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La muerte de Rosalía Dans: de 'Los gozos y las sombras' a 'Amanece que no es poco'

Hija de una gran pintora y un excelente periodista, la actriz falleció en Madrid a los sesenta y ocho años.

Hija de una gran pintora y un excelente periodista, la actriz falleció en Madrid a los sesenta y ocho años.
Rosalía Dans, en 'Los gozos y las sombras' | Youtube

Ha muerto en Madrid este pasado lunes la actriz gallega Rosalía Dans. Tenía sesenta y ocho años y alcanzó la popularidad en Los gozos y las sombras, una de las series de Televisión Española más repuestas y de extraordinaria calidad. De sus penúltimas apariciones, ya en el cine, Amanece que no es poco, filme de culto que también se programa a menudo en la pequeña pantalla.

Rosalía Dans era hija de una gran pintora, María Antonia Dans y de un excelente periodista, Celso Collazo. Entre sus mejores trabajos se cuentan las series Anillos de oro y Lorca, la muerte de un poeta. Pero en Los gozos y las sombras es donde desarrolló su mejor dimensión dramática en el personaje de Rosario la Galana, una desamparada joven de la que se aprovechaba el chulesco y dictatorzuelo local de un pueblo costero galaico que, con su veteranía, interpretó eficazmente Carlos Larrañaga.

Siendo su faceta de actriz lo que más llenaba la vida de Rosalía Dans, acabó abrazando la pintura, sin duda por influencia materna, y así, a comienzos del decenio de los 90
abandonó por completo el cine y la televisión para dedicarse en cuerpo y alma a pintar. Celebró con éxito varias exposiciones.

Cuando su madre enfermó gravemente no se apartó de su lado y durante el último mes de vida de María Antonia Dans, Rosalía permaneció a la vera de la moribunda, durmiendo encima de un colchón tendido en el suelo.

Sin amores conocidos

No se le conocieron amores a Rosalía Dans y si los tuvo, bien supo guardarlos para así, sin dar pábulo alguno para la prensa del corazón. Se da la circunstancia de que hace tan sólo unos días en la localidad coruñesa de Curtis se inauguró la Casa-Museo de María Antonia Dans, de donde era oriunda, en cuya gestión su hija había tenido mucha significación hasta conseguir los permisos oportunos. Lamentándolo como puede suponerse, Rosalía no pudo estar presente, quedándose en Madrid, donde vivía, ya herida de muerte por su enfermedad.

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