Lo que quisieron vender como una gran fiesta se tradujo en un trámite obligado. Ha sido, sin ninguna duda, la fiesta más gris que ha celebrado el equipo en la 'era Guardiola'. No se supo muy bien si pretendía ser una despedida a Pep o la celebración de un título pero acabó siendo una cita que se celebró con desgana y con un estadio medio vacío. De las 99.000 localidades, sólo se ocuparon unas 25.000.
Fue un acto en el que apenas hablaron los futbolistas, con la asistencia también de la plana directiva en el palco de honor. La fiesta arrancó a las 21:45 horas y fue un auténtico fracaso debido a la prisa que tenían muchos de los jugadores por acudir al concierto que Shakira daba esa misma noche. Incluso las radios mas afines al club azulgrana calificaron el acto de "estafa".
Pep Guardiola, que pisaba el césped del Camp Nou por última vez como entrenador del Barcelona, declinó dirigirse a la afición. Tan triste fue el acto que los aficionados no dudaron en abuchear a los jugadores cuando estos se retiraban al túnel de vestuarios.
El pequeño homenaje concluyó con un castillo de fuegos artificiales y una foto de familia enfundados todos ellos en una camiseta conmemorativa, y junto a las cuatro copas que ha obtenido el Barcelona esta temporada: Supercopas de España y Europa, Mundial de clubes y Copa del Rey.