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Nati Mistral, mujer espectáculo española

Nati Mistral, la mujer espectáculo que abarcó todas las artes, ha fallecido. Se va una figura histórica. 

Nati Mistral, la mujer espectáculo que abarcó todas las artes, ha fallecido. Se va una figura histórica. 
Nati Mistral | Cordon Press

No habiendo entre nosotros tradición para que una artista del teatro se forme a través de la dicción, el gesto, el movimiento, la música, el ballet, la poesía, el drama, la comedia y la canción, sorprende un caso como el de Nati Mistral, de quien no diremos de manera tópica que fuera polifacética, pero sí que fue una artista completa que recitaba, cantaba, bailaba (si llegaba el caso) y que ha desempeñado su arte en teatro en cometidos unas veces cómicos y otras dramáticos, ya sea en prosa o verso, en cine o televisión.

Se llamaba Natividad Macho Álvarez, madrileña de 1928, descendiente de gallegos, toledanos y palentinos. De esta última rama era su pariente el escultor Victorio Macho. Transcurría el año en el que la gran Gabriela Mistral, en realidad Lucila Godoy, ganó el Nobel de Literatura. A la madre de Natividad le gustó aquel apellido y su hija Nati quedaría bautizada familiar y artísticamente como Nati Mistral.

Empezó participando en concursos radiofónicos de cantantes noveles en Radio Madrid. Su padre no quería que Nati fuera artista, pero ella se empeñó y además estudió música, canto y declamación en el Real Conservatorio de Música, en los 40. Su vinculación con la copla le vino mediada esa misma década, cuando fue contratada para una compañía de variedades que necesitaba a una joven intérprete del repertorio de Quintero, León y Quiroga. Ella, aunque grabó varios discos de coplas, en realidad se significó más con otro tipo de repertorio.

A Nati Mistral le fascinó siempre la poesía popular andaluza, de la que Rafael de León, admirador de Lorca, fue un creador lleno de talento. Esa poesía lorquiana fue en cierto modo antecedente de la copla, y así, Nati Mistral recitaría "Los peregrinitos", el zorongo, Los mozos de Monleón, Las morillas de Jaén, todas ellas con su firma. Esas canciones que antes había cantando Encarnación López, Nati las grabó en los 50 y 60 de nuevo.

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En el cine Nati Mistral quizá desarrolló la parte más breve de su biografía artística. Una de sus primeras películas fue María Fernanda, La Jerezana, de Enrique Herreros, aquel extraordinario dibujante de La Codorniz. Otra destacada, entre las pocas que rodó importantes, fue Oro y marfil, y también la primera versión sonora de Currito de la Cruz, un melodrama de ambiente andaluz donde Nati Mistral tuvo como galanes a Jorge Mistral (galán valenciano que no era pariente suyo) y el torero sevillano Pepín Martín Vázquez.

Lo que sí fue más importante fue su intensa actividad teatral. Por ejemplo, aparte de un repertorio clásico de dramas griegos, destacó el musical Te espero en el Eslava, gran comedia dirigida por Luis Escobar, propietario de ese histórico teatro madrileño y que hoy es una discoteca. En esa época, era novia de Tony Leblanc, su compañero allí. E iba a casarse con él, pero pocas semanas antes de la anunciada boda, Nati, al enterarse de que la engañaba, decidió romper aquel compromiso y entonces, pese al gran éxito de Te espero en el Eslava y la segunda parte Ven y ven al Eslava, no quiso representar esta función al romper sentimentalmente con Tony Leblanc, quien buscaría una sustituta en la vallisoletana Conchita Velasco, en uno de sus trampolines al éxito.

Otra actividad fue el cuplé. Después de que Sara Montiel estrenase con éxito inusitado El ultimo cuplé, ella grabó varias piezas de ese género de los 20. Canciones de ese género de la Fornarina, La Chelito, Raquel Meller, con títulos inolvidables como "La violetera", "Flor de té", etc. Aparte de otras obras importantes de teatro como Divinas palabras, estrenó La bella de Texas, y así burló a la censura por tratarse ni más ni menos de, con algunos cortes, la prohibida por el fraquismo y titulada La corte del faraón. Allí cantaba aquello tan conocido como "Ahí va, ahí va".

En Madrid, Buenos Aires y México hizo El hombre de la Mancha, comedia musical donde se lucía cantando "Dulcinea y el sueño imposible". Nati Mistral cantó más fuera de España que dentro, sobre todo canciones que partían del repertorio popular y otros temas del folclore hispanoamericano. Baladas, tangos y otro tipo de música criolla. Se anticipó a María Dolres Pradera cantando el repertorio de "La flor de la canela", "Fina estampa"...

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Se casó con el industrial catalán Joaquín Vila, y años más tarde, siempre llevó una vida independiente pese a no separarse de él. Cada uno iba por su lado, y no se le conocen otras relaciones sentimentales. Nati Mistral era una mujer muy activa dentro y fuera del teatro, el cine y la música. Participaba en la tertulia de la Peña Valentín y era de las pocas mujeres-la otra Conchita Montes- que se reunía con intelectuales, actores, escritores, toreros, de manera constante. Iba en autobús y en metro, sin aires de divismo nunca. Yo mismo me la encontré a veces en estos autobuses públicos, donde ella era reconocida por todos. Una mujer muy española que defendía nuestra cultura y esencias, y que siempre proclamó públicamente la unidad de España. En el verano de 92 tuvo destacada intervención en espectáculo Azabache, de la Expo, y ya con el siglo XXI fue espaciando su trabajo. Viajaba, eso sí, muy a menudo a México y Argentina, donde era considerada una primera figura. Allí recitaba, cantaba y daba lo mejor de su arte. Aquí en España actuaba menos. La última vez que nos vimos, hace dos o tres años, dijo que se retiraba, sobre todo del teatro, "porque las dos funciones me agotan". Eso me dijo.

Nati Mistral me dijo también otra cosa, cuando le preguntó cómo era su arte. "Una artista debe hacerlo todo, es como si un torero se limitase a torear de capa". Se nos ha ido una de las más grandes artistas españolas, una figura histórica.

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