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ESTRENOS DE CINE

'The Alto Knights', la historia de Genovese y Costello con Robert De Niro en doble papel

The Alto Knights, estrenada en cines españoles, tiene a Robert De Niro interpretando el doble papel de Vito Genovese y Frank Costello.

The Alto Knights, estrenada en cines españoles, tiene a Robert De Niro interpretando el doble papel de Vito Genovese y Frank Costello.
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En The Alto Knights el veterano Barry Levinson, responsable de títulos antaño relevantes como Rain Man, La cortina de humo o Good Morning Vietnam, toma una serie de decisiones curiosas. Narrada desde el punto de vista del mafioso Frank Costello (Robert De Niro), que cuenta en primera persona y mirando directamente al espectador su pelea con Vito Genovese (de nuevo, De Niro) por el liderazgo del crimen organizado en la Nueva York de los 50, la película asume que el juego de homenajes al cine criminal, fundamentalmente poner a su protagonista a interpretar dos sujetos que representan la cara opuesta humana de la misma moneda (mafiosa), será aceptado como un recurso metalingüístico legítimo dentro de los parámetros de una película americana clásica más cercana, en el fondo, a una lúdica serie B a lo James Cagney que a un gran drama humano como El Padrino.

Pese a que el exceso siempre ha sido territorio grato para De Niro, el riesgo de que The Alto Knighs parezca una versión spaguetti de las comedias de Eddie Murphy está ahí, y es el propio director Barry Levinson quien lo refuerza deliberadamente en ocasiones. El sentido del humor pintoresco que a veces asoma por la película, que al menos resulta honesta con su espectador (hilarante la discusión de Genovese con Vincent Gigante sobre los mormones de camino a la reunión climática del film), puede que sea un tanto esquinado, pero no anula cierto romanticismo a la hora de disfrutar de una película de mafiosos de toda la vida.

El verdadero problema de The Alto Knighs son unos primeros cuarenta y cinco minutos verdaderamente caóticos, en donde Levinson y el guion de Nicholas Pileggi (Casino y Uno de los nuestros, nada menos) usan y abusan de la voz en off y un montaje taquicárdico mientras buscan desesperadamente un hilo del que tirar. Hasta que el film centra en lo que realmente importa, esa inevitable guerra entre dos amigos llamados a ser enemigos, o entre la seriedad de un mafioso político como Costello y el trastorno narcisista de un criminal impulsivo como Genovese, ocurren mil acontecimientos que la película se limita a acumular enfermizamente. La narración es un amera enumeración de acontecimientos que, si tiene relevancia dramática, desde luego no se manifiesta, por mucho que el cierto aire paródico de documental Netflix que Levinson imprime al relato ayude a pasar rápidamente por el asunto.

El film mejora significativamente en su segunda mitad, cuando -demasiado mal, demasiado tarde- The Alto Knights se afana en contar lo que realmente importa. Y ahí el oficio y trayectoria de Levinson, que se vale nada menos que de Dante Spinotti en la fotografía y la potente producción de otro nombre relevante como Irwin Winkler, empiezan a manifestarse adecuadamente. Eso da la oportunidad a realizador para planificar un largo desenlace convincente y relativamente hilarante (basado en hechos reales) y a que, por fin, la emoción por el destino final de cada una de estas dos escisiones del arquetipo de mafioso cinematográfico, el racional y el visceral, el apocalíptico y el integrado, llegue al espectador. Dos caras como las de la propia película, bastante menos terrible de lo que se ha dicho, pero que resulta errática y caprichosa al principio, hábil y respetable después, y fallida en su conjunto.

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