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'Los guardianes de la fórmula', el accidente nuclear que los comunistas ocultaron en Yugoslavia

Basada en hechos reales, la película serbia cuenta cómo unos médicos franceses lucharon por salvar la vida de un grupo de científicos comunistas.

Estrenos en plataformas fin de semana 02/02/24: Superar los miedos, comunistas serbios y una oficina en bucle

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Basada en hechos reales, la película serbia cuenta cómo unos médicos franceses lucharon por salvar la vida de un grupo de científicos comunistas.
Filmin

Comunismo y energía nuclear no casan bien. El accidente más conocido es Chernóbil, pero no el único. Mayak, en los montes Urales, afectó a cientos de miles de personas, y al igual que en Chernóbil, el secretismo por parte de la URSS fue la tónica dominante. De hecho, tuvieron que pasar más de 20 años para que el mundo tuviera conocimiento de ese accidente nuclear.

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Con el interés de los espectadores de todo el mundo por todo lo relacionado con lo atómico tras el terremoto que supuso en la taquilla Oppenheimer, este fin de semana llega a Filmin la película serbia Los guardianes de la fórmula. Basada en hechos reales, nos cuenta otro de esos accidentes nucleares que los comunistas silenciaron. Este ocurrió en Instituto Boris Kidric de Vinča, ciudad próxima a Belgrado en la extinta Yugoslavia. En un proyecto secreto los yugoslavos buscaban hacerse con la bomba atómica en un proceso con todos los ingredientes propios del comunismo: espías, contraespías, secretismo, camaradas y todo por la dictadura del proletariado.

En octubre de 1958, con la Guerra Fría en pleno apogeo, un grupo de jóvenes científicos comunistas dirigidos por el profesor Popović (Radivoje Bukvić) son irradiados por accidente con una dosis letal de uranio. Para intentar salvarles la vida, el grupo es enviado a Francia al Instituto Curie, una clínica de tratamientos médicos experimentales dirigida por el respetado doctor Georges Mathé.

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Los guardianes de la fórmula es un thriller bien construido con unos flashbacks perfectamente integrados en la trama sin que el espectador se pierda en ningún momento. El director ha sabido dosificar la información sobre el tratamiento que reciben en París, con el posible primer transplante de médula ósea de la historia, con lo que pasó aquel día durante el experimento nuclear en Yugoslavia. Consigue, de hecho, que pese a que la mayoría de los espectadores no tengan ni idea de los procesos nucleares ni médicos, puedan seguir perfectamente la historia.

Los médicos franceses y los científicos yugoslavos desconfían unos de los otros, partiendo del hecho de que los que tienen que curar no saben siquiera cómo ha sido el accidente ya que el secretismo comunista impide revelar la más mínima información. Los otros se sienten como ratones de laboratorio. Pese a las reticencias ideológicas, el compromiso científico de los franceses se impone para que busquen la forma de salvar la vida a los científicos yugoslavos.

En Los guardianes de la fórmula vemos como las historias heroicas también pueden ser protagonizadas por gente corriente, personas empáticas que no dudan en acudir a un hospital a donar sangre, por ejemplo.

Curiosamente en la producción de Los guardianes de la fórmula han participado productoras de casi todos los países que integraban la antigua Yugoslavia: Cobra Film y Ton Film (Serbia), Perfo Production (Eslovenia), Bitter Frames Production (Montenegro) y Skopje Film Studio (Macedonia del Norte). La película tuvo su premier mundial en el Festival de Locarno, donde causó sensación. La película está basada en el libro de Goran Milašinović El caso Vinča. Sin duda, una película que sirve para arrojar luz sobre uno más de esos episodios silenciados por el comunismo.

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