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Los Stones, la senectud y (no solo) el rock and roll

El mítico grupo hizo llenazo en Madrid, en un espectáculo de rock e himnos.

"Los Rolling Stones son viejos, sí. Viejísimos. Fíjate que yo les vi en la gira del ochentaypico y quizá tú no hubieras nacido. Pero es que los viejos rockeros nunca mueren y menos 'Sus Satánicas Majestades' que siguen dando guerra y repartiendo 'Sa-tis-fac-tion' allí donde tocan. Que no es el geriátrico, no. Y mira cómo se desconyunta Jagger la cadera, a su edad. Un animal de escenario. Un camaleón septuagenario. Una leyenda".

Y esto es, básicamente, el misal de tópicos condensado, comprimido y enlatado que la legislación vigente obliga a empotrar en cualquier conjunto de palabras relacionado con el grupo, so pena capital o recital dramatizado de la discografía de Melendi. Que viene a ser lo mismo. Cumplido el trámite, mencionemos de pasada el "baño de masas" y lo elevada que es la cifra resultante de sumar las edades de Keith Richards, Mick Jagger, Ronnie Wood y Charly Watts. Porque tampoco se ha hecho nunca y hace falta insistir: Los Rolling Stones son viejos y siguen dando conciertos, sí. Repetimos, por si alguien se ha perdido en este concurso de obviedades.

Aunque en realidad lo único imperdible era la cita de ayer. Así lo entendieron las 50.000 personas que acudieron al estadio Santiago Bernabéu a dejarse la garganta, las rodillas y los ahorros para ver una vez más a los Stones. O a los Rolling, que dicen muchos. Pero todos urgidos por la cada vez más inminente certeza de que quizá fuera la última oportunidad de presenciar a estos cuatro tipos haciendo lo único que han sabido hacer en el último medio siglo. O no, pero en esa sensación del "ahora o nunca" se instaló parte del placer de vestirse ayer de negro y esperar a que, a eso de las diez de la noche madrileña en la que aún es de día, saltaran al escenario a hacernos lo que les diera la rockera gana.

El Jumpin Jack flash y el You got me rocking comenzaron el recital de un Jagger que esforzó media lengua en confesarse emocionado en español. El resto aconteció sin denodarse. Cuando llegó el It's only rock'n roll (but I like it) sus carreras por el escenario eran ya incontables y la senectud una sombra que nadie mencionaba, ni falta que hacía. Para muestra, el trío de himnos encadenados: Tumbling Dice, Angie y Like a Rolling Stone. Este último, seleccionado por el público madrileño que vibró con Mike y una armónica que rompió exactamente lo que ha de romper la diatónica: el estómago, las tripas y hasta un poco el corazón, que llegó ya extasiado al espectáculo que consistió en sí mismo Midnight rambler. Diez minutazos en los que contradijeron su propia letra para demostrar que lo de ayer sí que fue un show de rock 'n' roll, honey. Y eso, unos alaridos jaggerianos como los imaginábamos quienes solo le habíamos escuchado en diferido. Y unos bailes, y unas filigranas, y esa oronda figura.... ¡Mick Taylor! Tres guitarristas, tres guitarras y tres etapas de una banda sobre el mismo escenario. Impagable.

El You can't always get what you want funcionó a la vez como profecía y metáfora de las dos horas de espectáculo, como un sí y un no agridulce. Porque eso que ayer queríamos y no tuvimos (no siempre se puede) fue un Keith Richards más cañero con Can't be seen, que en cambio lució espléndido con la acústica y bella You got the silver. A cambio, sí obtuvimos lo que necesitamos, o para ser honestos, lo que necesité: un Brown sugar y especialmente un Honky tonk woman para desgañitarse la garganta y empaparse de rock sudoroso junto a quien quería hacerlo.

Si hoy cuesta dar con la voz, es porque Gimme Shelter y Sympathy for the devil atronaron y extasiaron la noche hasta el delirio; ayudadas por el vozarrón y la presencia de una Lisa Fisher para la que no existen adjetivos. O sobran, como sobran para describir el show de Jagger, Richards, Wood y Watts; porque pertenecen a esa categoría de cosas que si se explican demasiado se acaba cayendo en la trampa del juego de palabras con Satisfaction. Y no, que eso de repetirse es cosa de viejos. Como los Stones, ¿recuerdan que son septuagenarios? Porque nosotros ayer casi lo olvidamos. Suman 285, por cierto.

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