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Julia Navarro: "El mundo está lleno de gente capaz de pisar todos los cuellos que encuentra"

La escritora, con más de cinco millones de lectores en todo el mundo, vuelve a las librerías con Historia de un canalla.

La escritora, con más de cinco millones de lectores en todo el mundo, vuelve a las librerías con Historia de un canalla.
Julia Navarro, escritora | EFE

Soy un canalla y no me arrepiento de serlo. He mentido, engañado y manipulado a mi antojo sin que me importaran las consecuencias. He destruido sueños y reputaciones, he traicionado a los que me han sido leales, he provocado dolor a aquellos que quisieron ayudarme. He jugado con las esperanzas de quienes pensaron que podrían cambiar lo que soy. Sé lo que hice y siempre supe lo que debí hacer.

Estas son las credenciales con las que se presenta Thomas Spencer, el protagonista de Historia de un canalla (Plaza&Janés), un personaje sin escrúpulos ni conciencia, que hasta su creadora lo detesta. Julia Navarro regresa a las librerías tras haber conseguido con anteriores novelas (La sangre de los inocentes; Dime quien soy o Dispara, yo ya estoy muerto) más de cinco millones de lectores en todo el mundo.

Vuelve con toda su esencia -la misma que ha logrado que sus libros sean traducidos en más de treinta países-, con personajes muy potentes y escenas tan bien descritas que logra trasmitir al lector la tensión que en ellas se vive. Hay una diferencia clara con las anteriores: la historia, que trascurre entre Nueva York y Londres, es una historia de hoy. Julia Navarro recibe a Libertad Digital.

PREGUNTA ¿Qué se van a encontrar los lectores en Historia de un canalla?

RESPUESTA. Se van a encontrar una novela muy moderna que quiere ser un retrato del lado oscuro de la sociedad actual. Trascurre entre Nueva York y Londres. Su protagonista es un hombre que pertenece al mundo de las grandes agencias de comunicación, un mundo glamuroso, donde él demuestra tener muy pocos escrúpulos y se comporta como un auténtico canalla.

P. Hablamos de un hombre que disfruta destruyendo a los demás.

R. Detrás de esa imagen de hombre sofisticado y triunfador, hay un gran resentido. Tiene un problema mal resuelto en su infancia y lo arrastra a lo largo de su vida.

P. La vida le pone oportunidad de resarcir sus pecados, ¿por qué no lo hace?

R. Él tiene atisbos de conciencia cuando reflexiona cómo habría sido la vida, no suya, sino de los otros, si él hubiera tenido un comportamiento distinto. Se lo plantea, sabe que lo ha hecho mal, pero el rencor que anida en él es superior a cualquier atisbo de bondad. Es un personaje difícil, lleno de oscuros. Es un canalla y a los lectores les va a costar empatizar o sentir algo de simpatía . Yo no lo siento.

P. ¿Le ha costado ponerse en el lugar de un hombre con una mente tan retorcida?

R. Ha sido muy complicado para mí construir este personaje. Había momentos que estaba realmente deseando terminar la novela para separarme de un personaje que es un canalla. He terminado exhausta, deseando decirle: "Ahí te quedas".

P. En la vida real, ¿existen este tipo de canallas?

R. Todos nos cruzamos con este tipo de canallas, personas que nos ofrecen su mejor cara, la del triunfador, y que tienen pocos escrúpulos. El mundo está lleno de esta gente capaz de pisar todos los cuellos que encuentra a su alrededor con tal de conseguir sus objetivos.

P. ¿Y nunca dan marcha atrás?

R. Me produce un auténtico shock las personas que dicen "yo no me arrepiento de nada y volvería a cometer los mismo errores". Me causa un asombro enorme esa soberbia.

P. En sus anteriores novelas, la historia de los protagonistas se entrelaza con grandes horrores del siglo XX. ¿Hay un cambio de registro en Historia de un canalla?

R. Yo no hago novela histórica, he contado el siglo XX, mi siglo. Era el escenario al que yo subía a mis personajes y ahora hago lo mismo, un retrato de la sociedad en el mundo que nos está tocando vivir. Sí que ha habido un cambio en la forma de contar y plantearlo, es una novela muy moderna y actual porque trascurre aquí y ahora.

P. La novela no deja en muy buen lugar a las agencias de publicidad y comunicación. ¿Se ha ganado alguna enemistad?

R. Se van a enfadar todas conmigo (ríe). Sería absurdo e injusto establecer una sombra de sospecha sobre todas las agencias, pero es verdad que nos bombardean continuamente con mensajes para que consumamos. Nos quieren convertir, más que en ciudadanos, en consumidores. Creo que nos tienen que educar desde pequeños y enseñarnos a pensar. Es una auténtica tragedia que una asignatura como la Filosofía, que ayuda al ser humano a hacerse preguntas e intentar buscar las respuestas, haya desaparecido. A veces pienso que quien hace los planes de educación prefiere ciudadanos poco formados porque así es más fácil manipularlos.

P. En el libro también vemos cómo se utiliza el descrédito del rival como una herramienta política.

R. No creo que haya un periodista que no se haya encontrado alguna vez en su vida con alguien que le filtre algo, independientemente de que sea verdad o no, para fastidiar al contrario. Los colegas no se pueden caer del guindo, a lo mejor los lectores sí se llevan una sorpresa al viajar al otro lado del escenario.

P. En Estados Unidos, una infidelidad puede acabar con una carrera política. ¿Es muy distinto a España?

Sí, por suerte. Me cuesta comprender que la sociedad americana no se escandalice por bombardear ciertas zonas del mundo y causar miles de muertos, pero se rasguen las vestiduras porque un presidente ha tenido un affaire con una señorita ¿Qué es moralmente más reprochable? ¿Qué es lo que afecta realmente a los demás? Lo que una persona haga en su vida privada, siempre que no tenga trascendencia pública en el sentido de que no esté robando a nadie o utilizando fondos públicos para mantener esa relación, a mí sinceramente me da lo mismo. No termino de comprender esa parte de la moral americana.

P. Historia de un canalla sale al mercado con una tirada inicial de 300.000 ejemplares en español. ¿Dan vértigo esas cifras?

R. Sí que dan vértigo. Con cada novela te la juegas, partes de cero. Siempre pienso: "¿Lo venderemos?". Hasta ahora he contado con el favor de los lectores, pero cada novela tiene vida propia.

P. ¿Entra en las librerías para ver su novela?

R. Me da cierto pudor. Soy muy tímida y cuando sale mi novela, me da vergüenza que piensen que entro a la librería a ver cómo está colocada, pero no, es que voy a comprar un libro. Ver la novela te impacta y, al mismo tiempo, es tu criatura y te llena de satisfacción.

P. ¿Tiene miedo a la piratería?

R. Está haciendo mucho daño a la industria editorial. Hace falta que algún gobierno se tome en serio que hay que enseñar desde la escuela el respeto a la propiedad editorial. Piratear es robar. Esto sucede en España y en países tercermundistas. En otros países Europeos esto no sucede.

P. ¿Y qué piensa del conocido como 'IVA cultural'?

R. Si ha habido un Gobierno que ha terminado de destrozar la cultura, ha sido este Gobierno. Estos cuatros años han sido patéticos, han hecho todo lo posible para arrinconar cualquier atisbo de cultura.

P. En los últimos años, se han adaptado varias novelas al cine y a la televisión. ¿Le gustaría?

R. Si se lleva bien, bienvenido sea. Pero no a cualquier precio. Me gano la vida escribiendo, mis criaturas son los libros y si pueden tener una segunda vida y llegar a más gente en la tele o en el cine, estupendo; que no sucede nunca, no pasa nada.

P. Me contaba que es una lectora empedernida. ¿Qué libros le han marcado?

R. Me hice feminista leyendo a Doris Lessing y el Cuaderno dorado. Cuando era pequeña me fascinó leer una versión infantil de la Odisea, era abrir los ojos a un mundo fascinante en el que todo lo que pasaba tenía un porqué, es un libro lleno de preguntas; y luego, los clásicos Cervantes, Lope, Calderón, y los escritores rusos. Soy una apasionada de Tolstói, Gógol , Dostoyevski, son auténticos maestros en retratar la sociedad de su época y, en definitiva, es lo que yo siempre intento.

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