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Ceremonia de autenticidad

"El cuarto Acto" de la Movida Madrileña

En ciertas ocasiones excepcionales, Madrid sigue recordando vívidamente lo que un día fue esta ciudad.

En ciertas ocasiones excepcionales, Madrid sigue recordando vívidamente lo que un día fue esta ciudad.

"Madrí". Hay momentos esporádicos en los que se puede disfrutar de un cierto espíritu que a día de hoy parece ya casi extinguido. Así ocurría hace unos días en la sala El Sol, donde una variopinta amalgama de asistentes pudimos presenciar el homenaje que, a modo de concierto doble, la legendaria integrante de lo que un día fue Parálisis Permanente, Ana Curra, abanderó bajo el título de El Acto. Todo un tributo a la parte más oscura y visceral de ese cajón de sastre que llamamos movida madrileña.

Liderado por Ana Curra (voz y teclados) y completado para la ocasión por Manolo Uvi (bajo y coros), César Scappa (guitarra y coros), José Battaglio (guitarra y coros) y Rafa "Le Doc" (batería), El Acto recupera y honra la esencia que a principios de los ochenta hizo germinar Parálisis Permanente y que físicamente encarnaba aquel enjuto y brillante muchacho llamado Eduardo Benavente, quien trágicamente perdió la vida en un accidente de tráfico en mayo de 1983. Un suceso que terminó con la andadura de la que para muchos es la mejor banda de post-punk surgida en España y que se movió en la órbita (incluso compartiendo integrantes e historia) de grupos como Dinarama, Pegamoides, Seres Vacíos, Escaparates, los primeros Gabinete Caligari o Derribos Arias.

Concierto en la Sala Sol

El Acto tiene una serie de connotaciones emocionales e históricas que lo convierte en un evento más allá de lo meramente musical. Ana Curra, que fue compañera sentimental y musical de Benavente, ha tardado alrededor de tres décadas en reunir las fuerzas suficientes para llevar a cabo este homenaje en directo que muchos seguidores deseaban desde hace largo tiempo. La triste pérdida de Eduardo cuando sólo tenía veinte años y la oscuridad en la estética y las letras de la banda han conferido siempre a Parálisis Permanente un áura de grupo maldito y un lugar en ese ámbito legendario que mantiene a los artistas etérnamente jóvenes al haber sido tocados por la muerte de forma prematura.

Una audiencia de lo más diversa en cuanto a lo generacional y estético - entre la que destacaban siniestros de nueva y vieja guardia, profesionales del ámbito de la música, punks sofisticados y compañeros de quinta de los que estaban sobre las tablas- acudió a este inususal reclamo artístico. El Viernes en la Sala Sol y el Sábado en la Shoko pudieron escucharse canciones icónicas como "Autosuficiencia", "Quiero ser santa", "Un día en Texas", "Tengo un pasajero", "Jugando a las cartas", "Unidos", “Héroes”, “Todo el mundo”, “Quiero se tu perro”, “Adictos a la lujuria” y, como no, “El Acto” que abrió la veda del sombrío y enérgico repertorio. Pero también hubo lugar para canciones de otras formaciones como Desechables, en la que sus propios integrantes Jordi Solá ‘Dei Pei’ y Tere González subieron para rezar su “Oración”. Otros momentos destacables fueron la participación del bajista original de Parálisis, Rafa Balmaseda, y la versión de Eskrobuto “Adiós reina mía”. Tampoco faltaron temas como el “Ratas” de Seres Vacíos, ese personalísimo proyecto de Ana y Eduardo.

Momento del concierto

Para aquellos que no pudimos ver la celebración del primer espectáculo de El Acto en 2012 en Kapital o en las citas que han tenido lugar fuera de Madrid desde entonces, fue un gusto poder recibir esta descarga de energía repleta de emoción, honestidad y autenticidad expresiva que sólo aquellos que navegan en los mares apartados de lo políticamente correcto y lo convencional pueden ofrecer. Además, cabe destacar la cercanía de todos los integrantes del grupo, que se acercaron a compartir impresiones, brindis y afecto con los asistentes haciéndolos partícipes de un encuentro familiar y emocional. La furiosa desenvoltura y el carisma de Ana Curra y sus compañeros encima del escenario son toda una inspiración para recordar que la juventud, la actitud y la autenticidad pueden mantenerse contra viento y marea y no tienen porqué caducar nunca si la ilusión y el entusiasmo se mantienen... incluso habiendo rozado las sombras.

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