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Crítica teatral

Mario Gas y Vicky Peña protagonizan el clásico 'Largo viaje del día a la noche'

La obra de Eugene O’Neill, Largo viaje del día a la noche, supone la vuelta de Mario Gas a la interpretación.

La obra de Eugene O’Neill, Largo viaje del día a la noche, supone la vuelta de Mario Gas a la interpretación.

El regreso de Mario Gas a las tablas como actor. El morbo está servido. Y más cuando es un actor que interpreta a un actor, en el final de su carrera. El que durante los últimos 8 años fuera el director del Teatro Español eligió cuidadosamente la obra con la que volver a la interpretación. Curiosamente estaba Gas detrás de los derechos de autor de Largo viaje del día a la noche cuando el Teatro Marquina se lo puso en bandeja, y él dijo: sí. Como director ya había retomado el contacto con las tablas a través de la obra Invernadero (de Harold Pinter) con la que en 2015 se presentará de largo en el Teatro Abadía. Sin embargo, el elegir la obra de O’Neill -con tintes autobiográficos- es una revulsivo tanto para el autor (que exigió que pasaran varios años tras su muerte para publicarla) como para el propio Gas.

Por ello, se quiso rodear de lo mejor de la casa, eligiendo como pareja a la que ya lo fuera: Vicky Peña. Tras coincidir en producciones del Teatro Español como la laureada Follies o el musical Sweeney Todd, este encuentro es un premio para el espectador. Se dice en los mentideros del teatro que inicialmente había sido elegida Blanca Portillo para el papel de Mary Cavan Tyrone, Gas medió para que Peña fuera finalmente esa mujer afligida que la actriz borda, ¡feliz cambio de elenco!

Que hay química entre los dos protagonistas se nota, y se sabe, no solo por esas producciones conjuntas, sino por toda una vida en compañía y dedicados a la interpretación. Un matrimonio al final de su vida, retirado uno, intentando revivir el otro. Binomio que sostiene el resto de la familia y de la obra, ya que acompañan a Gas y Peña otros tres personajes, secundarios no prescindibles, que son Alberto Iglesias y Juan Díaz (en el papel de hijos) y Mamen Camacho (en el papel de criada, algo más superflua).

Una familia apacible que esconde una realidad tormentosa. La obra comienza con un amanecer de neblina, que ya vaticina la tempestad en la que se va a convertir la trama. La familia de un actor retirado, James Tyrone, se reúne en su casa de campo para pasar el verano. Allí, la matriarca de la familia, Mary, lucha por mantenerse a flote como cabeza de un hogar fracturado, y a la vez que intenta resistir a las pasiones, concretamente a una adicción a la morfina que no se da a conocer hasta bien entrada la obra. Presos de otros demonios están los hijos de este matrimonio: Edmund y Jaimie, y sobrevuela el fantasma de un tercer hermano: Eugene, que murió cuando solo era un niño.

La catarsis a la que se enfrentan durante ese día de agosto de 1912 (que Borja Ortíz de Gondra ha adaptado a dos largas horas y media, con un descanso de 15 minutos) es intensa, sobre todo la segunda parte, ya que en la primera quedan las tramas suficientemente expuestas. Los diálogos son vehementes, con partes más acertadas que otras, y en las que se aprecia la labor del Juan José Alonso como director, que hace sobresalir a Vicky Peña como en pocas producciones.

Detrás de un gran hombre hay una gran mujer, y en este caso, la sombra de Vicky Peña oculta a un Mario Gas en su vuelta a escena. El teatro se viene abajo con una interpretación tan atormentada de Mary Cavan Tyrone, el verdadero valor de la representación.

ESPECTÁCULO: Largo viaje del día a la noche
LUGAR: Teatro Marquina (Calle Prim, Madrid)
FECHAS: Hasta el 30 de noviembre
VALORACIÓN: 7.5/10

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