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Javier Pérez Campos: "Te puedes aproximar a las historias de fantasmas desde la ciencia"

El periodista y escritor publica Immaturi, en el que recoge historias desde la antigüedad sobre "los inocentes, los niños muertos antes de tiempo".

El periodista y escritor publica Immaturi, en el que recoge historias desde la antigüedad sobre "los inocentes, los niños muertos antes de tiempo".
Javier Pérez Campos, escritor y periodista. | Planeta
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Dice el escritor John Connolly que "cuando muere un niño, un número infinito de futuros llega a su fin". Es una de las figuras más recurrentes del cine de terror: las gemelas al final del pasillo en El resplandor, el niño paralítico que tira la pelota en Al final de la escalera, el huérfano de El espinazo del diablo, la niña que sale del pozo en The Ring...Es ese ser que "vuelve a veces con sed de venganza y otras porque no sabe lo que es la muerte y está perdido", nos cuenta Javier Pérez Campos (Ciudad Real, 1989), quien ha recogido testimonios y documentos relacionados con casos de apariciones, posesiones y fenómenos inexplicados en torno a los niños. El resultado es Immaturi (Planeta), "una especie de memento mori" que recorre todas las culturas. No hay pruebas de espectros, sino de la creencia en ellos.

"El fantasma del niño nos aterroriza porque es lo más antinatural que puede ocurrir, es la muerte más a destiempo, no estaba destinado a desaparecer. Esto hace que en el fantasma del niño veamos nuestra propia fugacidad, no está garantizado el futuro. Eso es terrorifico", dice el periodista y escritor.

A pesar de la pureza e inocencia presupuesta en los más pequeños, hay pruebas desde la antigüedad que demuestran lo temidos que eran los fantasmas niños. "Había que protegerse de ellos, de su posible sed de venganza. Hay tumbas del siglo I en los que los niños aparecían introducidos en lo más profundo de una vasija o de un ánfora. Incluso en Mallorca hay un ejemplo de tumbas infantiles excavadas en troncos de abeto, que después fueron colocadas en lo más profundo de las cuevas, casi en un acantilado de dificil acceso", destaca Pérez Campos.

"Es una creencia que viene de muy lejos", defiende el autor. Los romanos los llamaban "immaturi", muertos antes de tiempo y en la antigua Grecia se referían a ellos como "aoroi", "fuera de hora". Pérez Campos ha recopilado incluso crónicas medievales en las que se mencionanm, por ejemplo, "las madres vengativas", un arquetipo repetido a lo largo y ancho del planeta. "Son mujeres que han muerto durante el parto y que se aparecen con el feto en brazos. En España está la portuguesa, que dicen que se aparece en la carretera de Badajoz, en la Nacional V, cerca de la base aérea de Talavera la Real. En México es la llorona, una leyenda declarada patrimonio cultural intangible de la Ciudad de México. En Japón, se habla de la ubume, una madre que regresa para alimentar otros bebés o para llevárselos".

Historia y antropología

Javier Pérez Campos reconoce que sus libros pueden parecer algo "particulares", pero en realidad aúnan todas sus pasiones: historia, antropología, arqueología y astronomía. "Tienen una base que tiene que ver con lo académico, llenos de pies de página. Escribo sobre qué creemos, por qué creemos en eso, qué sentimos...los miedos a, veces, funcionan como pegamento en la sociedad y han tenido un sentido a lo largo de la historia".

En su búsqueda de testimonios, el autor se ha topado con narraciones poco fiables, no tanto por un interés de engañarle, cree, sino por lo que Oliver Sacks llamó "alucinaciones de duelo". "Él habla de que muchos padres experimentan alucinaciones en las que perciben que sus hijos estaban muy cerca. Gracias a leer esto, ya voy curtido a las entrevistas con testigos. Cuanto la historia de una madre en Asturias que acababa de perder a su hijo y que decía que lo escuchaba. Descubrí que tenía las cenizas muy cerca, a la vista todo el tiempo. Mi sensación personal es que esta madre estaba sufriendo parte de ese duelo todavía".

En el cementerio de Aceitunilla, en Cáceres, encontró un caso que le impresionó de sobremanera. "Se remonta a 1800, cuando muchos cazadores de la zona de las Hurdes, se encontraron con un ser de pequeñas dimensiones, como un feto, arrastrándose por el suelo. Desde entonces, ha sido visto por multitud de personas. En mi labor de rastreo, descubro que en la Edad Media era muy habitual este tipo de apariciones. Decían algunos que porque no habían sido correctamente bautizados o enterrados, o porque no se les había llegado a poner un nombre. Hay estudios antropológicos, muchos de un autor francés, que recogen que en el siglo XVIII y XIX eran muy recurrentes. En España este arquetipo se conoce como "el niño blanco".

¿Le gustaría probarlo en su piel? "Yo creo que sí, en el fondo es el anhelo que tengo, ser testigo de un caso. Pero tengo que reconocer que cuando he tenido alguna sensación, me ha dado miedo", bromea.

La experiencia de Saint-Exupéry

La última parte del libro está dedicada a "niños guardianes", esos que la historia del arte ha representado como querubines alados. Uno de los ejemplos más curiosos es el de Antoine de Saint-Exupéry, que, tras su accidente de avioneta en el Sáhara, sufrió alucinaciones visuales y auditivas indeterminadas, según el mismo confesó. "Al regreso de su viaje, dice que le debe gran gratitud a un niño que le acompañó en esos días. Empieza a dibujar compulsivamente los primeros bocetos de El Principito que, al principio, era alado.
Lo pintaba en servilletas, manteles y en las cartas que enviaba a sus amigos".

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Antoine de Saint-Exupéry

Pérez Campos ha escrito este libro desde la óptica de un padre: "Siempre me habían gustado las historias de fantasmas, pero me convertí en padre de dos niños maravillosos y nacieron unos miedos que yo nunca había conocido, propios de la paternidad. En este libro hablo del temor a la pérdida y del miedo a la desaparición de lo más sagrado". También es autor de En busca de lo imposible (Oberón, 2012), Los ecos de la tragedia (Planeta, 2013), Los Otros (Planeta, 2016), Los Guardianes (Planeta, 2019) y Los Intrusos (Planeta, 2021).

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