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El sargento Francisco Basallo, el 'ángel del cautiverio' del Desastre de Annual

Alfonso Basallo publica El prisionero de Annual sobre los cautivos de Abd el-Krim, entre los que se encontraba Francisco Basallo, su abuelo.

El sargento Basallo, tras su liberación. | Colección familiar / Planeta

En 1921, más de 10.000 españoles murieron en el Rif a manos del ejército de Abd El Krim. Conocido como el Desastre de Annual, está considerada la mayor derrota del Ejército español desde Cuba y Filipinas y supuso una gran crisis política. No todos los soldados perecieron, unos 500 fueron hechos prisioneros en el norte de África, entre ellos, el sargento Francisco Basallo, conocido en los periódicos de la época como el ángel del cautiverio, citado por Valle Inclán en Luces de Bohemia y abuelo del periodista y escritor Alfonso Basallo (Zaragoza, 1957), quien recoge su historia en El prisionero de Annual (Planeta).

Es una crónica novelada, en primera persona, de aquellos sucesos. "Es una historia familiar. Mi abuelo murió con 93 años y tuve tiempo de sobra para conocerlo. Luego, me animé investigar este episodio por mi cuenta. Su experiencia de prisionero las recoge en Memorias del cautiverio que publicó en 1923, recién salido, pero son muy escuetas y no entra en el detalle por la censura. Había errores y negligencias del mando y el tema estaba siendo investigado. Él no quiso meterse en esos charcos", asegura el autor a Libertad Digital.

Francisco Basallo Becerra (1892-1985) fue uno de los escasos supervivientes de la matanza de Dar Quebdani, a 75 kilómetros al oeste de Melilla. "En Dar Quebdani, un tema poco conocido por turbio, se pagó dinero a los rifeños a cambio de salvar la vida de los soldados y llegar sanos y salvos a Melilla. Entregaron sus armas y, aún así, los rifeños pasaron a cuchillo a 900 hombres. Mi abuelo fue de los pocos supervivientes". Posteriormente, estuvo prisionero en Annual y Ait Kamara, acabando su peripecia en Axdir, la guarida de Abd el-Krim.

Héroe por casualidad

Rodeado de muerte, miseria, hambre y enfermedad y con miedo constante a ser fusilado logró superar el año y medio de cautiverio. Aquel muchacho de 28 años que iba para aparejador porque se le daba bien el dibujo, se reinventó en medio del horror y se hizo famoso por su labor como sanitario.

"Una bala le había rebotado en el correaje y le molestaba un poco el hombro. Fue a la improvisada enfermería y, al ver el espectáculo de heridos y enfermos de tifus, le dio vergüenza quejarse de su dolor y cuando le preguntó el médico que a qué iba, contestó que a ayudar. Y ya se quedó de sanitario. Sin tener conocimiento, a través de los consejos a distancia del teniente médico Serrano, otro héroe que estaba prisionero con los oficiales en otro lugar, fue haciendo pequeñas intervenciones y curas", destaca Basallo. Hizo frente, sin medios ni higiene, a enfermos de tifus, paludismo y disentería. "No tenía comida, llegaron a comer ratas, una situación muy propensa a enfermedades", añade el autor.

Alfonso Basallo, autor de 'El prisionero de Annual'

"Él no hablaba demasiado, los nietos teníamos que sacarle información con sacacorchos. Cuando le preguntábamos si había pegado muchos tiros, él solo hablaba de que había enterrado a más de 600 cadáveres que estaban desperdigados por las zonas de los combates para que tuvieran descanso. Envió cartas a los familiares que estaban en la península y que desconocían la suerte de sus hijos o sus maridos. Estaba muy orgulloso de ello", repasa el escritor. El sargento Basallo "no era militar de carrera, pero ante las adversidades se creció y organizó el campamento de prisioneros, hizo una gran labor humanitaria como sanitario y se enfrentó a guardianes rifeños para defender a otros prisioneros civiles entre los que había niños y mujeres".

Ayudó casi por igual a rifeños y a españoles, a quien le necesitó: "Amputó el brazo al hijo de un rifeño, que lo tenía gangrenado, y a cambio le regalaron tortas y una gallina. Los rifeños tenían memoria para la venganza así pasasen cien años, pero también memoria para un agradecimiento infinito".

Miedo a morir

"Él comentaba el miedo que tenía, no solamente en los momentos de los combates, sino a ser fusilado en cualquier momento como prisionero. Hubo varias evasiones, en una de ellas trató de escapar junto a una decena de hombres intentando llegar al Peñón de Alhucemas por mar y no lo lograron. Creyó firmemente que lo fusilarían y curiosamente los rifeños solo mataron al moro que les ayudó a escapar", recuerda Basallo.

El autor ha reconstruido la gesta del Basallo basándose en el testimonio directo de su abuelo, así como en diarios inéditos de otros cautivos y declaraciones ante la justicia militar de prisioneros rescatados o evadidos. En enero de 1923 fue liberado y se le trató como a un héroe. El Ayuntamiento de Córdoba, su ciudad natal, lo nombró hijo predilecto de la ciudad; la autoridad militar le condecoró con la Medalla de Sufrimientos por la Patria y con la Cruz de Beneficencia de primera clase. Con el tiempo, su nombre se ha ido difuminando.

Un capítulo de la historia mal contado

El general Silvestre, en la revista 'Nuevo mundo'.

A punto de cumplirse el centenario de Annual, el autor considera que es un capítulo de la historia de España que no ha sido bien contado porque había errores por parte de generales, de entre ellos, el general Silvestre. "El desastre se produce, entre otros muchos factores, porque él hace un avance muy rápido hacia Alhucemas, la guarida de Abd El Krim, sin consolidar las posiciones intermedias. También hubo errores del Alto Comisario Dámaso Berenger y otros generales. El tema no se investigó bien. Fueron procesados, pero llegó la dictadura de Primo de Rivera y se evitó que muchos de estos generales fueran a prisión. Se echó tierra sobre el asunto, era algo impopular. Hasta hace 20 años, no se ha investigado demasiado. Podemos conocer este episodio gracias al libro de Juan Pando, Historia secreta de Annual, o el de Luis Miguel Francisco, Morir en África. Annual ha quedado eclipsado por la Guerra Civil".

En El prisionero de Annual, Alfonso Basallo rastrea la vida de otros muchos personajes, como el general Navarro, defensor de Monte Arruit que en la Guerra Civil fue detenido y fusilado en Paracullos; el teniente Luis Casado, único superviviente de Igueriben, detenido y fusilado por los franquistas; el alférez Juan Maroto, que "merecería una película" por su defensa del aeródromo de Zeluán; o el empresario vasco Horacio Echevarrieta, que medió en la negociación del rescate de los cautivos.

Aún hay muchas dudas sobre la mesa, incertidumbres que es improbable que se resuelvan como, por ejemplo, qué sucedió con el general Silvestre. "Nunca se supo si murió o se suicidó. Hay muchas teorías. Al sargento Basallo, el que era como el ministro de Asuntos exteriores de los rifeños, conocido como Pajarito, le contó que un rifeño había disparado a Silvestre. Otras teorías, más fantasiosa y alimentada por la prensa, decían que sobrevivió y se convirtió al islam. Fue un hombre valiente y una figura muy controvertida".

El prisionero de Annual. Alfonso Basallo. Planeta, 2021. Nº de páginas: 352 PVP 20.90 €

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