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El oscilante pensamiento de Bob Dylan, único cantautor con un Nobel de Literatura

Bob Dylan realiza varias actuaciones durante este mes de junio en España.

Bob Dylan realiza varias actuaciones durante este mes de junio en España.
Bob Dylan | EFE

La biografía artística de Bob Dylan lo sitúa en un lugar privilegiado de la historia de la cultura popular; un mito viviente que revolucionó la música en la década de los 60, por cuanto contaba en sus letras y asimismo la manera de interpretar, tan distinta a la de sus colegas. No ha sido su voz lo importante, hay muchos de su generación que destacan más por ello. Es la magia que desprende por cuanto dice, insistimos, y cómo lo cuenta.

Se ha contado ya infinidad de veces que se llama Robert Allan Zimmerman. Que nació el 24 de mayo de 1941 en una ciudad del estado de Minnesota. Descendiente de ucranianos por parte de sus abuelos paternos y de judíos lituanos de sus otros abuelos maternos. Escuchaba a través de la radio, siendo muy jovencito, las canciones de moda: Elvis Presley, Chuck Berry, Jerry Lee Lewis… O la música de los negros, el blues, el góspel en las iglesias cercanas a su casa. Muy ecléctico respecto a sus gustos musicales. Abandonó sus estudios de Arte para marcharse, con veintiún años, a Nueva York, donde se fue fraguando su personalidad artística en los bares y cafetuchos del Greenwich Village. Comenzó a empaparse de las poesías de Walt Whitman, Allen Ginsberg, Dylan Thomas… Entonces es cuando decidió llamarse Dylan, Bob Dylan. Lo razonable es que, cuando le preguntaban si había escogido ese apellido por el antes mentado autor hubiera respondido que sí. Mas creaba una innecesaria confusión alegando que no, que en realidad había escogido primero el apelativo de Dillon, que era un "cowboy" en la televisión, y de ahí le surgió lo de Dylan. Una de las muchas maneras de confundir a todo el mundo. Además, a lo largo de su carrera utilizó unos cuantos sobrenombres más. ¿Razones? Ni él mismo las daba. Para confundir. Se dice que huía de sí mismo, que siempre fue una rara especie de vagabundo y bohemio en busca de algo que ni él mismo aclaraba.

Trataremos de condensar su intensa vida profesional. A partir de su debut en el café Wha?, del barrio bohemio neoyorquino antes citado, pasa a estar obsesionado por el repertorio de Woody Guthrie, un legendario cantante folk, al que consiguió conocer tras no pocas pesquisas, enfermo en un hospital psiquiátrico de Nueva York. Son los primeros años 60. Dos años después es cuando comenzó a grabar discos, toda vez que el sello Columbia lo descubrió a partir de un artículo en The New York Times. En esa época es cuando da a conocer quizás su primera canción emblemática, la que más se conoce incluso por gente que desconoce la obra de Dylan: "Blowin´in the Wind". Hasta se canta en las iglesias, con otra letra. Y así se inicia la escalada de quien empezó a ser calificado como el padre de la canción protesta, más adelante, después de un viaje musical que va desde el folk, al rock and roll, el blues, sus temas religiosos, sociales… No es fácil, en conjunto, decir cuál es su género preferido.

Viajaba mucho cantando de parte a parte de los Estados Unidos. Un estúpido accidente montando su motocicleta lo retuvo algún tiempo fuera de los escenarios, ya en la segunda mitad de los 60. Es cuando se fue a descansar y reponerse a su casa de Woodstock, ciudad recordada por su famoso festival, que él conoció, desde luego. Al retornar a los escenarios pasó por uno de los mas importantes "shows" de televisión, el de Johnny Carson, a dúo con Joni Mitchel. En él era frecuente hacerlo con otros compañeros. Sus letras siempre fueron extrañas para muchos, pura poesía inconexa, que sin música tal vez no impresionara a nadie. Se iba por los cerros de Úbeda con una imaginación extraordinaria, contando que había visto a Einstein disfrazado de Robin Hood. Historias inventadas muchas, otras reales, como la de las vicisitudes de los granjeros o la trágica vida de un boxeador (que conocimos a través de Simon and Garfunkel, al que les cedió su pieza).

Enigmáticas bastantes de letras de sus baladas, como hacía Woody Guthrie, caso de "The Ballad of Frankie Lee and Judas Priest". Refería asimismo sus aventuras sentimentales, con un cinismo inmejorable. O sus dudas religiosas desde que abrazó el cristianismo, para finalmente decidirse por el judaísmo. Todo en Bob Dylan es cambiante, en su obra y en su vida.

Entusiasmaba acompañándose a la guitarra, al piano, o con una armónica. Estos días nos hemos enterado que una histórica armónica suya se ponía a la venta por su propietario valorada en la exagerada cifra de cuarenta y cinco mil dólares. Para fetichistas y gente que le sobra el dinero. Lo que supuso una contradictoria decisión fue al publicar en 1965 su álbum "Highway 61 Revisited", donde dio rienda suelta a acompañarse con una guitarra eléctrica. Quienes lo habían aupado por su estilo de intérprete folk lo consideraron un Judas en 1967, al apartarse de momento del género con el que había cimentado su fama.

A Dylan lo premiaron con un Óscar por la canción "Times have changed", de la película Jóvenes prodigiosos. Hay siempre en él una continua variedad de temas, de igual modo que durante su paso desde la juventud a la madurez cambiaba de "look", como suele decirse. Si con diecisiete años, cuando se fue a Nueva York, iba con traje y corbata, y peinado tradicional entonces, fue dejándose los cabellos largos, revueltos, algo ensortijados, en tanto también dejó crecer un fino bigote, usando varias clases de sombreros. Gafas oscuras en ocasiones para ocultar su supuesta timidez. Aunque su descaro también lo mostraba. Y si iba de progre por la vida despreciando las costumbres sociales, no le importaba sorprender a sus seguidores fotografiándose con el hoy Carlos III de Inglaterra cuando era Príncipe de Gales. Le apeteció acudir a una audiencia con el Papa Juan Pablo II, cuando su fe se tambaleaba. En fin: Bob Dylan era una permanente oscilación de su pensamiento y actitudes. Confundía a cuantos lo trataban. Conciencia de una generación "beat", como fue designada, en aquellos años finales de los 60 de los "beatniks" y el lema "haz el amor y no la guerra". Sus canciones alumbraban las mentes de tantos jóvenes reunidos en San Francisco, imitados por millones en otras partes del mundo.

Si la antes citada canción "Blowin´in the Wind" fue la más popular, como también entre algunas otras "Mr. Tambourine man", los críticos no vacilan en situar Like a Rolling Stone" como la más importante. "¿Qué se siente? / ¿Qué se siente? / a solas en la vida, / sin un hogar en tu destino, / por todos ignorada, / como un caso perdido", rozaba uno de sus fragmentos. Contaba Dylan que le salió de un tirón. La grabó en 1965, a poco de crearla. Su habitual quinteto la registró sin partitura alguna, sólo de oído, cuando Bob la tarareó. Aludía en el texto a quien va por la vida sin freno ni dirección como si fuera "un canto rodado", alusión fácil de entender, porque Dylan admiraba a los Rolling. Él mismo parecía retratarse, sí, al repetir lo de "Soy un canto rodado, estoy perdido". Dícese que fue su más electrizante, mejor interpretación vocal. Número 1 cuando la revista "Rolling Stone", precisamente, la eligió así en una selección de las mejores quinientas canciones de todos los tiempos, desde el nacimiento del rock and roll.

Hemos de renunciar por ineludibles razones de espacio a evocar más datos sobre su vida y obra. Para detenernos brevemente en dos capítulos de su carrera. El primero cuando en 2007 el jurado de los Príncipes de Asturias lo honró con uno de sus galardones. Llegada la fecha de la entrega de premios Bob Dylan no acudió a la cita anual del teatro Campoamor ovetense. Había enviado sólo un corto mensaje de agradecimiento. Ahora bien: ¿cobró la sustanciosa cantidad de euros con la que se premia a cada galardonado?

Lamentable fue después que tampoco fuera a recoger el premio Nobel de Literatura en 2016. Envío un texto que leería ante los Reyes de Sueca la embajadora de EE.UU en Estocolmo. Sí sabemos que a pesar de ese desaire, recibió los ochocientos diecinueve mil euros con los que está dotado tan importante lauro. ¿Es Dylan un materialista? ¿Acaso desprecia el dinero con su distorsionada imagen de idealismo?

La verdad es que ese Nobel de Literatura fue muy discutido en todo el mundo. Sin duda nadie ponía en duda la calidad de la mayor parte de sus letras. Había publicado un par de libros: Tarántula, en 1971, con textos de prosa poética, y Crónicas, fechado en 2004, una autobiografía muy literaria. Asimismo fue el primer músico rockero (como en el caso del Nobel) en ganar al prestigioso premio Pulitzer, el más importante dentro del periodismo norteamericano.

Hay en él decisiones artísticas que sus más rendidos "fans" a veces no comprendieron, caso por poner un ejemplo, de cuando en el invierno de 2015 apareció su álbum "Shadows in The Night", que fue su particular homenaje Frank Sinatra.

La aparición del Covid 19 lo apartó como a todos los artistas de la circulación. Y tras la larga espera se embarcó en una gira por el Japón, no hace mucho para dar ahora el salto a Europa y cantar en España, donde siempre se ha encontrado a gusto. Desde luego marca su terreno: prohibición de ser fotografiado durante sus actuaciones y nada de teléfonos móviles que puedan sonar en un momento determinado que lo distraigan. Imagino que también habrá dispuesto otras demandas en su camerino.

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Bob Dylan | Archivo

A sus ochenta y dos años cumplidos en mayo, Bob Dylan no ha dicho todavía su última palabra: ya le comentó a una de las amantes que tuvo en París, una tal Claude, que deseaba tocar hasta los 90. Tocar, en el sentido musical, que de lo otro tampoco se ha jubilado. Sin ir más lejos hace pocos días, el 2 de junio, se editó un disco grabado en directo durante una actuación en Santa Mónica, con catorce temas, titulado "Shadow Kingdon".

Para resumir lo que Bob Dylan significa en la historia de la música popular, recurrimos a un artículo de Bono, el líder de U2, que publicó en la revista Rolling Stone en enero de 2009. "Cambió la forma de cantar de la gente… Cientos intentan hacerlo como él. Para entender el impacto de Bob Dylan hay que imaginarse un mundo sin Tom Waits, Bruce Springsteen, Kurt Cobain o cualquier otro cantante con la voz rota, que suene a lamento sucio o a aullido callejero… Dylan puede cantar los temas más melancólicos y no sucumbir ante el sentimentalismo…Su voz es aulladora, seductora, rabiosa, indignada, burlona, implorante, desafiante, confesional, entusiasta, lastimosa, susurrante, verborréica… Es como el humo, desde el que deja escapar un puro al del incienso, preñada siempre de encanto y reverencia".

No he encontrado mejor final, evocando a Bob Dylan, con ocasión de sus anunciadas actuaciones este mes de junio en España, que ese texto de otro no menos genial cantautor, el citado Bono.

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