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'La coalición frente a la pandemia': los tejemanejes de Sánchez e Iglesias, la gran bronca y un 'Illa sin competencias'

Llapart y Monrosi relatan cómo se vivió desde dentro la gestión del Gobierno de la crisis del coronavirus.

El complicado imaginar otro gobierno que hubiera gestionado peor la pandemia de la Covid-19, pero éste es el que nos tocó. Un gobierno cuyo primer objetivo y punto de disputa fue la nueva ley de libertad sexual y el enfoque de las políticas de género, de ahí que el 8 de marzo fuera el origen de todos los pecados virales.

Pedro Sánchez llegó a la Moncloa amparado por un experimento de coalición (social-comunista) entre Unidas Podemos y PSOE con fisuras claramente evidentes. (y con el apoyo de republicanos y proetarras) La pandemia les ha "robado tiempo hasta para pelearse", pero, aun así, han sido semanas de tensión, confrontación y desavenencias. Los periodistas María Llapart y José Enrique Monrosi se asoman en La coalición frente a la pandemia (Península) a los despachos donde se tomaron las decisiones para intentar gestionar la crisis sanitaria y construir el llamado relato y a aquel Consejo de Ministros crucial, "el más largo que se recuerda", en el que se aprobó el decreto del estado de alarma.

El libro desgrana, a partir del testimonio de más de 40 protagonistas y fuentes cercanas –con más de 75 horas de grabación–, cómo se gestó la coalición y cómo se afrontó la primera ola de la covid-19. A pesar de que los autores aseguran que es una crónica de los hechos y no un balance sobre la gestión, resulta un relato bastante benévolo en su forma de unos meses cruciales para España.

La primera parte está acaparada por la relación entre "Pedro y Pablo" y de cómo Sánchez pasó de un discurso en el que reiteraba que no se daban "las condiciones para que el señor Iglesias sea miembro del Gobierno" al acuerdo que le condujo al sillón presidencial y que hizo al líder de la formación morada vicepresidente, de tenerle sobre la lona a resucitarle.

-¿Qué tal, cómo estáis? – Sánchez mira a las cámaras, no a su socio y no deja de sonreír.
Ningún periodista llega a contestar lo que muchos están pensando:
-¿Que cómo estamos? Pues alucinando, presidente.
Porque, aunque ahora parezcan viejos amigos, la última vez que los dos políticos se dejaron ver juntos fue ocho días antes, en la noche del debate electoral, cuando Sánchez le dijo a Iglesias que mentía y ponía en riesgo la unidad de España.

(Pág. 91)

Tras unas primeras semanas "de luna de miel" entre Podemos y Psoe, el primer desencuentro surge a las brasas de la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual de Irene Montero. "–Oír a una chiquita joven dando lecciones de feminismo tiene que ser un poco duro– reconoce una compañera de partido de Calvo" (pág.150). Una nimiedad tras la irrupción del coronavirus.

Illa, un ministro "sin competencias"

En la segunda parte, "Pandemia", adquiere un papel destacado Salvador Illa, "un ministro sin competencias", una "pieza clave" para Sánchez en vista a la interlocución con Cataluña. "Lo de menos, quizás, sea el ministerio en el que alojarlo". Los autores recogen el anuncio por teléfono de Sánchez a Illa: "Vas a tener pocas competencias, yo creo que es un ministerio que te va a dejar tiempo y espacio para seguir haciendo política con Cataluña" (pág.134). Dio en el clavo el presidente. Setenta y dos días después, Illa se convirtió en mando único sanitario.

Uno de los capítulos más interesantes de La coalición frente a la pandemia es cómo se alumbró el estado de alarma. Los autores pasan de puntillas por la decisión del Ejecutivo de mantener la manifestación del 8-M a pesar de los malos augurios, pero narran cómo a los pocos días, los datos de contagios y fallecidos les explotan en la cara.

El decreto se prepara entre un trajín de encuentros y llamadas telefónicas, con Calvo, Redondo y Bolaños en el despacho de Sánchez.

-Hay que apuntalar muy bien el concepto de responsabilidad social –apunta Redondo.
-Si –dice Bolaños–, debe haber una apelación directa a la importancia de que la gente se quede en casa.

(pág. 176).

Yolanda Díaz muestra su desacuerdo nada más leer el Real Decreto y critica las medidas orientadas a la economía. Señala "incongruencias y errores jurídicos". Se suman algunos del gabinete socialista a su postura. Se opta, entonces, por una improvisación: "El decreto va redactándose sobre la marcha, leyendo cada párrafo en voz alto para que todo el mundo dé su opinión" (pág. 183.)

Con más de mil muertos diarios, las morgues saturadas y las UCI al borde del colapso, desde Unidad Podemos trasladan a Sánchez la necesidad de "detener el país de manera absoluta". Nadia Calviño se opone a ello, pero los datos de Illa, sostienen María Llapart y José Enrique Monrosi, terminan por convencerle: "Pedro Sánchez no necesita más argumentos. Lleva días calibrando el impacto de la medida, pero ya lo tiene claro: no hay economía sin salud pública, y ahora lo que toca es salvar vidas". (Pág.191)

La gran bronca

El debate sobre las medidas que se debían tomar para amortiguar las pérdidas económicas durante este decreto de hibernación provocó una tremenda bronca de Pedro Sánchez a Calviño que dejó "perplejos" a muchos ministros. "Algún ministro de Unidas Podemos no muy afín a Calviño se reprime las ganas de aplaudir al presidente. 'Ole tus cojones', piensa para sí".

En esta crónica de los hechos, Llapart y Monrosi pintan un Gobierno que parece remar en la misma dirección, con Iglesias envalentonado, con la potestad suficiente para demandar más competencias y un Sánchez complaciente que esquiva las miradas de recelo de su equipo. "Del virus y sus consecuencias dependerá en gran parte el futuro de la coalición", concluyen los autores.

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