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'Hypnotic', la película de Ben Affleck que parece sacada de la cartelera del 98

Ben Affleck protagoniza Hypnotic, un thriller de ciencia ficción con la hipnosis como complemento a una investigación policial.

Ben Affleck protagoniza Hypnotic, un thriller de ciencia ficción con la hipnosis como complemento a una investigación policial.
Hypnotic | Diamond

Masones, sectas, reuniones secretas… Las misteriosas fuerzas ocultas que van definiendo una realidad cada vez más imprevisible suman otro elemento extraño en Hypnotic, un thriller dirigido por Robert Rodriguez y protagonizado por Ben Affleck en la que, como habrán adivinado, la hipnosis tiene un papel protagonista.

A medio camino entre Origen de Nolan (pero con mucho más que ver con Firestarter, una de las iniciales novelas más políticas de Stephen King, o por ejemplo Dark City, a la hora de vestir el noir de ciencia ficción conspiranoica), Hypnotic cobra la forma de un relato policiaco convencional con policía traumatizado de por medio. El detective Rourke (Affleck) busca desesperadamente a su hija y se encuentra conque unos atracos ejecutados de manera casi sobrenatural podrían tener mucho que ver con la pérdida personal.

El resultado, naturalmente y tratándose del realizador de Spy Kids y Desperado, no tiene mucho que ver en ambición con los referentes citados. Pero Hypnotic, película más caradura que realmente inteligente, es una de esas películas que caen simpáticas, al menos si sabemos adaptarnos a su ADN de pura serie B, o si quieren, tonteando un poco con la Z. Es más, Rodriguez fotografía el filme como si de un actioner de Jerry Bruckheimer de los noventa se tratase, dando como resultado una película que parece extraída directamente de la cartelera de octubre de 1997: William Fichtner es el villano, el propio Affleck el héroe y la fotografía virada a tonalidades naranja y la banda sonora hacen el resto. Sus modos y maneras se articulan como un modesto thriller de los que todavía en aquel momento funcionaban moderadamente bien en las carteleras.

Los dos o tres giros que la película distribuye en sus primeros cuarenta minutos (de los escuetos noventa que dura) justifican el ritmo apresurado de un planteamiento y un desarrollo que van con la directa metida. Obviamente, perdonarle sus carencias es casi un acto de fe, pero la película, sobrecargada de exposición y diálogos como está -Rodriguez siempre fue un guionista paupérrimo- hace gala de cierta pulcritud a la hora de exponer una realidad compuesta ya enteramente de simulaciones. Un thriller de acción simpático que hubiera merecido de algo más de cuidado, o de reescrituras, pero que tal y como están las cosas se aprecia en su justa medida.

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