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El penúltimo raulista vivo

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Han sucedido tantas cosas este martes 19 de noviembre (derrota ante Sudáfrica para finalizar la charada africana de Villar, espectáculo bochornoso del cuerpo técnico español y de algunos jugadores apelando al fair play, que según parece sirve igual para un roto que para un descosido, al objeto de embaucar a los sudafricanos para lograr hacer un cambio más de los inicialmente pactados, lesión de cierta importancia de Valdés tras sustituir a Casillas, amago de Arbeloa poniéndose los guantes para suplir al lesionado portero culé, glorioso hat trick de Cristiano en Suecia y posterior reapertura del plazo para las votaciones del Balón de Oro) que la verdad es que la explicación de Iker Casillas en El País de por qué llamó a Xavi Hernández cuando él interpretó que "la estaban cagando" ha perdido un pelín de actualidad. Aún así el título del artículo me parece tan bueno que he decidido mantenerlo.

Lo que Villar ha logrado con esta lamentable e inexplicable excursión por el Continente africano ha sido que España pierda en Guinea credibilidad como nación y deje parte de su crédito deportivo al caer derrotada ante Sudáfrica. Ambos partidos tuvieron de amistosos lo que yo de fan de Matías Messi y a la derrota de ayer hubo que añadir el espectáculo vergonzante que Toni Grande y algunos jugadores ofrecieron cuando la selección se quedó sin cambios por lesión de Valdés. En Sudáfrica jugamos el papel de matón del colegio que le quita todos los días la merienda al enclenque de turno, y lo mejor de todo es que se pretendió ocultar semejante "hazaña" con la capa del fair play. Yo, que poco a poco estoy aprendiendo a ver la luz de Segurola, lo achaco todo a la perversa influencia de José Mourinho en el fútbol español y a ese legado de maldad que aún pervive en nuestros corazones tras el paso del portugués por nuestra modélica, pura y angelical Liga.

Y, casi al mismo tiempo del tangazo a Sudáfrica, Portugal se clasificaba para el Mundial de Brasil con otro recital del mejor jugador del mundo, que hoy por hoy es indiscutiblemente Cristiano. A todo lo que hace Cristiano se le pretende restar mérito pero a los insultos y a la indiferencia este chico responde educadamente con goles, uno, dos, tres, los que haga falta. Como Cristiano no le coge el teléfono a Blatter y lo más probable es que el crack no aparezca por la gala del Balón de Oro, el presidente de la FIFA ha decidido hacer el ridículo más espantoso reabriendo el plazo de votación, ya agotado, para aquellos vagos o simplemente inoperantes que hayan decidido no aportar al circo su granito de arena. La actitud de Blatter esconde la profunda vergüenza que supone el hecho de que el galardón pueda ganarlo un jugador que no sea el mejor. Para que no queden dudas: gane o pierda el Balón de Oro, el premio habrá dejado de tener para mí la mínima e imprescindible credibilidad.

Por último, la explicación de Casillas acerca de su patriótica llamada a Xavi (que, de existir selección, elegiría sin duda a Cataluña antes que a España) cuando saltaban chispas entre ambos equipos, que luchaban (y supongo que aún luchan) por los mismos objetivos. Iker dice que llamó porque la estaban "cagando" y, por parafrasearle, yo creo que quien la cagó fue él porque su llamada fue perversamente utilizada y oportunamente filtrada por los enemigos del Real Madrid para dar la impresión de que Casillas pedía perdón en nombre de su club por tener un entrenador tan venenoso como Mourinho. Ese fue el principio del fin de la relación entre el jugador y el técnico, que probablemente no se sentiría en ese momento más traicionado que muchos socios y aficionados del club blanco tras enterarse del paso absolutamente unilateral dado por Casillas.

Mi lectura de la llamada es la siguiente: Iker llamó, Xavi (que quiere la destrucción del Real Madrid) escuchó en silencio y luego puso pies en polvorosa para contarlo todo en el vestuario culé. De la inocencia o picardía de la llamada inicial del capitán madridista no puedo dar mi opinión puesto que no conozco personalmente a Casillas, pero el resultado de aquella cagada monumental no fue otro que responsabilizar a Mourinho de la inestabilidad que en la selección nacional pudiera producir el hecho de que el técnico del Real Madrid pretendiera que sus jugadores salieran al campo a morder y no a darse besitos en la mejilla. Xavi, y eso que ya ha pasado tiempo desde entonces, debe estar partiéndose de risa todavía. Y no es cuestión de conciencia, por supuesto. Casillas dice que él tiene la suya tranquila y de esa afirmación podría deducirse fácilmente que quien no cogió el teléfono para pedirle árnica al capitán del máximo rival histórico del Real Madrid tiene la suya sucia. El caso es que a día de hoy probablemente Iker no haya entendido aún que no se representa sólo a sí mismo sino a toda una institución. Me juego la mano a que colgó Xavi. Y de sopetón. Y que Iker se quedó escuchando un rato el "ti, ti, ti, ti, ti" al otro lado del teléfono. Fue una pésima decisión. Podría haberse ahorrado aquel gesto patriótico.

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