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¿Que ocurrió en realidad con los Peaky Blinders? La historia verídica de los hermanos Shelby

¿Qué hay de verdad y mentira en la serie Peaky Blinders? Un libro analiza el impacto real de las "slogging gangs".

¿Qué hay de verdad y mentira en la serie Peaky Blinders? Un libro analiza el impacto real de las "slogging gangs".
Peaky Blinders | Archivo

"Atractivo, inteligente y carismático, el expediente del Servicio de Seguridad del Estado muestra también que Thomas Shelby es un gangster, un mafioso, un ladrón armado, el líder de los Peaky Blinders y un corredor de apuestas que opera desde su base en Small Heath". Así describe Peaky Blinders. La verdadera historia (Principal de los Libros) al personaje de Thomas Shelby, el líder de los Peaky Blinders encarnado en la célebre serie de televisión por el inquietante Cillian Murphy.

Solo que Thomas Shelby, a diferencia de otros como Billy Kimber, nunca existió. Sí que lo hicieron los Peaky Blinders, aunque como explica el historiador Carl Chinn, nieto de un corredor de apuestas ilegales de la banda, con no pocas diferencias. El libro que lo cuenta acaba de publicarse y es un resumen conciso, sin cursilerías, de la conducta más bien poco romántica de unos delincuentes callejeros cuya carrera criminal y violenta cimentó la mala fama de la hasta entonces tranquila ciudad industrial de Birmingham.

Evidentemente, los Peaky Blinders reales no entraban a caballo en las calles a ritmo de música contemporánea. La serie de Steven Knight (cuya madre también trabajó para un corredor de apuestas) es uno de los descubrimientos más notables de la televisión del último lustro, y sin duda no ahorra violencia, pero también aporta una notable cantidad de glamour en pos del (excelente) entretenimiento. Porque en realidad ni siquiera era la pura necesidad lo que movía a estas "slogging gangs" como los Peaky Blinders, nacidas todas ellas producto de cierta clase de miseria moral y económica en plena Revolución Industrial y tecnológica.

Ellos eran, en su mayoría, obreros de la industria del latón que buscaban completar ingresos con el pillaje o entretenerse con el ruidoso juego del "Pitch and Toss" (lanzar monedas al aire y apostar en las calles) y con las peleas a puñetazos producto de su escasa o nula educación. Eran clases bajas víctimas de la exclusión y marginación social (aunque no del desempleo: todos ellos tenían trabajo) y al principio sus fechorías no tenían mayor impacto fuera de su radio de acción. Nunca se vio un Peaky Blinder en los barrios de las clases altas, probablemente las más seducidas (o temerosas) por el mito callejero de las bandas. Hasta que, evidentemente, la sangre empezó a correr demasiado cerca.

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Los Peaky Blinders en acción | Archivo

Para empezar, los Peaky Blinders y las cuchillas Gillette de sus gorras no coincidieron en el tiempo, y cuando llegaron unas se fueron los otros. Y además lo hicieron como artículos de lujo, inalcanzables para esa misma clase obrera. El nombre, "peaky", por los gorros, y "blinders", por cegar, no se debe a la sangre que cegaban a sus víctimas cuando las cortaban en la frente, sino de su manera de insertar el accesorio en sus propias cabezas, tapando uno de sus ojos de una manera amenazante y carismática. En esta mezcla de verdad y mito destaca su acierto a la hora de vestir, con ese bombín célebre, su pañuelo y el pelo rapado y tupé rematado con unos inconfundibles pantalones de campana, otra prenda oficial de las "slogging gangs".

Realidad y ficción se entremezclan en la serie, como lo demuestra la figura trascendental del jefe de policía Charles Haughton Rafter. Hay muchos puntos que unen a Rafter con el comisario interpretado por el mefistofélico Sam Neill: ambos son protestantes irlandeses, fueron convocados por Churchill y los dos se empeñaron en acabar por las bandas de Birmingham. No obstante, Rafter tuvo éxito gracias a una combinación de fuerza, inteligencia y tesón, cualidades muy distintas a las del oscuro inspector Campbell creado para la ocasión. Un antagonista que al final provoca que nuestra simpatía se incline por Shelby pese a la patética humanidad que le confiere el actor neozelandés.

Los Shelby son en realidad los Sheldon, corredores de apuestas ilegales para los que trabajó la madre de Steven Knight. Siempre impecables y armados, todos bebían cerveza en tarro y probablemente eran los únicos hombres "bien vestidos en un barrio pobre de Birmingham". Su estampa fue la base para construir a los Shelby, el hilo conductor de una serie que se prolonga ya cinco temporadas, como también la caracterización de los tres hermanos protagonistas. La lista de delitos enumerada por Chinn, quizá de manera demasiado seca pero indudablemente prolija y bien documentada, estimula la curiosidad pero no la admiración.

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Portada de Peaky Blinders. La verdadera historia | Principal

En realidad, explica el autor, el reinado de los Peaky Blinders fue fugaz. En 20 años ya habitaban en el olvido gracias a una eficaz combinación de fuerza policial y judicial, pero también la creación de clubes legales de recreo y juego que proporcionaron una salida a las pasiones juveniles que anteriormente se canalizaban en violencia. Eso incluyó especialmente competiciones de boxeo, la manera perfecta de soltar vapor para los jóvenes empleados de fábricas, y el fútbol, actividades puramente físicas que acabaron con los Peaky Blinders tanto como la vital labor del jefe Rafter.

Pero fue un factor externo lo que contribuyó a finiquitar definitivamente la nefasta influencia de los matones, una inyección de mortal realidad que sacudió a toda Europa. La Primera Guerra Mundial llegó para arrasar con todo el mapa y muchos de ellos fueron llamados a filas. Para los que regresaron de la Gran Guerra todo había cambiado, porque para empezar el mundo era ya distinto.

El reinado de los Peaky Blinders fue fugaz, sí, pero suficiente para atemorizar a la población y dar pie a un par de cambios en su propia moda, que se permitió evolucionar desde el rapado con flequillo hasta la raya al medio. Solo esto, en buenas manos, puede ser suficiente para crear una buena serie de televisión.

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