muy potente en la que Azarías (Paco Rabal) me ahorca, porque yo antes le había matado un animal, un ser querido para él que había tenido su protagonismo en la historia".
Tras Los santos inocentes "mi carrera cambió, empezaron a llegarme trabajos pero casi siempre, joder, de mal encarado". De esa forma llegaron "Dragon Rapide, el padre Villaescusa de El rey pasmado, de tal manera que tengo una fama de hijo puta importante". De hecho por la calle la gente le llegaba a decir, cómo nos contaba, "‘perdóname que te lo diga, pero qué hijo puta eras en Los santos inocentes’". Una frase que "he oído tantas veces que creo que me he convertido ya en eso, que no puedo vivir sin que no me lo digan".
Lo cierto es que Juan Diego era, no sólo un gran actor, sino un tipo simpático siempre dispuesto a atender a la prensa, algo que no podemos decir tan alegremente de las nuevas generaciones.