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Carmen Díez de Rivera y su tragedia griega: iba a casarse con su hermano sin saberlo

La fascinante vida de esta mujer, considerada "musa de la Transición", llega al Teatro Español con Carmen, nada de nadie.

La fascinante vida de esta mujer, considerada "musa de la Transición", llega al Teatro Español con Carmen, nada de nadie.
La política Carmen Díez de Rivera,. | Cordon Press

Se estrena el 17 de este recién estrenado enero y hasta el 18 de febrero
en la sala Margarita Xirgu del madrileño Teatro Español una función teatral
titulada Carmen, nada de nadie. Esta vez ese nombre de mujer tan español y
universal no tiene nada que ver con la novela de Próspero Merimée y su
consiguiente ópera musicada por George Bizet, sino que tiene como
protagonista a una excepcional mujer, atractiva y elegante, a quien el escritor
Francisco Umbral motejó como "Musa de la Transición".

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Mónica López caracterizada como Carmen Díez de Rivera. | Sergio Parra

En efecto: tuvo un papel muy importante como jefa del Gabinete de Presidencia de Gobierno con Adolfo Suárez. Se le adjudicaron varios amores. El verdadero tuvo, como si fuera un argumento de tragedia griega, el drama que sigue: iba a casarse con quien era su hermano, identidad que ella desconocía. Se trataba del hijo natural que tuvo el ministro Ramón Serrano Suñer, cuñado de Francisco Franco, con la marquesa de Llanzol, madre de Carmen Díez de Rivera. A la que a poco de nacer dio sus apellidos el esposo de la marquesa.

Aquello supuso para Carmen un tormento que la acompañó hasta su temprana muerte, tras
vivir episodios muy relevantes de la España contemporánea. Con el sigilo y discreción que se supone, quien fuera ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de Franco, Ramón Serrano Suñer, tuvo algunas amantes; era muy admirado por las mujeres al comienzo de la
postguerra. Al punto de que lo llamaban "Jamón Serrano".

Apuesto, hombre fuerte del Régimen que indujo a su cuñado, el Generalísimo, a aprobar una serie de leyes del nuevo régimen, se enamoró, ya estando casado y con familia numerosa, de una distinguida y aristocrática dama, María Sonsoles de Díez de Rivera y Casares, marquesa de Llanzol, a la sazón también casada con el titular de ese marquesado. Se veían en un piso de soltero como se llamaban a esos niditos de amor. A espaldas, naturalmente, de sus respectivos cónyuges.

Primeros rumores

La buena sociedad de entonces, primeros años 40, estaba al cabo de esos rumores. Y cuando la marquesa quedó embarazada, su marido, Francisco de Paula y Díez de Rivera y Casares, que ostentaba un alto grado militar, dio en adoptar a quien no era su hija biológica, nacida el 29 de agosto de 1942, a la que impusieron el nombre de Carmen, con el primer apellido del que no era su padre. Pero en la familia, desde un primer momento reinó la armonía y hasta que la joven iba a casarse, no se enteró de los antecedentes de su nacimiento.

Eso ocurrió cuando llevaba un tiempo de noviazgo precisamente con Ramón Serrano Suñer Polo, el hijo del ministro de Asuntos Exteriores y Zita Polo, hermana de doña Carmen, esposa del Caudillo. Llegado el momento en el que ambos jóvenes manifestaron a sus respectivos progenitores que deseaban contraer matrimonio se produjo la natural sorpresa; estupefacción que al principio dejó helados a estos últimos.

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En la familia de los marqueses de Llanzol la madre resolvió que fuera su hermana, la novelista Carmen de Icaza, quien delicadamente pusiera en antecedentes a su sobrina Carmen. Por cierto: en algunas publicaciones se lee que ésta y Ramón eran "medio hermanos". Nos parece más adecuado apuntar que eran hermanos… Sí, hermanos. Tampoco hermanastros, como suelen confundirse esos lazos.

Meterse a monja

Contaba entonces Carmen sólo diecisiete años. Puede suponerse el golpe durísimo sufrido, lo que la llevó inmediatamente a ingresar en el convento de las Carmelitas Descalzas de Arenas de San Pedro (Ávila) con el deseo de convertirse en monja de clausura. Sólo estuvo unos meses, convencida de que ese no era el lugar apropiado para superar su terrible drama. Después, con veintiún años, se fue a París, donde permaneció medio año.

Su espíritu religioso le inspiró otro destino: el de marchar a una misión africana de las monjas francesas de la Asunción, en la Costa de Marfil. Y allí pudo ir poco a poco recuperándose de aquella herida que el destino, caprichoso, le había deparado.

Ya con veinticinco años regresó a Madrid, a la casa familiar. Su madre la recibió con suma alegría, mas Carmen mantuvo hacia ella en adelante un cierto desdén y distanciamiento. Le insistía en el por qué no la había informado en su momento, con uso de razón, de los pormenores de su llegada al mundo. Dos años después, harta, se fue a vivir a casa de su amiga Gabriela, hija del escritor y político falangista, ministro de Franco, Rafael Sánchez Mazas.

Carrera de Ciencias Políticas

Carmen Díez de Rivera estudió en la Universidad Complutense la carrera de Ciencias Políticas. Era una joven muy culta, dominaba varios idiomas. Conoció al rey don Juan Carlos, aunque no podemos precisar desde cuándo y dónde. Hubo rumores de que entre ambos reinó una muy íntima amistad. Parece que fue el monarca quien la presentó a Adolfo Suárez. Con el futuro Presidente trabajó en calidad de jefa de la Secretaría del despacho del
Director General, de Televisión Española.

También cuando el político abulense pasó a ostentar un alto cargo en Telefónica, como delegado del Gobierno de la compañía, y en la Secretaría General del Movimiento.

Por cierto: la ideología de Carmen Díez de Rivera se reveló como en las antípodas de la de Suárez, al que cuando fueron intimando, llegó a echarle en cara que era un fascista. Adolfo se lo tomó con buen humor. Podía no haber contado con ella cuando él accedió a la Presidencia del Gobierno; al contrario: a partir del 13 de julio de 1976 al 13 de mayo del año siguiente, ejerció como jefa del Gabinete del Presidente.

Otro rumor

Otro rumor que circulaba en los alrededores del Palacio de la Moncloa era el de que Carmen y Adolfo estaban enamorados. Hasta se decía que él iba a divorciarse de su esposa, Amparo Illana. Esto último jamás de planteó. Más cierto pudo ser que Carmen sintiera una callada,
disimulada pasión por Suárez.

Carmen Díez de Rivera abandonó su cargo en la Presidencia del Gobierno. A Suárez no le gustó que su colaboradora se encontrara con Santiago Carrillo en una entrega de premios en el hotel Ritz de Barcelona, organizada por el grupo periodístico Mundo, donde al político comunista le espetó: "¡A ver si nos tomamos algún día un chinchón!"

Tampoco fue del agrado del Presidente que en cierta ocasión Carmen declarase ser partidaria del aborto. La actividad política de Carmen continuó cuando Adolfo Suárez le ofreció ser parlamentaria europea en Bruselas dentro del partido creado por éste, UCD. Pero, desencantada, a comienzos de 1989 solicitó el ingreso en el PSOE de Felipe González, lo que en el partido no gustó. Entre otras cosas por su pasado con Suárez y porque también estuvo cerca del partido que comandaba "el viejo profesor", Enrique Tierno Galván.

En la década de los 90, poco a poco, se fue difuminando la figura de esta mujer extraordinaria. La conocí personalmente en dos ocasiones y resultaba fascinante conversar con ella. Simpática es rebajarle su extraordinario don de gentes. ¿Y qué fue de su vida sentimental, cuando ya iba recuperándose de aquel durísimo episodio de su imposible enlace matrimonial con su hermano?

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Biografía de Ana Romero

Referidos ya sus nunca probadas relaciones más o menos íntimas con don Juan Carlos y Adolfo Suárez, ella misma le confiaba a su biógrafa, la excelente periodista Ana Romero, que callaba algunas otras. Le confesó: "Me he enamorado con pasión física o con pasión intelectual. Alguna vez he estado a punto de casarme, pero no podía". Definió su vida sentimental como un desierto amoroso, un desierto del mar que siempre fue su caminar "con la sensación de ser un lobo solitario". Tras unos meses horribles, con su salud por los suelos, murió el 11 de febrero de 1999 víctima de un implacable cáncer, que le había sido
detectado hacía tres años.

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