Menú

La muerte de Glenda Jackson, actriz genial y mujer rebelde

Glenda Jackson, destacada actriz de cine y televisión, fue una dama de gran fortaleza y carácter.

Glenda Jackson, destacada actriz de cine y televisión, fue una dama de gran fortaleza y carácter.
Glenda Jackson | Cordon Press

A los ochenta y siete años ha dejado de existir una de las más grandes actrices británicas, Glenda Jackson, que destacó tanto en la escena como en la pantalla, asimismo en televisión. Una dama de gran fortaleza, un genio irresistible en los escenarios y, en su vida privada, dueña de un carácter a veces irascible, de agrio humor con el que descargaba su ira contra sus enemigos, que en los años que también se dedicó a la política, siendo Margaret Thatcher la diana de muchas de sus invectivas. Sentimentalmente sólo se le conoció un hombre, el director teatral Roy Hodges, con quien contrajo matrimonio en 1958, divorciándose en 1976. Tuvieron un hijo, Daniel, nacido en 1969.

Glenda Jackson vino al mundo en el hogar modesto de un albañil y una limpiadora; ésta decidió inscribirla con ese nombre dada la admiración que sentía precisamente por una actriz, Glenda Farrell. A los dieciséis años, Glenda Jackson abandonó sus estudios escolares, trabajó un par de años en una tienda y en los laboratorios farmacéuticos Boots. Aficionada al teatro, entró a formar parte de un grupo de aficionados. Como su vocación crecía, llegó a obtener una beca que le facilitaría más tarde ingresar en la muy exclusiva Royal Shakespeare Compañía, en 1964. A partir de esa época, el nombre de la actriz se hizo imprescindible, por su probado talento, en muchas representaciones. Su salto al cine también le permitiría obtener brillantes trabajos. Sólo hay en el mundo una veintena de actrices que, como ella, han obtenido estos tres destacados premios: el Óscar, el Tony y el Emmy, que corresponden al cine, el teatro y la televisión.

Respecto a sus felices apariciones en la pantalla, citemos las dos ocasiones que le depararon el Óscar a la mejor actriz: la primera vez en 1969 por Mujeres enamoradas, donde se despendolaba en la cama junto al impulsivo Oliver Reed, ambos naturalmente en pelota picada. No le importó a la muy distinguida Glenda Jackson desnudarse ante las cámaras. Y la segunda vez que obtuvo la estatuilla dorada fue por su feliz interpretación en Un toque de distinción, año 1973, donde ejercía de diseñadora de modas casada con un hombre que la hizo muy infeliz. Son muchas más sus excelentes intervenciones cinematográficas. Como fueron bastantes y no vamos a citarlas todas, digamos que una de ellas sería en Sunday Bloody Sunday.

glenda-jackson-2017.jpg
Glenda Jackson en 2017 | Cordon Press

Su reputación teatral fue grande; puede que superara, y ya es decir, la lograda en el cine. Interpretó lo mejor del repertorio shakespiriano. También se acercó a la dramaturgia de nuestro Federico García Lorca cuando en 1980 decidió colocarse a las órdenes de Nuria Espert, la prestigiosa actriz barcelonesa que alternaría esa faceta con la de directora, en la función de La casa de Bernarda Alba. Nuestra compatriota sería premiada por su acertada labor. Para la televisión, Glenda Jackson se convirtió en Isabel I, ante las cámaras de la BBC, sin importarse raparse el cráneo con el fin de facilitar la labor de las maquilladoras.

De carácter indómito, disconforme con la política que sucedía en Gran Bretaña, decidió abandonar las artes escénicas para dedicarse en cuerpo y alma como diputada a partir de 1992. Estuvo en el Parlamento británico y ya dijimos que enfrentada a las ideas conservadoras que defendía Margaret Thatcher. Como diputada laborista estuvo hasta 2015.

Reapareció, tras tanto tiempo ausente como actriz, cuando contando ochenta y dos años se atrevió a dar vida nada menos que al Rey Lear, sin importarle que la criticaran por defender un personaje masculino. Y triunfó.

La personalidad de Glenda Jackson era indiscutible. Y su fama no sólo la disfrutó en Gran Bretaña, pues saltó al charco a los Estados Unidos, tanto para rodar películas en Hollywood como asimismo pisar los escenarios de Broadway. Un escritor del prestigio de Julio Cortázar la eligió como protagonista de uno de sus mejores cuentos: Queremos tanto a Glenda.

Su indómito carácter lo arrastraba desde temprana edad. Malhumorada muchas veces. Eso se ejemplifica muy bien sabiendo que habitaba una vivienda en el sureste de Londres, debajo de la que ocupaba su hijo, acreditado comentarista político de ideología conservadora. Dado que Glenda era todo lo contrario, republicana, izquierdista, a diario mantenía constantes discusiones con Dan. Y así, iba discurriendo el tiempo, ya alejada de los escenarios y los estudios cinematográficos. Aunque aceptó rodar no hace muchos meses, The Great Escaper, que iba a ser su testamento artístico, aún sin estrenar; película que coprotagonizó con el nonagenario Michael Caine. Con Glenda Jackson desaparece una actriz genial, soberbia.

Temas

En Cultura

    0
    comentarios