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Alfredo Alvar desmonta el mito sobre Felipe IV: "No fue un pasmado, fue el primer Rey Sol"

Felipe IV. El Grande (Esfera de los libros) es la biografía de "uno de los reyes más injustamente relegados al olvido de la historia de España".

Felipe IV (Valladolid, 1605-Madrid, 1665) reinó en España desde 1621 hasta su muerte. En resumidas cuentas, la historiografía describió este periodo como el declive del Imperio español y tachó al monarca de "Austria menor", "mojigato" y "pasmado". Alfredo Alvar (Granada, 1960), doctor en Historia por la UCM y especialista en los Siglos de Oro, quiere hacer justicia al descrédito en torno a "uno de los reyes más injustamente relegados al olvido de la historia de España". Trata de redimir su figura, no su reinado, en Felipe IV. El Grande (Esfera de los libros).

Alvar achaca este descrédito y este ostracismo a un aspecto "inherente al juego político": "Crear una leyenda negra en torno a Felipe IV era muy fácil de hacer. Además, durante la Ilustración, y más en el siglo XIX, se acuñan términos como el de Austrias menores y se piensa que no merece la pena escribir sobre ellos porque no van a dar prestigio al historiador. La historiografía solo se dedicó a las grandes glorias de Carlos V y Felipe II", consideró el autor. A esto se suma que "las grandes biografías sobre el conde-duque de Olivares han eclipsado su vida".

"A Felipe IV se le conoció como Felipe el Grande, o el Cuarto Planeta, o el Rey Sol", defiende. "Se da la circunstancia de que a su muerte, la fragilidad de la herencia que recayó en un enfermizo Carlos II se vio asfixiada por la enorme presencia de un rey francés que no tuvo a mal apropiarse de símbolos y lemas de la caduca monarquía de España. Luis XIV pasó a la historia como el Rey Sol. Hora es ya de que se sepa que fue el segundo y que el primer Rey Sol fue Felipe IV".

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Alvar sostiene que el siglo XVIII ha sido recuperado hace apenas tres o cuatro décadas, hasta entonces solo se "escribían tópicos" y defiende que Felipe IV tuvo que reinar "durante uno de los periodos más comprometidos y decisivos de la época imperial". Fue un "rey sin suerte" que se encontró con escollos políticos, guerras y tragedias personales. "En 1640, catalanes y portugueses se sublevaron. Poco después Nápoles...", recuerda el académico de la Real Academia de la Historia. "En un momento de tal debilidad, la gran crisis, el rey toma la decisión de seguir peleando por conservar esos territorios. En 1650, Cataluña es el territorio más pobre, es una esquina del Mediterráneo mientras que Portugal es la fachada al océano Atlántico e Índico, era todo. Pero se optó por luchar por Cataluña".

"Entre las paces de Westfalia y los Pirineos, se podría haber desmantelado completamente la monarquía de España y, sin embargo, no. ¿Por qué? Estoy convencido de que existe una escuela de diplomáticos españoles en el siglo XVII que son capaces de mantener la unidad de la monarquía frente a los demás, que son capaces de engañar a los demás cuerpos diplomáticos, son fabulosos. Así no vieron que si apretaban un poquito, todo acababa", sostiene Alfredo Alvar.

Conde-duque de Olivares

La fecha clave que marcó su reinado fue 1643, año en que cayó en desgracia su valido, el conde-duque de Olivares. Entonces se apoyó en varios consejeros como Luis de Haro, Juan José de Austria (su hijo natural) o sor María de Ágreda. "La muerte del conde-duque de Olivares fue para el rey un alivio por la presión personal que suponía. Felipe IV pasó mucho tiempo queriendo emular a Felipe II y, sobre todo, a Carlos V. No porque fuera un pasmarote sino porque consideró que era su obligación reinar como reinaron ellos. Felipe IV quería ir a la guerra y Olivares no le dejó porque era un riesgo. Por eso es un alivio su muerte, puede tomar sus propias decisiones". Aún así, existe una continuidad en la política, sobre todo en la defensa de la religión y de la dinastía.

A nivel personal, a Felipe IV le acompañó la muerte durante toda su vida. Perdió a su esposa Isabel de Borbón, a la que siempre consideró "la reina" a pesar de volver a casarse, y a diez de sus trece hijos legítimos. Le afligió sobre todo el fallecimiento del príncipe Baltasar Carlos, "la segunda gran esperanza de la monarquía".

Su apelativo de rey pasmado viene de una curiosa circunstacia, como explica Alvar: "Gonzalo Torrente Ballester hace una antología de las cartas de Sor María de Agreda –confidente del monarca– y a raíz de este texto, escribe una novela sobre un rey pasmado e Imanol Uribe hace una película sobre Felipe IV. Es obvio que ese pasmado es Felipe IV y Uribe lo convierte en carne y hueso. A los españoles les encanta esa simpleza".

Alfredo Alvar considera que hay que agradecerle su defensa de las artes y las letras, convirtiendo a España en una de los más grandes referentes artísticos que el mundo ha visto.

Alfredo Alvar Ezquerra. Felipe IV. El Grande. Esfera de los libros, 2018. ISBN 9788491642817. Páginas: 696 + 48 ilustraciones. Precio 34,90 €

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