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20 años sin Tip, el humorista al que amenazó el independentismo catalán

Fue un gran tipo y un humorista al que nadie podrá nunca sustituir, ni imitar su gracia genial, por mucho que haya caricatos que lo hayan intentado.

Fue un gran tipo y un humorista al que nadie podrá nunca sustituir, ni imitar su gracia genial, por mucho que haya caricatos que lo hayan intentado.
Luis Sánchez Polack, conocido como Tip. | Youtube

Se han cumplido veinte años de la muerte de Luis Sánchez Polack, Tip, un genio del humor, de muy difícil clasificación tal era su facundia aderezada siempre de una singularísima comicidad. El único caso con el que podría compararse, y en ello coincidimos muchos comentaristas del mundo del espectáculo, sería Groucho Marx. Cada cuál, desde luego, dadas las diferentes culturas, con su propio sello.

Fuera de la escena, los estudios de cine o de televisión, estar cerca de Tip constituía un chisporroteo verbal inagotable. En esas situaciones, algunas de las cuáles pude presenciar sin guión por medio, como diría Perogrullo, el ingenio de Tip saltaba constantemente, en el transcurso de un almuerzo, por ejemplo. No era probable que en un par de horas se comportara adusto, ajeno a cualquier tertulia o amistosa reunión. Y le daba igual que frente a él estuviera alguien ajeno a la vida artística o social, o el propio don Juan Carlos de Borbón, con quien protagonizó más de una divertida anécdota, atreviéndose por ejemplo, en una recepción en el Palacio de la Zarzuela, a sacar de su billetero un ejemplar de cinco mil pesetas con el rostro del entonces monarca, urgiéndole con su chispa a que le estampara un autógrafo, y así, tendría indudablemente mucho más valor. O bien cuando al padre del Rey, don Juan de Borbón, lo invitó a jugar una partida a los chinos, diversión habitual del cómico. Pero el Conde de Barcelona no llevaba dinero encima, ni siquiera monedas, y Tip le entregó tres, diciéndole: "¡Tome, con la cara de su chico!"

Tip era un vehemente valenciano, nacido en la capital del Turia el 22 de julio de 1926. Realizó estudios de Bellas Artes, se especializó en los de cerámica y ebanistería. De un grupo de teatro de aficionados saltó ya en Madrid, con dieciocho años, al María Guerrero, en calidad de meritorio, como se denominaba entonces a los actores que empezaban. Ya no paró hasta meses antes de su muerte, desarrollando una intensa carrera en los escenarios, la radio, televisión, salas de fiestas y estudios de grabaciones discográficas, amén de su producción literaria. Se destacó como autor de disparatados guiones junto a Joaquín Portillo, con quien formó el dúo Tip y Top, desde avanzados los años 40 hasta, exactamente 1961, que es cuando Portillo adujo obligaciones familiares (su esposa estaba enferma) y le era difícil compaginar sus cuidados con las intervenciones radiofónicas.

Un sinfín de barrabasadas

Se cuentan por docenas las barrabasadas que ambos hacían fuera de sus trabajos, como, desde los estudios de Radio Madrid, en la Gran Vía, un sexto piso, lanzar muchas noches la primera escoba que encontraban en los pasillos, al grito de que a las doce en punto era la hora de las brujas. ¡Imagínense lo que pensarían entonces los viandantes de la transitada urbe!

Otra de sus bromas era saludar a las puertas de la emisora a algún amigo, gritando que quien llegaba era ¡el arzobispo de Constantinopla! a la vez que urgían a los curiosos a que se arrodillaran al paso de la falsa autoridad eclesiástica. Parecido número era el que celebraban con otro señor que saliera del portal, llevándolo en hombros hasta la acera de enfrente, como si fuera un supuesto torero triunfal. Repitieron más de una vez esta otra extravagancia: la de entrar en un taxi y salir ambos por la otra puerta tras saludar protocolariamente al confundido conductor. Eso cuando no llevaban "a la sillita la reina" al director general de la cadena Ser, lo metían en otro taxi, advirtiendo al taxista sin que el forzado viajero supiera nada, que lo llevara a las afueras de Madrid, pongamos por caso Moratalaz, con la premisa de que si él se quejara no le hiciera el más mínimo caso, pues estaba majareta y había que recurrir a esa triquiñuela para ayudarle a llegar a su supuesto, e inventado, domicilio.

Censurado por TVE

La colaboración posterior con José Luis Coll, a partir de 1967 en la sala de fiestas de un hotel bilbaíno y luego desde 1969 en el programa de televisión Galas del Sábado, fue el principio de la pareja Tip y Coll, tan celebrada en sus sucesivos espacios en la pequeña pantalla. En uno de ellos, 625 líneas, la dirección de TVE censuró el que debía emitirse el 28 de enero de 1979, un sketch donde parodiaban al entonces político socialista, Enrique Múgica, por su particular forma de hablar y en concreto acerca de un lapsus lingüístico del que luego fue Ministro de Justicia, al que motejaron como La currutaca. Estuvieron unos meses alejados de la televisión pública, retornaron con El Tipiconsultorio y de nuevo el 21 de octubre del mismo año los censuraron, con la excusa de que sus guiones no tenían la suficiente calidad.

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Amenazas por su españolidad

En esa década, finales de los 70, cuando no dejaban de trabajar en salas de fiesta durante semanas ininterrumpidas, tanto en Madrid como en Barcelona, sucedió que a Tip lo invitaron para una entrevista en Radio Cataluña, en el espacio Fil direct. La emisora emitía sus programas en lengua vernácula y las preguntas que empezaron a formularle al humorista valenciano, que conocía perfectamente el idioma, fueron todas en catalán. Luis Sánchez Polack se negó a responder, si no le permitían desarrollar el diálogo en castellano. Y se marchó sin atender aquel cuestionario. Reafirmó, como siempre, su españolidad y el derecho a manifestarse en la lengua de todos los españoles. Pero en algunos círculos catalanistas su reacción no cayó en saco roto y un grupo independentista conocido como La Crida lo amenazó, entre insultos y siniestros denuestos. ¿En qué quedaba lo de la libertad de expresión, por decir algo, que tanto han invocado, sin ir más lejos, los ahora secesionistas del banquillo de acusados?

Tip pasó muchas penurias económicas hasta ser un reconocido actor y humorista. Compartió con Coll días de angustia económica en los que no tenían ni para viajar en metro. Recordaba este último cómo se sentaban en un banco del paseo de Recoletos para ver pasar los coches, luego se iban andando hasta la zona de Ventas, visitaban a un amigo de Tip, al que sacaban dos pesetas con las que podían volver en metro a la Gran Vía, y allí subían hasta los estudios de Radio Madrid para ver quiénes del cuadro de actores de la emisora los invitaba a comer. Poco a poco iban saliendo de la miseria, en aquella época bohemia. No obstante, yendo sin blanca, entraron una mañana en un bar de la calle de Serrano, muy concurrido. Al poco rato, Tip urgió a su compañero: "¡Vámonos, no aguanto más!", cogiéndolo sel brazo: "Es que ¡me estaba helando!" Perplejo, sin saber qué decirle, José Luis escuchó esto: "¿Ves esta angula que llevo entre los dedos, que me he traído de un plato? ¡Pues resulta que está congelada y por su culpa estoy tiritando!"

Su defecto constante

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Tip y Coll | EFE / Archivo

Tip sólo tenía un defecto constante, que se sepa: su incontrolada impuntualidad, que a Coll le fastidiaba en extremo, una de las posibles causas por las que acabarían tarifando. Lo que es incierto es que se separaran después de casi treinta años de unión artística por culpa de sus diferentes creencias políticas. Tip era de derechas, sobre lo que comentaba que no lo verían nunca ladearse, siempre iba erguido "no vaya a ser que un día me estropee".

En las muchas entrevistas de que fue objeto Tip, como era natural en él, solía contestar a su modo y manera. En un cuestionario a lo Proust, que el veterano Julián Cortés Cavanillas formulaba a sus entrevistados en ABC, Tip respondió acerca de la cualidad que prefería en un semejante: la flatulencia. Y a la interrogante de cuál era su deporte favorito, retrucaba que el salto de pértiga. ¿Y qué comida y bebida prefieres? Y él: "Las gambas, los boniatos y las flores de mayo". Detestaba "madrugar, aunque sea temprano".

En los varios libros que escribió dejó párrafos inolvidables. Por ejemplo, escribía sobre los métodos para ligar con mujeres:

Hay que conquistarlas con dulzura, pero no con mucha dulzura, porque engordan y se ponen tremendas.

Acerca de la Puerta de Alcalá, emblemático monumento madrileño, apuntaba:

Vas por la calle y te encuentras con Ana Belén y Víctor Hugo y, sin venir a cuento, se ponen a cantar: 'Mírala, mírala, mírala, la puerta de Jacometrezo'.

También publicaba una serie de noticias surgidas de su cacumen, como las que siguen:

Una pareja de novios se estaba bañando en la playa cuando dos desaprensivos les quitaron la ropa. '¿Qué hacemos?', dijo ella, al salir del agua. Y ahora, el niño ya ha cumplido un año.

Y otra:

A partir de este mes, gracias al moderno sistema del servicio de Telepicha ya se pueden tener los hijos… por teléfono.

Concluimos:

Un científico holandés ha descubierto una droga que no cura nada pero que tomando una sola pastilla al día te quedas completamente estúpido. Varios miembros del Gobierno han empezado a consumirlas y ya les van haciendo efecto.

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Sus matrimonios

Lo escrito, sucintamente, retrata, creemos, una personalidad, por otro lado conocida por millones de españoles, de un Tip en perpetua ebullición creativa, como si su vida fuera siempre una verbena. Detrás de la máscara del cómico, a veces éste ha escondido la tragedia. Y así sucedió con él. Contrajo matrimonio el 8 de agosto de 1952 con Lola de Prados del Río, a la que conoció el día que se acercó para solicitarle un autógrafo. Tuvieron un hijo, al que llamaban Luisón, o Pelotilla. Se murió con sólo ocho años tras someterse a una operación de apendicitis. Parece ser que el anestesista no calculó bien la dosis y el pequeño expiró en el quirófano. Luis Sánchez Polack quedó muy tocado tras aquel suceso. Y su matrimonio iría de mal en peor, entre otras razones porque la vida nocturna de Tip, por su trabajo, no era comprendida por su esposa. Decidieron irse cada uno por su lado.

Tampoco tendría suerte Luis en su segunda experiencia sentimental, con una guapa y culta toledana, Francisca Basarán Aguado (Quica), separada de un militar. Pasaba el tiempo y Luis confiaba en casarse con ella, a ser posible "por la Iglesia". Pero, de repente, el 4 de marzo de 1980. ella murió, dejando otra vez al gran humorista sin la sonrisa que le caracterizaba. Otro duro mazazo para quien, con pudor, no solía hablar de su intimidad con casi nadie y menos con ningún periodista. Yo lo observé en varias ocasiones con Quica, quien iba a los espectáculos de Tip acompañada por una hermana de éste. Los reporteros no solían importunarlos. Me consta que un popular semanario publicó algo al respecto de aquellos amores y Luis llamó al responsable de la publicación, en la que por cierto colaboraba por entonces circunstancialmente con sus artículos desternillantes, para quejarse con amargura. Por lo común, nunca Sánchez Polack se enfadaba con ningún informador.

La tercera y última vez que Luis encontró el amor fue en el verano de 1980 en la playa valenciana del Perelló, donde él tenía un apartamento. Amparo Torres, dependienta de una sucursal de Loewe en Valencia, de treinta y seis años, dieciocho años menor que Tip, se convirtió en el ángel que éste necesitaba para salir adelante de su última depresión. Se casaron por lo civil en mayo de 1983 y en ceremonia religiosa, cinco años después. Fueron muy felices. Nunca se le había visto a Luis más contento que en esa época, desde el punto de vista íntimo. Ese ángulo que, ni siquiera los más cercanos a él, digamos sus compañeros de la tertulia radiofónica del programa Protagonistas, de Luis del Olmo, podían adivinar en ocasiones.

Sabían del gran corazón de Tip, pero acaso desconocían detalles muy confidenciales, alguno de los cuáles incluyó la recordaba Paloma Gómez Borrero en su estupendo libro La alegría. El caso del sastre que Tip tuvo durante muchos años, modesto artesano que sólo lo tenía como cliente. Sabedor de sus penurias, Luis iba todos los meses a encargarse un traje, consciente de que con lo que le pagaba, el buen hombre podía al menos ir tirando. Otra muestra de la bondad del cómico: lo engañó un amigo, el socio que tuvo cuando inauguró entre la Cibeles y la Puerta de Alcalá un bar llamado La Chistera. En esa empresa, Tip perdió bastante dinero, sin recibir siquiera una excusa de su encargado. Al que reencontró tiempo más tarde, arruinado, prácticamente en la calle. Nada le reprochó, sino al contrario: le procuró el alivio económico que pudo. Y un tercer ejemplo: la de una señora que en el entierro de Tip acudió para depositar un pequeño ramo de flores sobre el féretro. Nadie la conocía. Era la madre de un niño enfermo al que Luis, sin relación familiar o amistosa, pagó los gastos de su dolencia.

Luis Alberto Sánchez Polack, Tip, sufrió un ataque cerebral en el verano de 1998, quedando postrado en silla de ruedas, con grandes dificultades de movimientos, pérdida de memoria y del habla en las primeras semanas. Su quebrantado estado de salud fue motivo para que los componentes del espacio radiofónico El debate sobre el estado de la nación en el que venía hacía tiempo formando parte en las mañanas de los miércoles, tuvieran el acierto, por respeto al gran Tip, de suspender aquella cita humorística, de grandísima audiencia, hasta tanto él no se recuperara. Luis del Olmo, director del programa, fue muy generoso y siguió con preocupación el desenlace de la enfermedad de su genial colaborador. Quien, lamentablemente, falleció en la madrileña clínica Nuestra Señora de las Américas el 8 de febrero de 1999. Tip fue un gran tipo. Y un humorista al que nadie podrá nunca sustituir, ni imitar su gracia genial, por mucho que haya caricatos que lo hayan intentado alguna vez.

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