No podían darle una puñalada más grande a su corazón. Ama a su equipo y no puede estar de brazos cruzados cuando disputan los partidos como locales. ¿Qué hacer? La necesidad a veces agudiza el ingenio. Ni corto ni perezoso, el aficionado turco decide alquilar una grúa para no quedarse, durante todo un año, sin presenciar los partidos como local de su escuadra. Increíble pero cierto.