Menú

Luisa Etxenike: "Lo revolucionario hoy es el silencio"

La escritora española publica Cruzar el agua, una novela sencilla pero profunda, poética, sutil.

Cruzar el agua (Nocturna) es una novela sencilla pero profunda, poética, sutil. Sus tres protagonistas, Irene, Manuela y Juan Camilo, tienen un pasado que los atormenta y que necesitan vencer. Solos no pueden, pero tal vez juntos lo consigan. Se trata de una novela a varias voces y tonos, que no esconde el dolor pero que también, sobre todo, le hace sitio a una visión esperanzada de lo humano. Luisa Etxenike se adentra en varios temas, y hace un hincapié especial en la emigración y el exilio. También reflexiona sobre la importancia del lenguaje, y de cómo interactúa con el silencio. Etxenike recibió en 2007 la distinción de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras del gobierno francés. En 2013, el Ayuntamiento de San Sebastián le concedió la Medalla al Mérito Ciudadano. Antes de Cruzar el agua (2022), ha publicado otras novelas como Aves del paraíso (2019), Absoluta presencia (2018), El detective de sonidos (2011), El ángulo ciego (Premio Euskadi 2009), Los peces negros (2005) o Vino (2000). Además, es autora de las obras teatrales.

P: Una de las cosas más reseñables y originales de Cruzar el agua es el enfoque que se hace de la inmigración; Manuela, inmigrante colombiana, no quiere volver a su país...

R: La novela ya desde el título nos habla de desplazamientos. Cruzar es dejar una orilla de algo y dirigirse hacia un lugar diferente, incluso alejado del punto de partida. Hay distintos "migraciones" en la novela y algunas son literales, porque efectivamente Manuela, una de las protagonistas, abandona con su hijo Colombia para instalarse entre nosotros. Pero los tres personajes principales del libro tienen un pasado duro, oscuro, y por lo tanto no está en ellos el deseo de volver, al contrario, quieren verdaderamente cruzar, dejar esa oscuridad atrás. Pero el caso de Manuela me permitía también explorar el tema de la migración "clásica" y yo quería romper con esa forma de cliché de pensamiento que dice que los migrantes siempre son nostálgicos, siempre desean regresar. Yo quería en la novela abrir otras posibilidades y mi Manuela no quiere volver, sino mirar sólo hacia delante, concentrar toda su energía en fundar una nueva vida.

P: Cruzar el agua tiene esa prosa suya tan esencial y precisa, a veces poética. Su estilo me recuerda a aquello que decía Borges sobre la poesía, que según él tenía que "comunicar un hecho preciso y tocarnos físicamente, como la cercanía del mar".

R: Ese estilo es producto de una larga reflexión, que va expresándose en cada uno de mis libros, sobre cómo conseguir que las palabras, las frases, las voces que crea la escritura sean audibles. Vivimos en un mundo cada vez más ruidoso, un mundo de saturación sonora y también visual. Pienso que lo verdaderamente revolucionario, subversivo hoy es, en ese sentido, el silencio y la sobriedad de las imágenes. Y que es esencial llevar esa subversión a la escritura. Y yo trato de hacerlo, de concentrar mis frases y mis imágenes en lo imprescindible, y de rodearlas de una especie de burbuja de silencio para que puedan hacerse oír. Como la caja de resonancia de un instrumento musical multiplica el sonido.

cruzar-el-agua.jpg

P: Hay palabras que hieren y silencios que sanan, aunque estos griten a voces.

R: El silencio tiene un protagonismo muy especial en la novela porque uno de los protagonistas, Juan Camilo, que es un niño, ha decidido enmudecer. Es depositario de un secreto muy duro, muy agresivo, y teme no ser capaz de guardarlo dentro de sí. Su preocupación es en realidad cómo hablar y callar al mismo tiempo, tiene miedo de no saber hacerlo, de que el secreto se le acabe escapando si habla. Una parte importante de la trama se construye en torno a ese secreto y a ese silencio que para mí es también una manera de subrayar —cuando vemos, por ejemplo, cómo a través de las redes se está agigantando la violencia verbal— que con las palabras se puede herir profundamente. Hay un movimiento constante en la novela entre el lenguaje que hiere y el que cura; y lo mismo con el silencio: hay silencios agresivos y otros perfectamente inofensivos.

P: La historia recae sobre tres personajes que dependen unos de otros para poder salvarse.

R: Los tres protagonistas principales, Irene, Manuela y Juan Camilo, que son muy distintos, tienen en común el estar, al comienzo de la novela, atados a un pasado durísimo. La novela irá abriendo para ellos caminos, pasarelas para cruzar hacia otra orilla. No será un camino fácil y necesitarán ayuda, ayudarse entre ellos. Juntos irán tejiendo —en la novela tienen mucha importancia los tejidos— una forma de red que pueda sostenerles. Frente a esa oscuridad inicial irán edificando faros, fuentes de luz para orientarse y darse la oportunidad de un futuro distinto. Diría, en ese sentido, que a pesar de la dureza que contiene, es una novela luminosa.

P: Es una novela luminosa, sí, pero la oscuridad tiene un papel importante.

R: Sí, la oscuridad como metáfora, pero también en sentido literal. Porque Irene era una reconocida diseñadora de moda y de pronto un día, en un accidente, pierde la vista. Y con ella todas las referencias, materiales, afectivas y simbólicas, con las que había "cosido" su vida. Se vuelve una extranjera de sí misma; la ceguera es, en ese sentido, también una brutal migración que se une a la de Manuela y Juan Camilo, pero también a la de otros personajes que son «secundarios» en presencia, pero no en peso narrativo.

P: ¿Le costó escribir sobre la ceguera? ¿Cómo fue el proceso de apropiarse del tema?

R: Esta es una cuestión muy importante. No quise documentarme, buscar en páginas científicas o de otro tipo "conocimiento" sobre la ceguera. No quería hablar de una categoría o de la ceguera en general, sino de una ciega, en toda su concreción y singularidad. Y me sentí capaz de imaginar el impacto de esa oscuridad en su vida cotidiana, en su relación con el espacio... y también en su vida emocional y afectiva. Pero hay algo que sí necesité preguntar, porque iba a ser fundamental en una escena de la novela. Yo quería saber si una persona que se ha quedado ciega después de haber visto conserva imágenes mentales (rostros, paisajes, objetos...) y si sueña con imágenes. Y tampoco quise acudir para ello a especialistas o a internet sino a un testimonio directo. Y se lo pregunté a una mujer que se había quedado ciega de adulta. Ella me respondió que esas imágenes mentales y del sueño se mantienen un tiempo pero que luego, poco a poco, desaparecen.

P: Por último, quisiera preguntarle por los hombres de la novela. En Cruzar el agua hay un gran protagonismo de las mujeres, pero también son clave personajes como Elías o Andoni.

R: Hay muchos hombres en la novela y todos son de alguna manera esenciales para la historia, aunque algunos ocupen poco espacio textual. Esos hombres se van a conectar con uno de los temas fundamentales del libro que es la violencia. Y si los ponemos como sobre una banda de color, unos se sitúan en la zona roja de esa violencia, otros en una zona fronteriza y otros en una completamente verde. Antes hablaba de combatir los clichés de pensamiento; la novela también combate los estereotipos de género. También los hace cruzar distintas orillas. Todos los hombres del libro son distintos, en todo, también en su relación con la violencia contra las mujeres. Y también las mujeres son distintas. Cruzar el agua quiere también poner la identidad en un movimiento interrogativo, en un desplazamiento.

Temas

En Cultura

    0
    comentarios