L D (EFE) El título, que se disputará el próximo 14 de julio en el estadio Morumbí, fortín del Sao Paulo, quedó más cerca de los pupilos de Paulo Autuori, ya que el gol obtenido en la cancha del adversario llega a valer por dos al momento de dirimir un empate en puntos. El delantero Aloísio dio la esperanza a los hinchas del Atlético Paranaense al marcar de cabeza a los 14 minutos, pero la decepción llegó a los 52 con un gol en meta propia marcado por el defensa central Durval.
El "Furacao" (Huracán) brasileño llegó castigado al primer partido de la final debido a que la Conmebol prohibió el partido en su estadio, el Kyocera Arena, de Curitiba, por no tener una capacidad mínima para 40.000 espectadores en esta instancia crucial del torneo. El mano a mano se disputó en Porto Alegre, a 711 kilómetros de Curitiba, muy lejos del calor que podría haber proporcionado en masa toda su hinchada. El Atlético Paranaense, con menos juego de toque como suele practicar el Sao Paulo, se reveló como un elenco objetivo: duro en la marca, rápido en el pase y obsesionado por los remates a distancia, para aprovechar las ventajas que puede proporcionar una cancha resbaladiza y un balón mojado.
Rogério Ceni, el guardameta-goleador, tuvo más trabajo de lo que esperaba para contener el fuego a discreción de los puntas Aloísio y Lima. La vida también resultó dura para los defensas, especialmente para el uruguayo Diego Lugano y Fabao, que por su talla debieron redoblar esfuerzos para moverse en un campo pesado por la lluvia frente a los dos corpulentos y veloces morenos atacantes del Atlético Paranaense. Aloísio inclinó la balanza con un soberbio cabezazo al fondo de la red, a los 14 minutos, tras un pase preciso de Jancarlos desde la derecha.
El Sao Paulo sintió el golpe y perdió los papeles ante un rival que creció en la cancha y por momentos monopolizó la posesión del balón gracias a la refinada técnica de Fernandinho y Fabrício. Apenas un violento remate a distancia de Minero que Diego desvió en vistoso vuelo fue el testimonio lacónico de la reacción de los pupilos de Paulo Autuori en el primer tiempo. La lluvia arreció en Porto Alegre y el ritmo del juego en el estadio Beira-Río adquirió revoluciones insospechadas. Las fricciones rayaron en la provocación, el árbitro uruguayo Jorge Larrionda esgrimió cartulinas para inhibir la violencia y las opciones de gol se alternaron en ambas porterías.
El "Furacao" (Huracán) brasileño llegó castigado al primer partido de la final debido a que la Conmebol prohibió el partido en su estadio, el Kyocera Arena, de Curitiba, por no tener una capacidad mínima para 40.000 espectadores en esta instancia crucial del torneo. El mano a mano se disputó en Porto Alegre, a 711 kilómetros de Curitiba, muy lejos del calor que podría haber proporcionado en masa toda su hinchada. El Atlético Paranaense, con menos juego de toque como suele practicar el Sao Paulo, se reveló como un elenco objetivo: duro en la marca, rápido en el pase y obsesionado por los remates a distancia, para aprovechar las ventajas que puede proporcionar una cancha resbaladiza y un balón mojado.
Rogério Ceni, el guardameta-goleador, tuvo más trabajo de lo que esperaba para contener el fuego a discreción de los puntas Aloísio y Lima. La vida también resultó dura para los defensas, especialmente para el uruguayo Diego Lugano y Fabao, que por su talla debieron redoblar esfuerzos para moverse en un campo pesado por la lluvia frente a los dos corpulentos y veloces morenos atacantes del Atlético Paranaense. Aloísio inclinó la balanza con un soberbio cabezazo al fondo de la red, a los 14 minutos, tras un pase preciso de Jancarlos desde la derecha.
El Sao Paulo sintió el golpe y perdió los papeles ante un rival que creció en la cancha y por momentos monopolizó la posesión del balón gracias a la refinada técnica de Fernandinho y Fabrício. Apenas un violento remate a distancia de Minero que Diego desvió en vistoso vuelo fue el testimonio lacónico de la reacción de los pupilos de Paulo Autuori en el primer tiempo. La lluvia arreció en Porto Alegre y el ritmo del juego en el estadio Beira-Río adquirió revoluciones insospechadas. Las fricciones rayaron en la provocación, el árbitro uruguayo Jorge Larrionda esgrimió cartulinas para inhibir la violencia y las opciones de gol se alternaron en ambas porterías.
El infortunio pareció alinearse con el equipo de Antonio Lopes en una jugada a los 52 minutos. El ala zurdo Júnior sacó una falta, Aloísio, en un intento desesperado por despejar el balón, cabeceó hacia atrás, sorprendido el portero Diego despejó el esférico que, de carambola, golpeó al zaguero Dorval en la cabeza para entrar en la portería. La historia pudo haber tenido otro desenlace de no haber sido por la intervención destacada de los guardametas. Diego salvó milagrosamente un remate de Josué, que pudo significar la remontada del Sao Paulo a los 72 minutos, y Rogério Ceni voló prácticamente de palo a palo para sacar en el último suspiro un cabezazo de Lima, a un minuto del final.
Ficha técnica del partido
Sao Paulo, 1: Rogerio Ceni; Fabao, Diego Lugano; Alex, Mineiro; Cicinho, Josué, Danilo, Júnior; Luizao y Amoroso. Director técnico: Paulo Autuori
Goles: 1-0, m.14: Aloísio. 1-1, m.52: Dorval, en meta propia
Árbitro: Jorge Larrionda (Uruguay). Amonestó a Lugano, Marcao, Luizao, Jancarlos y Fabao
Incidencias: Partido de ida de la final de la Copa Libertadores disputado en el estadio Beira-Río, de Porto Alegre