El popularísimo cantante melódico griego ha muerto en un hospital de Atenas el mismo fin de semana en que los comunistas de Syriza se hacían con el poder en su país.
Ha muerto Demis Roussos, aquel orondo griego,
melódico, entrañable, velludo y grandullón.
Con esa pinta hippie de hortera nocherniego
de boîte de los setenta, con cocacola y ron.
Ha muerto Demis Roussos, aquel cuyas baladas
sirvieron tantas veces para intentar ligar.
Aquel hirsuto heleno de vestimenta holgada
y voz de terciopelo que me incitaba a amar.
Ha muerto Demis Roussos, con esa hechura recia
de tiparrón moreno, fornido y montaraz.
Con él, el mismo día, también ha muerto Grecia.
Mi más sentido pésame. Descansen siempre en paz.