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'Shakey, la biografía de Neil Young'

El misterio Neil Young

La difícil tarea de retratar al artista más esquivo y complejo.

La difícil tarea de retratar al artista más esquivo y complejo.
Neil Young en 2014 firmando su primera biografía

En los últimos meses hemos podido disfrutar de dos extensas biografías sobre uno de los músicos más prolíficos, talentosos, imprevisibles, influyentes e indudablemente geniales de nuestro tiempo. Dos trabajos literarios que funcionan como mecanismos opuestos para abrir la caja fuerte del interior de su objeto de análisis: el siempre fascinante Neil Young. En primer lugar, tenemos la biografía autorizada Memorias de Neil Young. El sueño de un Hippie (Malpaso, 2012), que nos da un recorrido por su vida y obra nada desdeñable… hasta que uno posa sus ojos sobre la otra biografía del artista, autorizada al principio, y que el propio Neil Young trató de frenar después.

Nos referimos a Shakey, la biografía de Neil Young (Ed. Contra, 2014), escrito por el periodista Jimmy McDonough, disponible desde hace poco en nuestro idioma. Un esfuerzo para el que su autor invirtió más de diez años de entrevistas con Young y su entorno, realizando un apasionante viaje por el entorno y persona del artista, que nos ofrece un retrato nada complaciente que abarca la mayor parte de su carrera y vida personal. En sus páginas encontramos la difícil infancia en Canadá de Young, superando la polio a los seis años, el divorcio de sus padres y su traslado a Winnipeg en la adolescencia y sus primeros pasos en la música. Se muestra a un artista en ciernes, más enfocado al rock que al folk, y que comenzó a trabar amistad con otros integrantes de una ola de músicos canadienses que darían mucho que hablar, como Joni Mitchell o Randy Bachman (The Guess Who). Por aquellos años, conoció también a Stephen Stills, con el que formaría su primer proyecto de renombre: Buffalo Springfield, banda seminal del folk psicodélico responsable de temas como For What It’s Worth.

Neil Young

Pero los problemas de jerarquía de la banda, con un Young relegado a un segundo plano, llevaron al artista hacia los setenta con dos proyectos tan diferentes como ambiciosos bajo el brazo, retratados por McDonough en la parte más extensa de su biografía: Neil Young en solitario (acompañado de su banda, los inefables Crazy Horse), y la superbanda Crosby, Stills, Nash & Young. Es en este período donde conocemos lo mejor y lo peor del artista, con trabajos tan destacados como su álbum de 1969 Everybody Knows This Is Nowhere, o el celebrado After The Gold Rush (1970). Tras la actuación con C,S,N&Y en Woodstock del 69, Young se distanció del proyecto y se centró en su carrera en solitario, marcada por genialidades como Harvest (1972). Y es en esta época de los setenta donde McDonough nos muestra la dualidad del artista, marcada por su falta de compromiso con la gente en los aspectos profesional y personal, sobre todo por la presencia del alcohol y las drogas (contempladas por sus contemporáneos musicales como "riesgos laborales del oficio" en aquellos días. Por estas páginas desfilan la muerte del guitarra Danny Whitten o el roadie Bruce Berry. Se nos retrata a un Neil Young tan huraño y esquivo en sus relaciones como prolífico en sus trabajos.

Lo cierto es que, recorriendo las páginas del libro, miramos a lo más profundo del hombre, acompañándolo "fuera del azul y hacia el negro de la nada", como citaría más tarde Stephen King con acierto en su novela It, en referencia a otro de los temas con los que Young cerraba los setenta: el colosal Hey Hey, My My (Into The Black), parte central de su álbum Rust Never Sleeps. Pero también hay tiempo de quedar fascinados por la dedicación del músico con sus hijos, dos de los cuales están aquejados de parálisis cerebral, y a cuyos cuidados dedicaba catorce horas al día durante muchos meses. Un trazo tan humano como su propia obra, marcada por la angustia, la inquietud, la protesta, y sobre todo, por la contradicción del ser humano. Porque, leas el libro que leas sobre Neil Young, probablemente te ocurra lo mismo que al autor de Shakey: al final, sólo habrás pelado otra capa de la cebolla, y seguirás preguntándote acerca del verdadero ser de un artista irrepetible. Algo que suele ocurrir cuando el rigor de los datos y las fechas colisiona con el poder intangible del arte.

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