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El Real Jaén, un histórico del fútbol español, ante las horas más delicadas de su existencia

La delicada situación deportiva, y la aún más comprometida crisis económica, comprometen el futuro de un histórico: el Real Jaén.

La delicada situación deportiva, y la aún más comprometida crisis económica, comprometen el futuro de un histórico: el Real Jaén.
Un partido de fútbol en el campo de La Victoria, del Real Jaén, en la década de los 50. | LD

Era un entrenamiento cualquiera, de un día como otro más para la plantilla del Real Jaén, un histórico que pasa sus horas más bajas en lo deportivo y lo social, en zona de descenso a 3ª División, pero con una losa mucho más pesada si cabe en lo económico. Una vez concluida la sesión en lo puramente técnico-táctico, el cuestionado entrenador, Ramón Tejada, silencioso y casi cabizbajo, se acerca su plantilla mientras los jugadores llevan a cabo sus estiramientos. Entre las conversaciones que se escuchan emanar del grupo, el fútbol no existe.

"A poco que tengas una tarifa normal, nadie te quita los 80 euros al mes", señala una voz.

"Yo el móvil lo cargo en La Victoria cuando venimos a entrenar", se escucha por otro lado.

"Cuando me llega la factura de la luz, en el concepto a pagar pone `velas´", apunta con sorna un último jugador, de reconocible acento andaluz, entre las risas de sus compañeros.

No, nadie habla del próximo rival de los jienenses, ni tan siquiera del propio entrenamiento, o de lo ocurrido en la última semana en la Champions League. No. Entre los miembros del Real Jaén, una longeva entidad que el próximo 13 de agosto debería cumplir 95 años, y que en la década de los 50 alcanzó sus mayores glorias deportivas, con tres años en Primera División, se habla de luz, agua, alquileres e impuestos. Recién cumplido el tercer mes sin cobrar, y con enormes sombras ciñéndose sobre el futuro de la entidad blanca, a los jugadores se les abren algunas puertas, como poder marcharse a otro equipo que pueda incorporar a alguien, reconocimiento de deuda mediante, o bien acogerse a los préstamos de 5000 euros al 0% de interés que el sindicato de jugadores, la AFE, gestiona con algunas entidades bancarias. Eso sí, solicitar a esos préstamos supone inmediatamente denunciar la deuda del club, por lo que, en muchos casos, es la última herramienta a la que asirse para muchos futbolistas, sabedores de que ese paso complica aún más el futuro de la entidad.

"Hablas de temas que vives en primera persona, y ahora mismo tenemos una situación compleja. Tres meses sin cobrar y lo que eso conlleva", reconoce a Libertad Digital el central leonés Diego Bardanca. "Los gastos van llegando y te preocupas por esos detalles más que por cosas con menos importancia ahora mismo", se sincera Santi Villa, uno de los jienenses del equipo. "Es nuestra realidad, antes que futbolistas somos personas y ese es nuestro día a día", apostilla José Manuel Barla, segundo entrenador, aquel talentoso zurdo dueño de la banda izquierda del Ramón de Carranza del Cádiz presidido por Manuel Irigoyen, que sumaba milagrosas permanencias en primera año tras año. "El auténtico submarino amarillo", como reclama el propio ex jugador cadista.

Para los que no son futbolistas, la situación es quizá aún más dramática. Tal es el caso de Francisco Martínez, `Pipi´, de uno de esos hombres para todo que hay en casi cualquier club de fútbol, encargado desde ser el utillero hasta de buena parte del mantenimiento de un estadio envejecido a toda velocidad. Preguntando por la situación, hace un silencio y resopla: "yo lo veo muy negro, fatal. Desde hace años ya. Pero esta vez tiene pinta, esperemos que no, de que desaparece", declara. Con 25 años trabajando en el club, Martínez las ha visto de casi todos los colores. "He vivido situaciones y épocas muy malas, pero nunca como ahora", se lamenta mientras recoge unos conos del entrenamiento. Su situación empieza a ser acuciante, "muy mala. Mi padre murió hace dos años. Vivo, sobrevivo mejor, en casa de mis padres, con mi madre que tiene una pensión de viudedad muy pequeña. Llegará un momento en que no sé lo que haré. Estoy pensando en ir de mi casa al trabajo andando, porque en breve no voy a tener para la gasolina del coche. Así de claro". Para él, obvio, no hay préstamos al 0% auspiciados por su sindicato.

Que el Jaén las pase canutas no es algo nuevo. Que agonice, casi tampoco. Hace un año, en

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Quique Bonoso, aficionado del Real Jaén, presencia un entrenamiento. | Archivo.

uno de tantos traspasos de poderes desde la conversión en Sociedad Anónima Deportiva, el Estadio de La Victoria vio cómo su suministro de luz era cortado, por una deuda de 7.000 euros. Quedaban apenas unos días para el partido que cerraba la temporada, el 15 de mayo, ante un Cádiz que acabó ascendiendo a la Liga 123, y la compañía eléctrica no esperó más. La solución llegó tras una iniciativa por parte de un grupo de aficionados que logró reunir 3.000 euros para activar un generador eléctrico y comprar el gasoil suficiente para que funcionase. Apenas 24 horas antes del duelo ante los gaditanos, volvió la luz al recinto, y el partido pudo celebrarse finalmente con la energía eléctrica necesaria. Por aquel entonces, los trabajadores acumularon hasta cinco mensualidades impagadas. Ahora, con el grupo Inaltia, propietario del club, confirmando en diciembre que no pondría un euro más en la entidad, vuelven a ser los aficionados los que tienen que dar la cara por uno de los mayores sentimientos de la ciudad del Santo Reino. "El Jaén, la Catedral, y el Abuelo", recuerda Pipi, en alusión al club de fútbol, el templo cristiano, y la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, los tres grandes orgullos de la villa. "Una de las señas de identidad de la ciudad, la esencia de la misma", añade Santi Villa. Por el entrenamiento se pasa también Quique Bonoso, policía local y uno de los aficionados más reconocibles, al que acompaña en cada partido en casa y en casi todos como visitante, y al que le brillan los ojos cuando habla de `su´ Jaén: "un sentimiento heredado de padres a hijos, de abuelos a nietos. A mí los dientes me salieron en el Real Jaen. Es parte de mi vida", declara emocionado.

Sin embargo, la cosa pinta, dicen, peor que nunca. Barla, curtido en mil batallas del balompié de elite nacional, pero aún muchas más del modesto, lo tiene claro: "es una de las situaciones más feas que me ha tocado vivir", aunque recuerda otra en el equipo de su vida, apenas recién retirado, pero aún como trabajador del Cádiz, en la que "estuvimos encerrados en el vestuario, y manifestándonos en la calle Alcalá en Madrid en la sede del grupo Zeta. Fue algo bastante dramático también". Mientras, el tiempo no espera, como los acreedores. "Ojalá pudiera meter a mi hijo en el frigorífico y sacarlo cuando cobre, pero desgraciadamente no es así. Nadie paga mis deudas", apostilla el gaditano. Y la cabeza, claro, no está donde debe, al menos al 100% como asegura Bardanca: "es una situación descorazonadora. Intento pensar en el próximo rival, pero la atmósfera te atrapa. Hablas del IVA, de inversores, de si va a entrar alguien… Tienes esperanza, pero pasan las semanas y lo único que pasa es el tiempo, las soluciones no llegan. La gente está luchando pero el lastre del club es muy, muy gordo." Casi tan gordo como las decepciones, una tras otra, que los trabajadores y aficionados reciben en los últimos meses.

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Barla, de azul, durante un entrenamiento. | Archivo

Desde que los actuales propietarios, con el presidente Sergio Hitos a la cabeza, anunciaran la venta del club y su negativa a poner más dinero, en la ciudad se ha especulado con varias opciones de salvación. Que si un grupo inversor granadino con capital chino, que si otro encabezado por el ex futbolista Pier Luigi Cherubino, que si uno más de Argentina. Todos se fueron cayendo, uno tras otros, bien por desavenencias con los mandatarios actuales, bien por la renuncia del alcalde, el popular Francisco Márquez, a reunirse con ellos. La tabla de salvación parecía la aparición de los pequeños accionistas del club, la gente de Jaén que realmente siente a la entidad, pero recientemente anunciaron no poder hacerse cargo de las condiciones exigidas por los propietarios, dejando definitivamente al Real Jaén al filo del abismo. Ahora, parece que la tabla de salvación pasa por el empresario granadino Francis Huertas. Mientras, los trabajadores, han dejado de confiar en palabras. "Sólo creemos en los hechos, en lo que hay firmado. Hay muchos comentarios, pero son tantas veces ya… No creemos en nada" afirma Santi Villa. En la misma línea, Barla es tan categórico como irónico: "ahora está arreglado, ahora no. Ahora es el 15 de mayo, luego el 15 de febrero, e incluso el 30 de febrero, que no existe pero igual es el día que se arregla. Yo me he dado por vencido. Cuando tenga que pasar algo, que me lo digan y ya está. Es un sinvivir estar pendiente de noticias, comentarios, dimes y diretes. Así no se puede vivir". Y es que "la gente de Jaén está cansada de mentiras y engaños", apostilla Francisco Martínez, `Pipi´.

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Pipi, el utillero (derecha), recoge los conos tras un entrenamiento. | Archivo

Mientras, las manecillas del reloj avanzan inexorables hacia el cierre que nadie quiere ver pero que todos imaginan. "El ayuntamiento tiene que dar un paso, como otras instituciones, igual que el tejido empresarial y la gente de la ciudad", reclama Quique Bonoso. La relación con la casa consistorial es, cuanto menos, particular. El club tiene la concesión administrativa del campo de fútbol, pero no puede explotarlo comercialmente, como sí ocurre en otras ciudades con estadios municipales. Al tiempo, debe hacerse cargo de todos los gastos corrientes, como agua, luz, limpieza, y mantenimiento, lo que supone unos 125.000 euros anuales para mantener operativo un recinto ruinoso, situado en una colina que anteriormente acogió una escombrera, y que con quince años de vida pareciera tener noventa. Desde el ayuntamiento se lanzó la promesa de ayudar con los gastos de luz y agua de La Victoria, pero a día de hoy, nada más lejos de la realidad. Hasta una grada tuvo que ser cerrada y reconstruida hace unos meses porque, literalmente, se venía abajo. Un acuerdo que es más una hipoteca para la entidad. Quizá todo se hizo con delirios de grandeza en una época de vino y rosas. Así se lamenta Donoso: "cuando el Jaén vivía en el antiguo estadio, en pleno centro, en la calle Virgen de la Cabeza, le entraron las prisas. Se tuvo que constituir en SAD al mantenerse en 2ª división, y se trasladó al nuevo campo. A partir de ahí empezaron los males del club". Fechas claves en la historia del Jaén, como el 7 de junio de 2014, cuando en un partido agónico (2-3 ante el Alavés), se confirmaba la permanencia de los babazorros y el último descenso a 2ªB de los jienenses, que apenas habían pisado la zona de descenso en toda la liga. Hoy, los vitorianos avanzan hacia la permanencia en primera como finalistas de Copa, mientras el equipo lagarto puede estar a punto de echar la persiana. Santi Villa, superviviente de aquella época, lo recuerda resignado. "Lo hemos pensado muchas veces, quizá ese día cambió un poco la historia del club y a partir de ahí ha sido ir cuesta abajo", admite.

Y es que, a lomos de la catástrofe financiera, lo deportivo no ha ayudado ni mucho menos en las últimas campañas. De hecho, ahora mismo el equipo se haya metido de lleno en los puestos que le mandan a 3ª División, lo que podría ser definitivo. El entrenador, Ramón Tejada, presentó este miércoles su dimisión. Públicamente sentenciado, no había sido despedido antes porque no se le podía indemnizar por obvios motivos de liquidez. Parte de la afición le demandaba que se marchara casi por vergüenza torera. De hecho, durante el entrenamiento presenciado por Libertad Digital, un veterano aficionado le increpaba pidiéndole que se fuera sin ver un duro, y exhortando a los jugadores que no hicieran caso a sus indicaciones. Una situación injusta para cualquier otro trabajador, pero que en el fútbol parece que pudiera ser aceptable. Así las cosas, José Manuel Barla será el nuevo entrenador, al menos en el próximo partido ante el Granada B. El gaditano tiene claro que lo que rodea a los suyos les está condenando: "claro que influye, esto es un trabajo más. El fútbol son estímulos, dinámicas. Cuando el equipo tiene moral, la metes con el culo. Cuando estás mal, por más que intentes, no te sale nada".

Una situación sobradamente conocida para Diego Bardanca, un "apasionado del fútbol",

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Diego Bardanca, a la derecha, con su nuevo equipo, el SJK Seinäjoki. | SJK Seinäjoki

capaz de reconocer el currículum de casi cualquier jugador de 2ª División B y para el que el balompié es una forma de vida. "Tengo dos niveles de entrenador, he estudiado un máster en gestión y dirección de entidades deportivas y eventos, escribo en blogs de fútbol, leo mucho… He enfocado mi vida al fútbol", admite, pese a, con apenas 23 años, repasar su carrera le daría a cualquiera ganas de tirar la toalla. Allá donde estuvo, encontró problemas económicos. Valladolid B, Recreativo de Huelva, Eldense y Real Jaén forman parte de una trayectoria que en cada estación se encontró con impagos, y hasta con un desahucio. Como jugador del Eldense, tras un partido de la promoción de descenso ante el Avilés, se encontró con la cerradura cambiada por el impago del alquiler. Acabó en el piso de un compañero. Otros desistirían, hastiados, pero él, todo pasión por su profesión, mantiene la fe, aunque señala que "hay un momento en el que es verdad que piensas si vale la pena. Pero una alegría del fútbol te compensa diez penas. Te llena tanto una felicidad haciendo lo que te gusta, que merece la pena". Eso sí, pese a ser un "enamorado de lo que hago, al que las cosas le pueden salir mejor o peor, pero que quiere irse a casa con la conciencia tranquila", Bardanca, estudioso del universo fútbol, es crítico con la gestión del mismo en España, aunque señala algunos referentes de cómo hacer bien las cosas: "no se ha mirado por el bien de las instituciones. En lugar de copiar ejemplos como el Numancia, equipos humildes que no gastan por encima de sus posibilidades, hemos pecado de codicia, de ir por encima de las opciones reales… Y el fútbol no es una ciencia cierta. Gastar más no asegura éxito", apostilla.

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Santi Villa controla un balón durante un partido de esta temporada. | Real Jaén

Pero gastar es precisamente lo que no puede a día de hoy el Real Jaén, incapaz de llevar a cabo mientras el bloqueo en su directiva se mantiene, el más mínimo gasto. En los últimos días, se ha dado aviso a los trabajadores del club de que los suministros de agua y luz pueden volver a cortarse, si bien parece que, ahora sí, el ayuntamiento se ha movido para detener una situación que no es nueva para los trabajadores. "El verano pasado también cortaron el agua. Y el campo se fue entero, se murió. Esto es lo jodido de esto. Yo puedo cuidarlo, pero sin agua…", se lamenta Pipi, el hombre para todo. A los jugadores, por su parte, les tocará ducharse en casa, llegado el caso. "Ya el año pasado nos cortaron la luz, entrenábamos a oscuras y con las luces de los móviles para cambiarnos. Si no hay agua… pues bueno, tendremos que hablarlo y decidir qué hacemos", afirma Barla. Así las cosas, empieza a crecer en algún sector de la ciudad cierto caldo de cultivo acerca de finiquitar al Real Jaén y empezar de cero con otra entidad, sin deudas. Algo que hizo recientemente el rival provincial, el Linares. Pero para el jienense de pura cepa, la sensación de estar contra la espada y la pared es evidente. Y la decisión, rotunda: "yo sería incapaz de abonarme o hacerme socio de otro equipo, aunque desapareciera. El sentimiento, el cariño, el amor, no podría tenérselo a ningún otro equipo. Si llegara ese momento me retiraría del fútbol, pero estoy convencido de que eso no va a ocurrir", reseña esperanzado Quique Bonoso, consciente, como buen conocedor del día a día de la ciudad por su trabajo como policía, de que algunos empiezan a opinar así: "desgraciadamente, es cierto, pero me niego a escucharlo. Estoy seguro de que hay solución". Una percepción que Santi Villa entiende y asume como normal en la ciudad: "es algo familiar, ya con 94 años. Si desaparece sería algo nuevo, distinto, esos sentimientos de pequeño se perderían. Ellos siguen al Real Jaén. Quizá por eso es un club diferente, del que la gente quiere que siga viviendo y con la corona del Real Jaén". Una aureola que, efectivamente, no podría verse en el nuevo escudo de un hipotético club. Ya no sería Real, en ningún caso.

En la ciudad queda la esperanza de salvar un movimiento casi centenario ya. "Un millón de euros (la cantidad que necesita el club para acabar la temporada), siendo mucho dinero, no es una cantidad para que el Real Jaén desaparezca", reclama Bonoso. Sin embargo, otros ya empiezan a pensar en su futuro, como Diego Bardanca, que poco después de la realización de este reportaje, abandonaba la disciplina jienense para fichar por el SJK Seinäjoki, de la primera división finlandesa, donde buscará nuevos retos deportivos y una estabilidad económica hasta ahora desconocida para él, con el fin de mantener su idilio con el fútbol, que tanto ha maltratado sus finanzas en el último lustro. El mismo camino han decidido adoptar dos jugadores más, `Cifu´ y Sergio Molina, generando otro nuevo problema para el club, que podría verse inminentemente con menos de ocho fichas profesionales, y el riesgo, entonces, sería acometer una alineación indebida en los próximos partidos, que sería letal en lo clasificatorio.

Mientras continúa la descomunal tormenta en una de las ciudades más secas de España, Pipi seguirá dejándose el lomo por mantener La Victoria lo mejor posible. Con agua y luz. O sin ellas. Y aunque tenga que ir andando para seguir dejándose la vida por el Real Jaén. "Pierdo demasiado si esto desaparece. Dinero, mi sueldo, mi antigüedad. Me buscaría la vida como fuera, no se me caen los anillos. Me iría al campo, a la aceituna o la vendimia, a buscarme la vida como sea", reconoce. Pero Pipi no entendería su vida sin el Real Jaén.

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