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Juan Carlos Garrido, con la soga al cuello

Prácticamente eliminado de la Champions y a dos puntos de los puestos de descenso en Liga, el Villarreal atraviesa por uno de sus peores momentos.

Prácticamente eliminado de la Champions y a dos puntos de los puestos de descenso en Liga, el Villarreal atraviesa por uno de sus peores momentos.

La sombra de la destitución planea sobre Juan Carlos Garrido, que no logra remontar el vuelo con el Villarreal. Las cosas empiezan a pintar muy feas en el submarino amarillo, que tiene sólo siete puntos en la Liga después de ocho jornadas disputadas, con un balance de una victoria, cuatro empates y tres derrotas, además de siete goles a favor por catorce en contra. Los tres últimos los encajaba este domingo por la noche en la derrota (0-3) ante el Levante, sorprendente líder en solitario de Primera División.

Pero no es sólo que el equipo castellonense fuera aplastado en su propio feudo de El Madrigal por el conjunto granota de Juan Ignacio Martínez, sino que las sensaciones que deja no son nada halagüeñas. Al mal inicio en la Liga, que en un principio se podría achacar a la necesidad de acoplar las nuevas piezas en el equipo –De Guzmán, Zapata, Camuñas...–, se une la preocupante situación en la Liga de Campeones: los amarillos son últimos del grupo A después de haber perdido todos los partidos –contra Nápoles, Bayern de Múnich y Manchester City– y están prácticamente sin opciones de alcanzar los octavos de final. También tienen muy difícil acabar en la tercera posición que da derecho a disputar la Liga Europa al situarse a cuatro puntos del City de David Silva y el Kun Agüero.

"Estamos muy preocupados y con la decepción lógica tras una derrota como ésta", decía este domingo Garrido en rueda de prensa, minutos después del partido contra el Levante. "Es un paso atrás, cuando esperábamos que fuera diferente y no ha sido así", añadía el técnico valenciano, de 42 años. No obstante, Garrido se muestra optimista y confía en que el Villarreal "reaccione y logre superar esta situación".

Ya hace dos semanas y media, después del tropiezo del equipo en casa ante el Zaragoza (2-2), el presidente del Villarreal, Fernando Roig, se reunió con socios del club para transmitirles su confianza en la labor de Garrido. "Juan Carlos Garrido es el entrenador perfecto para el Villarreal. Debemos tener tranquilidad, apoyo y confianza", les dijo Roig. Pero ya se sabe que cuando un entrenador es ratificado en el cargo, ya puede darse por muerto.

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