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Mohamed Ali vs Sonny Liston, el combate que cambió el boxeo para siempre

Un asalto duró uno de los combates de boxeo más icónicos de todos los tiempos. El antes y el después en la carrera de Mohamed Ali.

Un asalto duró uno de los combates de boxeo más icónicos de todos los tiempos. El antes y el después en la carrera de Mohamed Ali.
El momento icónico tras noquear Ali a Liston que ha quedado para la posteridad. | Archivo

Cassius Clay. Mohamed Ali. Para muchos, el mejor boxeador de todos los tiempos. Si no lo es, andará cerca. No sólo por su indudable y apabullante calidad sobre el ring, con su irrepetible estilo. También por la enorme influencia social que ejerció en una época complicada en la que él siempre dio la cara. Especialmente por los descendientes de afroamericanos. La combinación de ambos le permitió ganarse la admiración y el resto de todos. Una leyenda.

Pero hubo un día, un combate, un nock out, que representó un "antes" y un "después" en su carrera. Y, por tanto, un "antes" y un "después" en la historia del boxeo.

Nos vamos hasta el 25 de mayo de 1965. Mohamed Ali y Sonny Liston están a punto de enfrentarse en el Central Maine Youth Center de Lewiston, Maine.

Aunque en realidad convendría echar la vista a un poquito más atrás. Concretamente al 14 de febrero de 1964. En el Convention Hall de Miami Mohamed Ali, entonces aún Cassius Clay, y contra la opinión unánime de todos los especialistas del mundo, desposeía a Liston del Mundial de los pesos pesados. Comenzaba a escribir su historia. Su gran historia.

Así que aquello que estaba a punto de acontecer el 25 de mayo de 1965 entre Mohamed Ali y Sonny Liston era mucho más que un combate. Era la oportunidad para el primero de refrendar su cetro mundial. Para el segundo, otra leyenda del boxeo, era la revancha deseada.

Los dos contendientes se encargaron, como era habitual, de calentar el combate en los días previos. Pero hubo una sentencia que llamó poderosamente la atención. Cuando Ali dijo que iba a ser "una pelea corta".

Porque, efectivamente, así sería. Un asalto duró. 128 segundos. Es el tiempo que tardó en conectar un golpe que quedaría para el recuerdo, por su efectividad, y por su efecto sorpresa. De hecho, en directo, apenas pudo apreciarse. Incluso muchos espectadores siempre aseguraron que nunca vieron el golpe. Por eso, sería conocido para siempre como "el puñetazo fantasma". Aunque Tex Maule, de Sports Illustrated, afirmaría que "el golpe no fue fantasma, sino un golpe perfectamente sincronizado que sacudió legítimamente al ex campeón".

Un puñetazo que dejó en el suelo a Liston. "¡Levántate y pelea, cabrón!", le grita Mohamed Ali. Alcanzará a levantarse, pero tarde. Ha tardado 12 segundos. La revancha se queda en nada. La victoria de Ali es un hecho. Lo sucedido un año atrás no es casualidad. Mohamed Ali se establece como el rey del pugilismo. Aquel combate, aquella apabullante victoria, lo confirma. A partir de aquí ya no habrá dudas. Él domina, y dominará, el boxeo mundial.

Un momento, una victoria, que quedará inmortalizado para siempre con una imagen para la eternidad. Como el salto de Michael Jordan. Como el putt de Ballesteros. Como la superioridad de Usain Bolt. Los grandes deportistas, los mejores deportistas, siempre han ido unidos a una instantánea única. Irrepetible. Eterna. En el caso de Mohamed Ali, fue en este combate. Una de las fotografías más icónicas de la historia del deporte. La imagen fue captada por Neil Liefer. "Tomé tres grandes fotos... Dos minutos y ocho segundos, no está mal para una noche de trabajo".

Una imagen que representaría el dominio de Mohamed Ali. Su fortalecimiento como el número uno. A partir de ahí llegaría su trayectoria legendaria. Icónica. Los mejores combates de la historia. Pero aquel, el de Maine, fue el punto de inflexión en su carrera. El antes y el después en la historia del boxeo.

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