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Crítica de 'Encurtido en el tiempo' (HBO), con Seth Rogen

Seth Rogen es un inmigrante judío conservado en salmuera que se despierta en la América de 2020.

Seth Rogen es un inmigrante judío conservado en salmuera que se despierta en la América de 2020.
La película Encurtido en el tiempo | HBO

Antes que nada, una reflexión igual de absurda que lo que le pasa al pobre Herschel, el protagonista de Encurtido en el tiempo: el título original American Pickle, con "pickle" significando tanto "encurtido" o "pepinillo" como "lío", no guiña el ojo a la comedia de culto de Bill Murray Atrapado en el tiempo, como en la versión española, sino que podría hacerlo a An American Tail (a su vez juego de palabras entre "tale", cuento, y "tail", cola), y que en España se llamó... Fievel y el nuevo mundo. Bien es cierto que aquí hay también un viaje en el tiempo, el del obrero inmigrante Herschel (Seth Rogen), que cae en una cuba de pepinillos y queda en salmuera durante siglo y medio (¡!), pero lo que prima aquí es algo más parecido a la igualmente célebre película animada del ratoncito de Don Bluth. Encurtido en el tiempo es, como aquella, un cuento sobre EEUU y cómo los inmigrantes judíos han modelado ese sueño y cómo ahora éste se encuentra envuelto en un proceso de reelaboración (o evolución) con algunas derivadas un tanto tóxicas.

Basada en la historia corta de Simon Rich, autor también del guión, a Encurtido en el tiempo podríamos echarle en cara cierta indecisión entre la comedia absurda y la fábula sentimental. Quizá a modo de herencia de esa naturaleza de novela corta, a la película le puede cierto exceso de densidad en el que cada episodio, cada vicisitud de bisabuelo y bisnieto, es una alegoría de algo: hay un poco de retorno al origen, bastante de sátira empresarial, otro poco de intercambio de identidades y de descubrimiento personal. En ocasiones, la película ahoga la química entre Herschel y su bisnieto, una suerte de "tardomillenial" obsesionado por la ética del capitalismo interpretado también por Seth Rogen, y también el absurdo de las situaciones que ello puede generar. En Star Trek IV, Regreso al Futuro, o Cocodrilo Dundee (¡y Demolition Man!) descubríamos los Estados Unidos contemporáneos a través de los ojos incrédulos de un personaje de otro tiempo, otro lugar. En Encurtido en el tiempo también, pero la película pronto pasa página y quiere hacer demasiadas cosas en demasiado poco tiempo.

No obstante, eso no quiere decir nada, o al menos, nada excesivamente malo. Aquello eran joyas de los ochenta y noventa y Encurtido en el tiempo es una película de (ejem) su tiempo, empezando por la naturaleza de su propio estreno (es la primera película original de HBO Max, aquí todavía HBO). El ritmo es eficaz, la heterogeneidad de sus propuestas va dirigida al público moderno y hay un malévolo sentido del humor típico de Rogen que recorre gran parte de sus diálogos y que hace gracia (ver cuando Ben cuenta a Herschel que ahora literalmente se ordeña "todo, hasta un guisante", o cuando el bisabuelo se sorprende porque aquel tiene "25 calcetines"…). Rogen ha empezado un capítulo distinto en el libro de una carrera dedicada a la dificultad para madurar de un "Peter Pan" judío y desesperado, para hacer una fotografía más "macro" y quizá menos íntima.

Encurtido en el tiempo, a pesar de todo, acierta en su retrato de una época en la que una sociedad innmadura es capaz de quemar en la hoguera a las compañías poco éticas con el medio ambiente pero no de enfrentarse a sus propios traumas, a su propio dolor. La puesta en escena de Brandon Trost, director de fotografía de otras aventuras de Rogen (y de The Disaster Artist) aquí ascendido a realizador, se permite experimentar un poco con formatos y hasta parodiar el cine mudo en el comienzo de la película, sin duda lo mejor de la misma.

La película Encurtido en el tiempo ya está disponible en HBO.

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